Historiador Martín Correa y militarización del Wallmapu: "Poca diferencia tiene con la ocupación militar de los días posteriores al Golpe de Estado"

El 12 de octubre, día que en España se celebra la Hispanidad y el, según su historia, descubrimiento de América, ha significado para los pueblos originarios en Latinoamérica la remembranza de la masacre y despojo de sus antepasados, ni fechas conmemorativas y menos de celebración.

En Chile, desde las escuelas, liceos y universidades, conceptos como «el descubrimiento de América» o el floreado «encuentro de dos mundos», siguen siendo simbolismos acuñados en la sociedad para omitir el genocidio de millones de indígenas y el exterminio de pueblos originarios enteros, como el Selknam.

Quizás el caso más próximo y con el que se puede ejemplificar a destajo la situación de exterminio, reducción y despojo de tierras es el del pueblo Mapuche, el que desde la instauración de la República de Chile, profundizó la pérdida de dominio por sobre sus territorios, situación que se convirtió en un genocidio durante la llamada Pacificación de la Araucanía y la entrega de tierras a colonos e integrantes de la oligarquía chilena.

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De esto y más conversó con Resumen el doctor en Antropología, historiador y autor de «La Historia del Despojo» y del recién publicado libro «La Revancha. Golpe en la Araucanía» (de CEIBO Ediciones), Martín Correa, quien aterrizó la situación del genocidio y despojo de los pueblos originarios del continente en Chile, haciendo un paralelo entre nuestro Estado, el pueblo Mapuche y su territorialidad.

– Primero nos enseñaban del descubrimiento de América, luego del encuentro de dos mundos, para adornar un poco la barbarie europea sobre los pueblos originarios. ¿Cuán presentes siguen estas ideas en la sociedad y cómo se reproducen hasta el día de hoy?

No fueron descubiertos, en definitiva, fueron cubiertos. Va por  un tema de inventar una historia en que los pueblos originarios en Latinoamérica están destinados a la desaparición. También tiene que ver con la idea de utilizar conceptos que legitiman la occidentalización de Latinoamérica, de Abya Yala.

En el caso de Chile, ya haciendo un salto largo, cuando se habla de pacificación en la Araucanía, tampoco fue una pacificación ni un encuentro de dos mundos, fue una invasión a sangre y fuego para hacerse del territorio mapuche. Entonces, en ese sentido, yo creo que hay que ser bien cuidadoso con las palabras y con los conceptos que se enseñan, porque estos son conceptos, palabras, ideas, que se enseñan en los liceos, en los colegios, en las universidades, y que son ideas que se plantean también en la televisión, en las redes, en los diarios. En definitiva, van haciendo la construcción de un ideario país, de un ideario latinoamericano que para mí no es tal. Gran parte de la riqueza latinoamericana está dada por la existencia de los pueblos que habitan allí ancestralmente.

– ¿De qué manera la conmemoración del 12 de octubre se transforma en un simbolismo de la permanencia del despojo y reducción de los pueblos originarios de Latinoamérica?

La conmemoración del 12 de octubre -porque, de un tiempo a otro, por suerte, ya no se celebra tanto como se conmemora-- marca la llegada de Europa, del, mundo «civilizado» a Latinoamérica, con la imposición de dioses, idiomas, banderas, cosmovisiones, que no nos pertenecen. Es imposición. No es encuentro de dos mundos.

Cuando se habla de descubrimiento, que yo creo que es encubrimiento o cubrimiento, y se celebra o se conmemora, esto de alguna manera está dando el pie para negar o invisibilizar la ocupación del territorio Mapuche, además de la negación de los pueblos originarios, porque no solamente estamos hablando del pueblo Mapuche, sino del pueblo Colla, del pueblo Quechua, del pueblo Aymara, del pueblo Rapa Nui, etc. Variedades de pueblos que, en su diferencia, hacen más rico y más diverso este país, y hacen en definitiva un país con identidad.

– Llevando este tema a una realidad más cercana, ¿Cuándo inicia el despojo territorial del pueblo mapuche y la instauración de la propiedad privada sobre sus tierras?

Hay un primer momento, cuando se crea Chile, que es posterior a la presencia ancestral Mapuche, y que es cercana, recién hace 180 años, lo que para la historia de una civilización es muy poco. En un principio, la autoridad chilena, los padres de la patria, hablaban de nuestros nuevos vecinos y amigos. O'Higgins hablaba del lustre de América, combatiendo por su libertad, refiriéndose al pueblo Mapuche. Luego viene la firma del Parlamento de Tapihue, en 1825, que es la continuidad de 29 parlamentos que se firmaron con la Corona Española, en que se reconocía la autonomía del pueblo Mapuche y la jurisdicción sobre el territorio que se extendía del río Bíobío al sur.

Textualmente, el Parlamento de Tapihue habla de la frontera del Bíobío, que es la línea de frontera que separa al país de la tierra, lo dice así en los artículos 18 y 19. Al sur del Bíobío, las autoridades Mapuches tenían la jurisdicción para castigar a todos aquellos chilenos que cruzaran esta frontera. Por tanto, se reconoce la autonomía y se reconoce la jurisdicción. La autonomía y la jurisdicción son desconocidas a partir de 1850, empiezan los primeros discursos de ocupar este vasto territorio al sur del Bíobío, el territorio Mapuche. Porque ya no están los nuevos vecinos amigos, ahora están los indios, flojos, bárbaros y borrachos.

Lo que se hace ahí y que encuentra su parangón a lo largo de la historia de Chile, es estigmatizar a un pueblo, categorizarlo de alguna forma y señalar que este pueblo habitante de este territorio no tiene derechos sobre su territorio. Es «res nullius», como se dice en latín, tierra de nadie. Y, en definitiva, una vez que se estigmatiza a través de la prensa --El Mercurio, El Correo del Sur, que hoy día su versión es el Diario Austral--, empiezan a solicitar el ingreso del ejército ante la posible invasión de bárbaros araucanos. El objetivo que hay detrás de esto es entregar este gran territorio a colonos extranjeros y particulares chilenos vinculados a las oligarquías regionales.

Entonces, una vez que se estigmatiza a través de la prensa, los particulares solicitan al Ejército el ingreso al territorio, hasta entonces, autónomo. Luego viene el Estado chileno que remata y adjudica estos grandes territorios a particulares, y colonos, insisto. Y lo que es el pueblo Mapuche, que tenía ocupado una extensión de 10 millones de hectáreas, es radicado, o reducido, más bien, en 500 mil hectáreas. Esto es importante, porque cuando viene el proceso de radicación-reducción, la ley de 1866, se señala que la comisión radicadora se va a trasladar a cada uno de los sectores donde habitaban mapuches. Iba a reconocer su territorio, iba a levantar un plano y le iba a adjudicar lo que ocupaban. Pero lo que se hace primero es rematar el territorio, y luego se le adjudica a los mapuche. Y de ahí, el restante, las peores tierras, dejando fuera territorios de ramoneo, de pastoreo, territorios de reproducción cultural, como son los guillatúes, los paligües, los cementerios; se les adjudica las peores tierras. Si uno revisa los planos de adjudicación, ya tienen a los colonos y a los particulares al lado, forman parte de los planos, y la ley decía que, primero, se debe reconocer el territorio ocupado, por tanto, se está pasando por encima de la propia ley que el Estado chileno se dio.

– ¿De qué manera la actual militarización del Wallmapu podría configurar una extensión de las políticas de reducción y control territorial del Estado chileno sobre el pueblo mapuche?

Es una extensión de lo que pasó hace ya 120 o 140 años. Si tomamos en cuenta, por ejemplo, que el origen de todas las ciudades que se levantan al sur del Bíobío nacen de fuertes, o sea, Los Sauces, Angol, Collipulli, Victoria, Lautaro, Purén, Temuco, son todos fuertes. Entonces, va avanzando el Ejército y detrás viene el mensurador Teodoro Smith, que va hijuelando los territorios en hijuelas de 50 hectáreas que luego son rematadas en la Junta de Almoneda de Santiago y Valparaíso, y los mapuches son expulsados de sus procesiones y se instalan ahí fuertes, que es lo que se está haciendo hoy día y hace un buen tiempo.

No se entiende la presencia chilena en el territorio mapuche sino es a través de la violencia. Tuvieron su momento de encuentro, por ejemplo, a través de la Reforma Agraria, que se le es reconocida en devolución más de 150 mil hectáreas, pero después del Golpe de Estado, nuevamente a través de una ocupación militar, es revertido este proceso. 

Hoy día lo vemos a través de los asentamientos militares en Pailahueque y levantamientos de reductos militares en Traiquen y Curacacautin, es decir, la relación del Estado chileno, salvo momento excepcionales, ha sido de violencia.

– Considerando los más de 500 días de permanencia del Estado de excepción en zonas del Biobío y la Araucanía ¿Ha podido el gobierno de Boric, declarado como progresista en el tema, revertir en algún punto la política histórica de despojo hacia el pueblo mapuche?

La militarización del territorio no revierte la relación que ha tenido el Estado chileno con el pueblo Mapuche, es una continuidad de la misma. Hay que tomar en cuenta que la presencia militar en territorio Mapuche forma parte de la memoria mapuche. Para el pueblo Mapuche, la presencia militar, en distintos grados, ha estado siempre presente.

Hoy día, ir a las comunidades que están estigmatizadas como la zona roja, es ir a territorio ocupados militarmente y que poca diferencia tiene con la ocupación militar de los días posteriores al Golpe de Estado, poca diferencia tiene con la ocupación militar de Wallmapu, una vez desarrollada la mal llamada pacificación de la Araucanía.

Lo que hoy día le ocurre al pueblo mapuche, se lo cuenta un abuelo a su nieto y este abuelo lo escuchó de su abuelo y a la vez, este de su abuelo, estamos hablando de tres generaciones, lo que para un pueblo con memoria, es ayer.

– ¿Cuáles podrían ser las medidas para abordar el conflicto entre el Estado chileno y las comunidades mapuche más allá de la militarización de su territorio?

El camino va en reconocer, no solamente lo que el Estado o los particulares están dispuestas a ceder a las comunidades Mapuche, está en reconocer a las comunidades Mapuche, a los territorios Mapuche lo que fueron las tierras antiguas, aquellas tierras despojadas a las familias mapuche, de las comunidades. 

Lo que está en conflicto hoy día es la legalidad de los papeles de las empresas forestales, de los latifundios, con la legitimidad de la demanda territorial mapuche.

Yo creo que se debe partir de la legitimidad de la demanda, para, de ahí enfrentar con voluntad política, la restitución territorial mapuche, que es la base de la supervivencia cultural y material del pueblo Mapuche.

 

Foto principal: Wikipedia

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