[Editorial] Otra vez Lagos y Piñera

[resumen.cl] La semana recién pasada todo giró en relación a -la nada sorpresiva, pero si adelantada- carrera presidencial de Ricardo Lagos; como despertando de un mal sueño, las pantallas, diarios y dispositivos móviles se activaron por una candidatura tan anunciada como poco alentadora para las esperanzas de un país nuevo y justo. Efectivamente llega Lagos, llega Piñera, llegan los de siempre, los inefables e irredentos servidores del orden social, político y económico de los últimos 43 años; en todo caso no es ninguna sorpresa que, en época de crisis total de los políticos y la política formal, se recurra a los números probados, como dirían en el circo.

El asunto para Lagos y Piñera no es tan fácil como para embolinar la perdiz con un juego de encuestas a la suba y a la baja; los movimientos sociales y populares, con mayor o menor tino o éxito, están marcando la agenda. Es decir, el pueblo movilizado define de qué y cómo se discute, ya no son los asesores de segundos pisos en La Moneda o los operadores políticos de oscuras fundaciones, este elemento no está controlado por los políticos actuales y con personajes como Arturo Martínez en la CUT, seguro que eso no cambiará. En definitiva, los impenitentes como Lagos y Piñera tendrán en la oreja a todos quienes ya no les creen a los profetas del orden social, como se lo dejaron en claro los deudores del CAE el día del anuncio laguista.

Por último, no con mucho bombo mediático, pero de suyo importante, es la salida del clóset político de Andrónico Luksic. Si, el mismo del famoso viral de hace unos meses victimizándose por el caso Caval y sus repercusiones. Esta vez el empresario opinó acerca de la mala marcha del gobierno, deslizando su intención de entrar al ruedo político, ¿Será que en el futuro veremos -por fin- aparecer al empresariado defendiendo y gestionado el modelo que tanta rentabilidad les ha dado? Al parecer si no surge nada nuevo, esa será la definición de los años que vienen, la dictadura del mercado en plenitud, o mejor dicho para los delicados de piel, democracia neoliberal atendida por sus propios dueños.

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