[AUDIO] Crónica de Ruperto Concha: ¿Fin de las Naciones?

Por Ruperto Concha / resumen.cl

La gente anda enojada. Muy enojada y propensa a estallidos de violencia. Las causas profundas de esa rabia, sin duda son complejas. Pero cuando se pregunta a la gente, las encuestas motivacionales coinciden en tres respuestas predominantes.

Una, la principal, dice resentir el panorama de corrupción y venalidad de la clase dirigente, funcionarios de gobierno, políticos, empresarios, que parecen dispuestos a vender cualquier cosa y traicionar cualquier ideal, a cambio de una suma de dinero.

La sensación de que el valor del dinero ha pasado a constituir un valor por encima de los demás valores del espíritu humano.

Otra opinión sombría dominante es que los referentes morales y culturales provenientes de las generaciones anteriores, del mundo de nuestros mayores, ya están obsoletos en su mayor parte, y deben dejar lugar a percepciones novedosas que son atractivas pero llegan desde otras culturas y no las entendemos bien.

Y, todavía otra que está cobrando fuerza últimamente, es que estamos inmersos en una masa humana innumerable que rebulle en todos los rincones de un planeta que se está haciendo cada vez más chico, porque es fácil y rápido llegar a cualquier parte, y porque en todas partes encontraremos más o menos la misma muchedumbre haciendo más o menos lo mismo que se hace aquí.

Fíjese que en estos momentos ya el 65% de todos los habitantes del planeta, están concentrados en ciudades. Y, mientras se elude hablar del tema de la explosión demográfica, ya en muchos países occidentales ha comenzado a aplicarse casi en secreto una serie de medidas de planificación familiar. De hecho en Gran Bretaña se presentó un proyecto de ley que limita los beneficios sociales, subvenciones, asignación familiar de escolaridad y medicina, a sólo un máximo de 2 niños por familia.

¿Se fija Ud.?… Sin hablar de prohibición, la ley hará que sea muy caro, muy peligroso y muy frustrante tener más de dos hijos.

Pero no se trata sólo de frenar la explosión demográfica. Más que eso, se trata de equilibrar el número de personas que en las próximas décadas van a estar buscando trabajo... en circunstancias de que, como sabemos, cada año la automatización y la robótica están haciendo desaparecer decenas de miles de puestos de trabajo.

La tragedia de los inmigrantes que tratan de introducirse a Europa, pero también a Australia y Estados Unidos, es un esbozo de lo que ocurre cuando hay una natalidad superior a la creación de empleo.

De hecho, el cada vez más inocultable fracaso de la economía neoliberal, muestra que el empobrecimiento que se está viviendo en Chile es proporcional y simétrico con el empobrecimiento de Europa, de Estados Unidos, de China, de Venezuela o de Argentina.

Fíjese que esta semana en Estados Unidos se dio a conocer uno de los aspectos ocultos de la miseria que cunde por los rincones de esa opulenta sociedad. Se reveló que en estos momentos hay en Estados Unidos casi 1 millón y medio de niños entre 10 y 14 años, que viven en la calle simplemente porque no tienen casa.

Y ya antes mencionamos que, para los egresados de enseñanza media, se han perdido 3 millones de puestos de trabajo en los últimos doce meses.

Bueno, eso quiere decir, básicamente, que ya no existe más esa América nuestra, a la que podían emigrar a millones los europeos, que eran igualmente bien recibidos. Y en ninguna otra parte del planeta existe un equivalente con el que se pueda soñar.

Por supuesto, algunos podrán tentar suerte en otro país, y tendrán éxito. ¡Bien por ellos! Tal como dice esa canción de Los Jaivas, estamos en un mundo que es sólo uno y es para todos. O debiera ser para todos, pero no lo es si Ud. llega de África o Afganistán y quiere establecerse en Alemania o Gran Bretaña o Estados Unidos.

Y, ojo, en un futuro no lejano, posiblemente se cerrarán también esas fronteras para los latinoamericanos y los del sudeste asiático.

En su Mensaje Presidencial del 31 de mayo pasado, el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, mencionó algo muy inquietante. Le dijo a la nación estadounidense que es el deber de todos estar preparados para enfrentar una catástrofe. Que hay que tener en la casa acopio de alimentos duraderos, agua envasada, combustibles, baterías eléctricas, en fin el máximo posible de elementos necesarios para enfrentar una eventual emergencia nacional de carácter extremo.

Obama no entró en detalles sobre qué clase de calamidad es la que él estaba advirtiendo. Y ciertamente, para bien o para mal, la gente se puso a imaginar toda clase de situaciones, desde una guerra mundial hasta un cataclismo de la naturaleza.

Para muchos, la noción de tener un lugar para refugiarse comenzó a darle un sentido especial a esa especie de carrera estratégica que ha lanzado Estados Unidos hacia los dos grandes océanos del mundo, para asentar el control de su poderío hasta Europa, y la Cuenca del Pacífico.

Washington presentó su expansión como tratados de libre comercio, pero estaba claro que no se trataba de eso. Tanto Europa como los 11 países de la cuenca del Pacífico invitados al TPP, todos ya tienen tratados de libre comercio entre sí y con Estados Unidos. Los nuevos tratados no agregan nada en términos comerciales.

En cambio, sí incorpora obligaciones y procedimientos administrativos y judiciales sobre la manera en que los países afectados tendrán de relacionarse con las grandes sociedades anónimas o corporaciones transnacionales, que en su mayoría tienen base en Estados Unidos.

El propio presidente Barack Obama, no tuvo reparos en señalar ante la prensa internacional que el sentido del Trans Pacific Partnership, el TPP que entusiasma tanto a nuestra presidente Michelle Bachelet, es ni más ni menos que imponer reglas que controlen la economía del futuro y que sean las que Estados Unidos quiere, y no las que China pueda querer.

Frente a la sinceridad con que Obama enunció su propósito de hegemonía mundial, por cierto las otras potencias reaccionaron. Algunas con cautela y otras con desafiante claridad.

Esta semana culminó en Rusia, el Vigésimo Foro Económico Internacional de San Petersburgo, con participación de representantes de 130 países, incluyendo al presidente de la Unión Europea, Jean Claude Juncker, y 12.000 altos representantes de 1.300 grandes empresas.

En los dos días del Foro Económico Internacional se cerraron acuerdos de negocios por 15.500 millones de dólares. Entre los más novedosos acuerdos comerciales se cuentan los suscritos por empresas italianas para instalar en Rusia grandes consorcios de servicios y plantas industriales en joint venture con inversionistas rusos. El primer ministro de Italia, Matteo Renzi, definió este Vigésimo Foro Económico Internacional, como el Umbral de una Nueva Realidad Económica Mundial.

Entre otros acuerdos, se estableció un proyecto de asociación y colaboración entre la Agencia Espacial Italiana y Roskosmos, de Rusia, para diseño e implementación de un nuevo sistema orbital de observación geográfica, capaz de prestar servicios meteorológicos y climáticos, así como de posicionamiento, orientación y teledirección de aparatos, incluyendo misiles.

Pero al margen del éxito específico del Foro, ha causado impacto la situación en que Estados Unidos se colocó a sí mismo. El Secretario de Estado, John Kerry, había declarado abiertamente su hostilidad al Foro de San Petersburgo. Señaló que Estados Unidos no participaría y que "Washington aconseja a los demás países que tampoco participen, desafiando las sanciones contra Rusia".

Y, sin embargo, pese a ello, la propia General Electric, de Estados Unidos, no sólo participó. Además suscribió un acuerdo con GazProm de Rusia para ampliación de las plantas de gas natural licuado en el norte de Siberia, cuyo bajísimo costo de producción le va a permitir competir con gran ventaja con Estados Unidos.

El caso del Foro Económico Internacional de San Petersburgo en realidad exhibe el avance de un proceso de enorme integración de las naciones de la Unión Euro Asiática, con la Organización de Cooperación de Shanghai, y las otras naciones asociadas como Irán, Paquistán, la India y Afganistán. Integración a la que ahora comienzan a incorporarse importantes naciones europeas como veíamos, Alemania, Italia, Austria, Serbia, Finlandia.

Es decir, un sector ya gigantesco de las naciones está consolidándose como zona de equilibrio completamente al margen de la hegemonía de Estados Unidos.

De hecho, también esta semana el Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Frank Walter Steinmeir, criticó duramente los aspavientos militares de la OTAN en torno de las fronteras de Rusia. El canciller alemán calificó a la OTAN como promotora del belicismo, y, en tono sarcástico señaló que estará muy lamentablemente equivocado todo aquel que crea que creará seguridad pateando el suelo con botas militares y haciendo desfiles de tanques en la frontera rusa.

Junto a ello, Bulgaria rechazó categóricamente participar en las maniobras navales de la OTAN en el Mar Negro, anunciadas por Estados Unidos como desafío a Rusia.

El Primer Ministro búlgaro, Boiko Borisov, descartó que la armada de su país vaya a aceptar unirse al plan de la OTAN de formar una fuerza naval, con participación de Rumania y Turquía, para hacer frente a la armada rusa. Y el presidente de Rumania Klaus Iohannis, señaló que la idea de una flota de guerra de la OTAN es absurda y nadie la desea en realidad.

Y en tanto, ¿qué está ocurriendo en Estados Unidos?… El tema político central en estos momentos es la posibilidad de un acuerdo entre la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton y el potente líder del sector progresista, Bernie Sanders. Sin el apoyo de Sanders, se ve en peligro cualquiera posibilidad de triunfo de la Clinton sobre el derechista Donald Trump.

De hecho, Sanders en principio rechazó la invitación de sumarse a la campaña de la Clinton, como Vicepresidente. Pero dejó ver que podría apoyarla y convocar a sus bases a sumarse a la Clinton, siempre y cuando ella asuma varios compromisos.

Por ejemplo, rechazar el TPP que el presidente Obama todavía sueña con hacer ratificar. Hillary Clinton declaró que se opone al TPP, pero Obama todavía podría tratar de maniobrar en el Congreso para obtener la ratificación en los últimos meses de su gobierno.

Si lo hiciera, produciría el quiebre del apoyo a la Clinton, y es bastante posible que el tan vapuleado Donald Trump dé el batatazo y gane la presidencia para el Partido Republicano.

Otra condición que Bernie Sanders está tratando de imponerle al Partido Demócrata es la apertura a las bases progresistas, la eliminación de los súper delegados, y una reestructuración del aparato burocrático del Partido.

Finalmente, exige una reorientación de la política internacional de Estados Unidos, cambiando el belicismo y las aspiraciones de hegemonía imperial, por una integración a un mundo multipolar, libre de liderazgos militarizados.

Lo más probable es que Sanders conseguirá que se cumplan sus exigencias. Con ello, es prácticamente segura la victoria de Hillary Clinton, unida a una profunda transformación tanto del partido Demócrata como del Republicano, que difícilmente podría sobrevivir como antes, después de sufrir esta derrota.
Así, pues, pese a su terrorífica carrera belicista, que comenzó con la guerra contra Yugoslavia, sin autorización de las Naciones Unidas; que luego apoyó con entusiasmo la invasión a Irak, también sin autorización de las Naciones Unidas, y que siguió con el bombardeo, derrocamiento y asesinato del líder de Libia, Muammar Khadaffi, ahora Hillary Clinton podría, quizás, asumir el compromiso de ganarse el premio Nobel de la Paz que Barack Obama ridículamente recibió.

En ese contexto, el accidentado proceso de globalización planetaria podría seguir adelante en términos más humanistas y racionales. Pero, para ello, ya hay un consenso muy grande en la necesidad de devolverle a las Naciones Unidas su misión y su capacidad de coordinar y conducir los acuerdos entre las naciones capaces de tomar decisiones de carácter planetario, es decir, decisiones con criterio que va más allá de los nacionalismos.

Por cierto eso no será nada de fácil. Será un proceso trabajoso y sometido a plazos imperiosos impuestos por la crisis económica, el cambio climático, y la planificación demográfica para la humanidad entera.

Está claro que los viejos partidos políticos, tullidos por la corrupción y las contradicciones teóricas, van a tener que reinventarse o redescubrirse, si quieren ser perdonados por las bases sociales.

Muchos científicos consideran que la actual propuesta hegemónica de Estados Unidos es en el fondo un intento de las grandes sociedades anónimas en procura de alcanzar la totalidad del poder político mundial mediante la oligarquización de los partidos políticos.

Para otros, la evolución natural de la especie humana sigue su curso biológico imperturbable hacia la generación de una sociedad de castas genéticamente diferenciadas en estratos de manada, con individuos alfa, beta, en fin, hasta llegar a omega.

Estamos muy cerca de auto-liquidarnos. Tenemos una magnífica baraja de estupideces posibles y suicidas, que van desde la guerra nuclear hasta la degradación letal de la delgada capa de agua dulce, tierra orgánica y aire respirable que es la biosfera planetaria.

Muchos gobernantes están tratando de entender todo eso. De hecho, el próximo 31 de diciembre va a ocurrir algo en las Naciones Unidas. Algo que puede ser extremadamente decisivo.

Se trata de la elección del nuevo Secretario General de las Naciones Unidas, al término del mandato de Ban Ki Moon. Será importante y especial porque por primera vez la Asamblea General de las Naciones Unidas podrá elegir a su nuevo jefe máximo, sin intervención del Consejo de Seguridad dominado por los 5 países que ganaron la Segunda Guerra Mundial, China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia.

Ahora, los candidatos serán propuestos por los países miembros de la Asamblea General, y deberán presentarse y ser entrevistados o interrogados por la Asamblea que finalmente va a resolver por votación democrática, cada país un voto y ningún país con derecho a veto.

Por cierto, los países que presenten candidatos comenzarán procurando encontrar el apoyo del Consejo de Seguridad. Pero ya el Consejo no podrá vetar ninguna candidatura.

Hasta ahora, se han presentado dos candidatas, ambas mujeres, para suceder al coreano Ban Ki Moon: una es Irina Bokova, de Bulgaria, que cuenta con el apoyo de Rusia y los países de Europa Oriental. La otra es Helen Clark, de Nueva Zelandia, que actualmente encabeza los programas de Desarrollo de las Naciones Unidas.

Pero en estos momentos se está presentando la postulación de otra mujer, otra candidata, Susana Malcorra, actual canciller de Argentina.

Y, para alcanzar el apoyo total de las naciones latinoamericanas, el gobierno de Macri resolvió superar su odio al socialismo venezolano, y fue partícipe decisivo en el rechazo de la OEA de sanciones en contra del gobierno de Nicolás Maduro.

Como dijo Nicanor Parra, en nuestra América Latina, la izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas.

En fin, mañana se nos acaba el otoño. Comienza el invierno, con una súper luna azul.

¿Será un invierno bueno o malo para nuestra civilización?

¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense, es necesario. Hay peligro.

 

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