EDITORIAL| La muerte de un conscripto, o el eterno odio hacia los pobres

También en el mes de mayo, pero de 2005, el país quedó atónito por la tragedia de Antuco, 44 conscriptos que hacían el servicio militar en la cordillera de la provincia del Biobío murieron producto de la hipotermia a la que se vieron expuestos dadas las decisiones de superiores instigados por un profundo y tradicional autoritarismo, el mismo que habla de "hay que hacerse hombre" y que disfraza su profundo odio a los pobres en ese tipo de ideas retrógradas y patriarcales, hoy día tan presentes en los tuits republicanos.

Como en un deja vu, esa terrible historia de torturas, desprecio y vejaciones se repite en el grupo de 45 jóvenes, uno de ellos muerto a causas de los -15 grados durante el recorrido que realizaban en Putre, en el altiplano andino. El shock del grupo llevó a que los soldados se encuentren internados, uno a punto de perder una extremidad y muchos con ventilación mecánica.

Ese hecho, aún opacado debido a la falta de información que los medios masivos han entregado y la nula colaboración del Ejército chileno para aclarar los acontecimientos y deslindar las responsabilidades de los superiores del grupo de conscriptos, todo amparado por la sobreexposición de políticos y periodistas sobre los tres policías asesinados en la provincia de Arauco, cuestión que solo sirvió para cercar las libertades que tanto dicen defender.

Volviendo al asunto, lo realmente significativo es ver las similitudes con el caso Antuco, pero también con los hechos de la semana pasada, un elemento los cruza trágicamente: todos son de origen popular, así es, yendo más allá, los policías o soldados muertos en el país -históricamente- provienen de sectores rurales y urbanos empobrecidos, esta cuestión la podemos rastrear desde que Chile es una República independiente, incluso más atrás.

Dicho lo anterior, no es extraño el silencio mediático, político y militar, no les importa, como nunca les ha importado la muerte de los pobres. Pero los tiempos cambian, la sociedad civil ya no es pasiva pese a los esfuerzos por volvernos a la sumisión mediante el miedo.

Solo queda esperar justicia para Franco y sus compañeros y, en lo político, insistir en la reformulación de las Fuerzas Armadas y policiales; cuanto no en la forma de entender la seguridad del país, temática en la que hoy solo se retrocede.

 

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