Quizás haya sido pura cosa del destino, pero el turbulento discurso del primer ministro Israelí, Benjamín Netanyahu, ante el Congreso de Estados Unidos, fue un catalizador de situaciones nuevas en todo el espectro internacional, incluyendo al propio Israel.
La discutible invitación a Netanyahu, sin consulta al presidente Barack Obama, ciertamente creó una situación que enojó a la opinión pública de Estados Unidos, sobre todo porque interfería las acciones del presidente que, constitucionalmente, es el único facultado para manejar las relaciones internacionales de ese país.
Se trató, en realidad, de una maniobra urdida secretamente por un grupo de congresistas republicanos, de acuerdo con dirigentes judíos ultra derechistas, como el presidente de la Organización Sionista de América, Mort Klein.
El propósito, básicamente, era que el primer ministro Netanyahu presentara ante el Congreso elementos suficientemente fuertes en contra de la negociación de paz con Irán. Se esperaba que tras ese discurso, el Congreso podría aprobar aceleradamente un proyecto de ley imponiéndole a Irán nuevas sanciones que serían tan drásticas que provocarían el retiro de los iraníes y, por lo tanto, el fracaso total de las negociaciones.
Sin embargo, pronto quedó en claro que ese plan no podía tener éxito. Incluso se pensó que Netanyahu quizás iba a desistir de pronunciar su discurso. Pero, enfrentado a las elecciones del próximo 17 de marzo, no podía aparecer ante los ciudadanos israelíes como obligado a aceptar un gravísimo desaire.
Asistió y pronunció un discurso en realidad muy distinto y más suave de lo que se esperaba. De hecho, ni los propios sionistas de Nueva York quedaron satisfechos. Afirmó que Irán ya está lanzándose a la conquista de todo el Oriente Medio, y que un acuerdo de paz como el que plantea Barack Obama con sus socios permitirá que Irán disponga en pocos meses de un arsenal atómico.
Y de hecho, su planteamiento equivalió a exigir la rendición incondicional de Irán, agregando una oblicua acotación que para muchos fue una amenaza de que Israel atacará a Irán por su cuenta, con o sin apoyo de Estados Unidos.

Pues bien, Estados Unidos y sus socios europeos, en términos suaves pero categóricos, aceleraron las negociaciones con Irán, aumentando la flexibilización de las exigencias de Estados Unidos, y lograron así un avance que ya fue aplaudido en todo el resto del mundo.
Simultáneamente, se detectó también un peligroso incremento de sentimientos racistas anti judíos, tanto en Europa como en Estados Unidos, y el mismo secretario de estado John Kerry emitió una quejosa declaración señalando que el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas le está dando excesiva importancia a las violaciones israelíes contra los palestinos.
Por el momento es difícil prever cuál será el resultado de la elección del 17 de marzo, pero hay sobrados indicios que muestran como muy insegura una reelección de Netanyahu. De hecho, ayer se realizó en Tel Aviv una concentración multitudinaria, considerada la más grande en las últimas campañas electorales, donde alrededor de 200 mil personas coparon la plaza Rabin, con gritos y carteles exigiendo que Netanyahu se vaya para su casa.
La convocatoria fue lanzada principalmente a través de las redes sociales por Internet, recalcando que su carácter es multipartidista y exige poner fin a la política agresiva del actual gobierno.
Y, oiga, tiene especial importancia que el principal orador de esa concentración fue el ex jefe del Mossad, Meir Dagan, quien desmintió y ridiculizó partes del discurso de Netanyahu en Washington y calificó al primer ministro como, fíjese Ud., "la persona que más daño estratégico le ha provocado a Israel".
A juicio de los analistas especializados en política israelí, ya hay una posición política muy poderosa que exige que Israel, por un lado, acepte la creación integral del Estado Palestino, y que abandonando sus furias militaristas el nuevo gobierno se centre en el desarrollo económico, en parar el deterioro del nivel de vida en Israel, y que, además ponga fin a la ocupación ilegal de territorios palestinos.
Bueno, ¿podrá una propuesta de cambios tan dramáticos alcanzar una victoria electoral en un Israel que desde el asesinato del primer ministro Ytchak Rabin, ha sido manejado por la ultraderecha?

En todo caso, el exabrupto de Netanyahu en Washington, como decíamos, provocó reverberos en todas partes. De partida, ya los líderes más importantes del Oriente Medio, han aceptado que la participación de fuerzas iraníes en la lucha contra el Estado Islámico, ha sido decisiva.
Más aún, Estados Unidos ha tenido que aceptar que en Irak, mayoritariamente, se considere a Irán como una potencia amiga que, además, comparte la visión shiíta del Islam, que tanto Israel como Estados Unidos y las monarquías árabes, consideran enemiga del orden islámico sunnita.
En la mayor parte de esa región, hay una enorme mayoría de shiítas que se consideran oprimidos por una minoría sunnita. Incluso en la propia península arábiga, sobre todo en Bahrein, Qatar y Yemen, hay grandes grupos shiítas que están protagonizando fuertes procesos revolucionarios.
Fue para mantener el predominio de los sunnitas y parar la influencia de Irán a favor de los shiítas, que Israel y Arabia Saudita pidieron a Estados Unidos crear una situación de guerra generalizada que pusiera toda la región bajo control militar.
Y fue en esa línea estratégica que se lanzó la enorme y sangrienta operación destinada al derrocamiento del presidente de Siria, Basher Assad, quien contaba como decidido apoyo de Irán y de Líbano, así como de la mayoría shiíta de Irak.
En esa oscura estrategia de intrigas fue que se produjo la entrega de enormes recursos en dólares, y en abundantísimo material de guerra, incluyendo cohetes de gran potencia, que Estados Unidos proporcionó a esos supuestos "rebeldes libertarios" de Siria a través de las monarquías de Jordania y Arabia Saudita.
Pero, en contra de sus esperanzas, el apoyo del propio pueblo sirio a su gobierno, y el apoyo material proporcionado por Rusia e Irán, permitió que el gobierno legítimo de Siria lograra mantenerse a través de más de tres años de guerra civil.
Y, al mismo tiempo, provocó que una enorme porción de ese armamento y esos recursos financieros fueran a dar a manos del temible grupo sunnita autodenominado el Estado Islámico, el ISIS.
De hecho, ayer sábado se informó la desintegración del principal grupo de rebeldes considerados "moderados" por Estados Unidos, el Harakat Hazamn, que había recibido armamento extremadamente poderoso y enormes cantidades de dinero.
La mayor parte de ese armamento y esos recursos están ahora en manos del Estado Islámico, y en la totalidad del norte de Siria, únicamente las fuerzas del gobierno están haciendo frente a las milicias sunnitas del Estado Islámico.

Siempre en el Oriente Medio, en estos momentos el poderosísimo monarca de Arabia Saudita, con sus pares de Kuwait, Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos, se encuentran de hecho sumidos en la incertidumbre y el miedo. Y esto a tal extremo que, por primera vez, la agencia noticiosa Al Arabiya, de propiedad del rey de Arabia, se atrevió a elogiar públicamente el discurso de Netanyahu, en lo referente al avance poderosísimo de la influencia de Irán en la región.
Para el público islámico, eso fue considerado prácticamente como una confesión de la monarquía de Arabia Saudita, de que en realidad está actuando en un pacto secreto con Israel y Washington.
En toda esa vasta zona que abarca gran parte del Asia Occidental y todo el norte de África, la situación actual es de desintegración y caos, efecto indisimulable de la intromisión de Estados Unidos. Y en medio de ese caos, se hace cada vez más evidente que Estados Unidos está fracasando en sus intentos de asumir el control de aquella geografía.
Turquía e Irán están en muy buenos términos entre sí y en muy buenos términos con las potencias rusa y china. En Europa, la mayor parte de los países miembros de la Unión, se han declarado favorables a poner fin a la guerra civil de Siria, mediante una negociación de paz con el presidente Basher Assad.
Y en la otra parte, en el África Subsahariana, la llamada África Negra, los países de la Unión Africana, el miércoles pasado, acusaron a Estados Unidos y a varios países europeos, de ser los que realmente están provocando la violencia política y las matanzas.
Más aún, señalan que esas potencias occidentales están preparando un escenario para lanzar una invasión militar sobre África bajo el pretexto de proteger a la población civil y a los derechos humanos.

También la crisis de Ucrania aparece entrando a una nueva etapa que por ahora sigue sin mucha definición. La crisis económica de Ucrania es insostenible y el gobierno de Kiev, de mala gana, está teniendo que rasguñar sus bolsillos para pagarle a Rusia por anticipado, el gas suficiente para unos pocos días.
En la última reunión de los cancilleres europeos en Riga, una mayoría más que contundente se declaró en contra de aplicar nuevas sanciones contra Rusia. Más aún, se declararon firmemente opuestos a que la Unión Europea prorrogue automáticamente las actuales sanciones contra Rusia, que vencen en julio próximo.
Igualmente, quedó bien clara la oposición de Alemania a las bravuconadas del comandante en jefe de la OTAN, el general norteamericano Philip Breedlove, que estaba urgiendo a una acción militar de apoyo al gobierno de Kiev para derrotar a los rebeldes federalistas pro rusos.
Aparentemente, hay bastante confianza en que los acuerdos de cese del fuego logrados en Minsk puedan conducir a una solución de la crisis ucraniana. Se sabe que existe peligro de que acciones provocadas puedan convertirse en una reanudación de la guerra civil, como temen los que han observado que en realidad el gobierno de Kiev, con apoyo de Estados Unidos, y el de Donetsk, con apoyo de Rusia, están ya preparando una intensísima reanudación de la guerra al llegar la primavera.

De toda esa seguidilla de crisis y de violencia, en que Estados Unidos aparece invariablemente involucrado, ha comenzado a producirse una serie de otros efectos inesperados.
Lo más importante es una ostensible transformación de la conducta de la gente en su búsqueda de noticias y entendimiento de una realidad cada vez más amenazante y más inmediata.
Lo más notable es la caída en picada de las ventas de los periódicos tradicionales, los grandes periódicos, que se une a una caída equivalente en la sintonía de programas noticiosos de las grandes redes de televisión.
En Alemania, por ejemplo, todos los principales periódicos han sufrido una disminución de sus ventas del orden del 60%. O sea, los que vendían un millón de ejemplares diarios, ahora sólo venden 400 mil.
Simultáneamente, es cada vez mayor el número de contactos contabilizados hacia las publicaciones por Internet, tanto periódicos digitales, como blogs de periodistas y analistas que han ganado prestigio.
Los estudios que se están realizando, tanto académicamente como por parte de las propias instituciones gremiales de los periodistas en toda Europa y Estados Unidos, coinciden en señalar que ya hay un repudio social hacia los medios informativos que aparecen traicionando el interés de su público natural, y en cambio se muestran serviles a los intereses de las cúpulas políticas y los grandes grupos financieros, y funcionan simplemente como instrumentos de propaganda y publicidad.
Es decir, el ejercicio de la función periodística, esencial para el ejercicio de los derechos de libertad de pensamiento, de opinión, de información y de expresión, ahora está evolucionando por sí mismo, y está generando nuevas formas de difusión electrónica, unida a un contacto instantáneo con el público.
Lo que se está dando es claramente una retroalimentación, en que el público le transmite al periodista los niveles que tenga de satisfacción y de crítica.
Como Ud. ve, esta semana ha traído un verdadero tifón de acontecimientos, de los cuales sólo algunos he podido mencionar aquí. Todo parece confuso.
Sigue habiendo una presión demencial por parte de grupos que parecen hipnotizados por las ganas de que la confusión mundial se simplifique mediante esa diabólica forma de higiene que se llama guerra.
Es posible que sean esos lunáticos sean los que se salgan con la suya, quizás
Pero todavía más posible es que, con guerra o sin guerra, nuestra civilización, que ya está en estado comatoso, caiga en un Alzheimer definitivo.
La catástrofe del medio ambiente ya ha llevado a que incluso lo más conservadores medios de difusión estén al fin adhiriendo a una idea muy cruda y muy sin contemplaciones.
Es la que nos dice que no tenemos derecho a ser flojos y cobardes, dejando que otros sean los que enfrenten hacia el cataclismo.
Toda la información concreta de estas últimas semanas está confirmando que ya casi se nos acabó el tiempo, y que lo que no seamos capaces de defender con todas nuestras fuerzas, lo vamos a perder para siempre.
Y por muy entretenidas que sean las noticias bobas de un mundo bobo, en nuestra próxima crónica lo invitaré a encenderse el alma, sentir el temor y también la voluntad de hacer todo lo que se pueda, por este pedacito de universo donde nuestra vida todavía es posible y donde estamos al borde de la ruina.
¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense, es necesario. Hay peligro, hay mucho peligro...

Fuente imagen: Protestas contra Netanyahu. http://internacional.elpais.com

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