Ya está en Kioscos RESUMEN Nº12.

EDITORIAL.

Después del terremoto y maremoto que afectó a las comunas de nuestra Región de Concepción, la tele nos da a creer que ante un sismo como éste, nada se pudo hacer y que nos tendremos que sacrificar bastante más que aaltntes para reconstruir lo destruido. Veamos.

Un Estado Catastrófico.
El SHOA fue alertado por el Centro de Alerta de Tsunami del Pacífico (PTWC) de EE.UU. de que vendría un maremoto minutos después del terremoto (a las 3:46), pero el marino encargado de la comunicación con esta institución no sabía hablar inglés y no entendió el mensaje. Pero, aunque no hubiese spik english, es una norma internacional que después de un sismo mayor que 7,5 grados se debe dar la alerta de maremoto, y el epicentro y la magnitud ya se habían conocido 6 minutos después del sismo. Así fue como durante la mañana del sábado Bachelet, Jaqueline Van Rysselberghe y Jorge Ulloa, diputado por Talcahuano, profesor de Geografía y bombero, negaban el maremoto.
Además de no proveer de información oportuna y veraz a la población, las instituciones que deben desplegar todas sus capacidades en estados de emergencia terminaron sirviéndose de Bomberos y de Radio Bío Bío. Cuando los celulares colapsaron, la ONEMI no tenía teléfonos satelitales desplegados en la zona afectada, siendo que los más básicos cuestan menos de un millón de pesos. Los militares pedían combustible y agua a bomberos y los carabineros vieron interrumpidas sus comunicaciones.

Toda esta negligencia se convierte en un ridículo, cuando recordamos todo el gasto que se ha hecho en «seguridad». Chile es el país que hizo el mayor gasto militar por habitante en toda América Latina el 2008. El gasto en seguridad casi llegó a los 290 dólares por chileno (más de 30 mil pesos), sin embargo esto no nos salvó. En realidad esta seguridad no era para nosotros, era para guerras contra enemigos externos o internos (nosotros mismos).

Según el Geógrafo y Físico Marcelo Lagos, el SHOA está obligado por ley a elaborar mapas de inundabilidad por maremotos. Sin embargo, aparte de que sólo había mapas para las ciudades de la Bahía de Concepción y para Constitución, estos nunca se han tomado en cuenta para la construcción de ciudades. De hecho, hasta el 2005, estos mapas fueron conocidos sólo por la Armada, la ONEMI y los Alcaldes.

La situación en la Provincia de Arauco y en zonas rurales, es de completo abandono. Por la lejanía de la capital regional y la facilidad de aislarlos comunicacionalmente, han sido los últimos en recibir ayuda.

Muestra de esto es que se denominó una "zona 0" a un edificio que, sin ignorar la situación de las víctimas de esta criminal estafa inmobiliaria, no se compara con el sufrimiento de miles que han quedado sin nada y en el completo abandono.
De a poco, los medios han llegado a Arauco y a algunos pueblos, pero sus dichos sobre estas realidades son llamados indignos, a la lástima y a la caridad.

La ayuda ha tenido una lenta y negligente recepción de parte de las actuales y pasadas autoridades. Un hospital ruso de campaña, con 50 especialistas, se fue a petición del ministerio de salud, quienes dijeron que la baja demanda del hospital no justificaba su presencia. El problema es que, contra la voluntad de los rusos, este hospital se designó a Puente Alto, Santiago y nunca llegó al lugar de la catástrofe, donde se dirigía la misión. En Puente Alto, el alcalde los retuvo para que solucionaran problemas crónicos de su precario sistema de salud.

Los 27 expertos en evaluación de daños y riesgos, provenientes de Venezuela, no han pisado nuestra Región que pide a gritos especialistas que evalúen seriamente sus casas.

En Lota, funcionarios municipales han denunciado que el gobierno ha desviado toda la ayuda al Hogar de Cristo y Techo para Chile. La comunidad de chilenos en Francia les envió dos contenedores de ayuda, directamente a ellos, sin embargo el gobierno las traspasó a estas instituciones de caridad.

Vecinos de Centinela 1 y 2, caleta Tumbes, Libertad, Gaete y otras más en Talcahuano, no han tenido un suministro satisfactorio de agua y de comida. En el caso de Tumbes, sus vecinos reconocen que ellos han comido gracias a la solidaridad de personas que voluntariamente los han ayudado, pues la asistencia del Estado es insuficiente. El reclamo de Centinela es por techo, agua, comida y trabajo. Esta situación se repite en poblaciones de comunas como San Pedro, Penco, Chiguayante y Coronel.

Al segundo día del terremoto, el clima era de incertidumbre general. Los anuncios de las autoridades regionales y nacionales eran como sacadas de cualquier situación, menos de la que vivíamos. La gente comenzó a agolparse en los supermercados. Los carabineros que ahí estaban no tenían órdenes de nada, pero hacían lo que les han dicho siempre: cuidar la propiedad.

Los vecinos eran muchos más y estaban dispuestos, por lo que los policías fueron sobrepasados. Finalmente, en algunos casos, los mismos carabineros controlaron o contuvieron la retirada de alimentos, haciendo filas o tirando bombas lacrimógenas. Después de esta jornada, autoridades anunciaron una de las más estúpidas y fascistas medidas dentro de la catástrofe: las poblaciones «saqueadoras» serán las últimas en recibir ayuda.

Según esto, los saqueadores venían de las mismas poblaciones donde van a buscar votos en masa: Boca Sur, Michaihue y San Pedro de la Costa en San Pedro; Centinela y Libertad en Talcahuano; René Schneider, Parque Central en Hualpén, Corte Lientur, La Isla Andalién, Nonguén y Palomares en Concepción, Villa Futuro, población Los Presidentes y Leonera, en Chiguayante.

La marginación de estos vecinos, que esta vez se disfrazó de castigo, ha sido la de siempre y si no la combaten, se quedarán con sus empleos mal pagados y sus casas dañadas, sin que ello signifique un problema para quienes los condenan a diario.

Como coronando esta medida, Bachelet anuncia la salida de los militares a la calle al día siguiente, como forma de resolver todos los problemas, concentrados en el riesgo  en que estaba la propiedad de los grandes.

Por gran parte de la población, fueron recibidos como los salvadores de la inseguridad generada por el rumor de la «hordas de delincuentes». A los días y semanas, hubo un reconocimiento de esta locura colectiva como el efecto de un rumor y paralelamente, los militares comenzaron a tener nuevas experiencias:
En Talcahuano, contuvieron a los vecinos de Santa Clara que protestaban contra un vertedero que la municipalidad estaba haciendo en su población, destruida por el maremoto. Además estuvieron esperando a los Estibadores del Puerto de Talcahuano, para que no se manifestaran en el frontis del puerto de San Vicente, en defensa de su trabajo.
En Hualpén, infantes de marina, asesinaron a golpes a un vecino que caminaba en horas de toque de queda. Los infantes cumplieron con el mandato de Ulloa y Rivera: disparen a matar… Aquí golpearon hasta matar.

Un negocio catastrófico.
Vimos como el terremoto desenterró el crimen del negocio inmobiliario. Los vecinos de poblaciones como Centinela en Talcahuano, de Michaihue en San Pedro o de los edificios dañados en Concepción sufren sus consecuencias.

La destrucción en poblaciones del sector Las Salinas en Talcahuano, pudo haber sido evitada. Si las pesqueras no hubiesen rellenado los humedales y enangostando los canales, el mar habría tenido vías de drenaje. Sin embargo, sobre los humedales estaban las plantas de harina de pescado y los canales habían sido enangostados; por primera vez en los `80 y por segunda vez el 2002. Estos fueron símbolos del desarrollo y el que decía lo contrario… no sabía nada de economía.

El suministro de agua potable, no sólo ha sido lento en su normalización, sino que ha sido deficiente en cuanto a su distribución. Essbio no ha instalado plantas potabilizadoras de agua de emergencia, propiciando la aparición de enfermedades en vecinos que deben consumir agua contaminada. Las punteras; sistema autónomo de abastecimiento de agua, han sido la salvación para poblaciones enteras que sin ellas no habrían tenido agua en días.

Nos dimos cuenta que dependemos de los supermercados. El crecimiento desordenado de las ciudades ha impedido una vida autónoma en varios sentidos. Así como tenemos comunas que no producen trabajo para sus habitantes y que crecen como un gran dormitorio, en nuestras comunas tampoco se producen alimentos para nosotros mismos. Los alrededores de nuestras ciudades están tapados en pino y eucalipto que secan la tierra y que obligan a las familias campesinas a dejar la agricultura e irse a la ciudad. La producción de alimentos la terminan manejando grandes empresas, con costos que terminamos pagando nosotros mismos.

Ante los abusos catastróficos,  una organización para la dignidad.

Hoy la derecha dice: ahora me toca a mí. La Reconstrucción permitirá hacer grandes negocios para un gobierno hecho de gerentes. No sabremos cuál será el monto del robo de los saqueadores de verdad, porque este se ampara en las leyes que comenzó la dictadura y que terminó de pulir la Concertación. Lo que si sabemos, es quién paga.

En el Código del Trabajo, preparado por el propio hermano del presidente, José Piñera, puede leerse en el Artículo 159 que, una de las causas por las que un contrato puede terminarse es, Caso fortuito o fuerza mayor. Esta causa la han invocado las empresas que han despedido a miles de trabajadores.

Después que se habían hecho los despidos presupuestados, el gobierno hizo una interpretación de esta ley, en la Inspección del Trabajo. Esta consiste en que el despido se justifica cuando los daños provocados por el terremoto supongan la nula posibilidad de mantener el puesto de trabajo de los trabajadores. De la recontratación y en qué condiciones, no se dice nada.

Los trabajadores en sus barrios son vecinos. Algunos han perdido todo y la mayoría ha tenido que enfrentar gastos en la compra de servicios que el Estado no garantiza. Esta situación se agudiza cuando se está despedido, pues comienzan a acumularse necesidades que podrían ser satisfechas comprando, pero no se puede. Los empleos de miseria (inestables, mal pagados, explotadores) continuarán y quizás aumentarán. Pero en nosotros debe cambiar algo muy importante; dejar de pensar en que solos y aislados podremos resolver nuestros problemas, que son los de todos.

Hace tiempo la realidad nos demuestra que comprando lo que nos corresponde por derecho, nos hace endeudarnos y terminar con más problemas que antes. Hoy llegó la hora de no endeudarnos con nadie, hoy llegó la hora de reclamar lo que siempre ha sido nuestro: la dignidad.

Nuestra Región debe volver a levantarse para conseguir su Segunda Independencia, la de la Dignidad.
Alimentación, Educación, Vivienda, Salud y Trabajo para Todos.
Resumen, abril 2010

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