Coronel y Lota: comunas hermanadas en su historia y lucha

altRecostadas en el borde costero de nuestra región, entre las aguas del Golfo de Arauco y los primeros contrafuertes de la Cordillera de Nahuelbuta, las comunas de Coronel y Lota no sólo ocupan un mismo escenario geográfico: han ido escribiendo al mismo tiempo una historia, en que los momentos compartidos son los más, y en que las experiencias comunes han impreso un sello que las identifica, nítidamente, en el acontecer histórico nacional. Son la puerta de entrada a la llamada en su momento Baja Frontera, y a la ya casi legendaria Zona del Carbón. En efecto. Hay un tercer elemento que, junto al golfo y a Nahuelbuta, configura una trilogía: Los mantos subterráneos y submarinos de carbón, que se constituyeron  en el motor de  la economía local a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Puede decirse, sin temor a equívocos, que el carbón es el gran organizador espacial del área, y al mismo tiempo, el forjador de una historia que ha dado la vuelta al mundo en la literatura, la música o el cine.

El uso del carbón, y por consiguiente su explotación, fueron estimulados por las fundiciones de cobre y por la navegación a vapor, recién llegada al Pacífico. Más adelante, todo el proceso de industrialización que estimulara el gobierno del Frente Popular con don Pedro Aguirre Cerda, al igual que el desarrollo de la empresa de Ferrocarriles del Estado, tuvieron en un primer momento como base energética el carbón de nuestra zona. La época de oro de la actividad carbonífera se sitúa entre los años 1950 y 1960. A partir de la llamada huelga larga, coincidente con el terremoto de 1960, la actividad carbonífera empieza a declinar, y el intento de recuperación y fortalecimiento que se esperaba con la creación de la Enacar se vio frustrada por los cambios que impuso el gobierno militar a nuestra economía.

Pero estas comunas no sólo entregaron a Chile el carbón que alimentó los primeros pasos de su desarrollo industrial. Aportaron asimismo un nivel de conciencia y de organización proletaria que se constituyeron en un pivote del movimiento obrero y popular en nuestra patria. Junto con los calicheros del norte, los mineros del carbón iniciaron a principios del siglo XX un largo proceso de movilización social en pos de mejores condiciones de vida y por la dignificación de la fuerza laboral. Las huelgas del carbón fueron como faros que alumbraron al pueblo chileno el camino de sus reivindicaciones.

Actualmente, el carbón ya no es motor, y cada vez es más un recuerdo. La explotación del mar con sus enormes y  variados recursos muy irresponsablemente manejados, ha dado un fuerte impulso a la pesca industrial, en tanto la presencia abundante de ricos suelos de aptitud forestal ha potenciado esta  actividad  como basamento económico. Sin embargo, la historia ha quedado, y hablar de Coronel y Lota es rememorar la gesta silenciosa de aquellos viejos mineros que con  pala y picota, con sudor y sangre comenzaron, a mediados del siglo XIX,  a levantar los andamiajes del desarrollo nacional.

Las comunas mineras de Coronel y Lota están, pues, hermanadas en el espacio y en el tiempo,  y han legado a la patria, junto con Curanilahue y Lebu,  una singular expresión de roto chileno: el minero del carbón.

Foto: Barrio de Lota después del terremoto.

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