Los BRICS se reivindican ante su creciente peso económico mundial

Las potencias emergentes que se agrupan en los BRICS (Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica) son el actual motor económico mundial y exigen que se reconozca su equivalente peso político y financiero en un mundo aún dominado por las erráticas potencias occidentales. En la clausura de la cumbre de Durban, denunciaron la militarización de los conflictos sirio e iraní y apostaron por una salida política y negociada a ambos dosieres.

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La elección de Durban (Sudáfrica) como sede incluye un mensaje: la apuesta de los BRICS por un nuevo orden mundial pasa por África y sus potencialidades para suministrar energía y materias primas a unas economías que concentran el 45% de la fuerza salarial mundial.

No hay duda de que China es la punta de lanza de los BRICS, sobre todo económicamente, y de que lidera ya desde hace años el desembarco en el Continente Negro. Segunda potencia mundial y con un crecimiento previsto del PIB del 8,2% para 2013, sus datos hacen palidecer de envidia a europeos y estadounidenses. Y el hecho de que, tras Rusia, África haya sido el primer destino oficial del nuevo presidente, Xi Jinping, ilustra la importancia que Pekín concede a sus crecientes intercambios (infraestructuras y préstamos a bajo interés a cambio de minerales y materias primas) con África.

Presencia China en África

Es indudable que el creciente peso chino en el continente africano no está exento de tensiones y de conflicto de intereses. Pero resulta irónico escuchar a las antiguas potencias coloniales occidentales exigir un respeto a los africanos que ellos nunca tuvieron ni tienen hoy, cuan- do siguen ofreciendo dinero e inversiones con unas condiciones mucho más draconianas que el Gobierno chino.

Mientras China -para bien y para mal- no se inmiscuye en cuestiones políticas internas africanas, Rusia es el país que apuesta por dar un impulso más político no a sus relaciones con África sino a los propios BRICS. Anfitrión de su primera cumbre en 2009 en Ekaterimburgo (Urales), el inquilino del Kremlin, Vladimir Putin, concibe los BRICS como un elemento clave en la consolidación de un mundo multipolar que supere los esquemas de la Guerra Fría y de la dicotomía Norte-Sur.

Siria e Irán

En la conclusión de la cumbre, los BRICS hicieron público un comunicado final en el que muestran su preocupación ante el deterioro de la situación en Siria y ante los riesgos de una escalada militar contra Irán.

Las cinco potencias emergentes reafirman su oposición a lo que consideran «creciente militarización del conflicto» sirio y reiteran su alineamiento con el comunicado de Ginebra del pasado 30 de junio de 2012.

Este último, adoptado por los ministros de Exteriores de los principales países afectados por el futuro de Siria y patrocinado por el jefe de la diplomacia rusa, Sergei Lavrov, prevé la puesta en marcha de un proceso de transición política sin condiciones previas como la salida del poder del presidente Bashar Al-Assad.

Sobre Irán, reiteran que no hay alternativa a una solución negociada al problema nuclear iraní y reconocen «el derecho de Irán a utilizar la energía nuclear con fines pacíficos».

Junto con Rusia y China, aunque en un plano más discreto, pero importante a escala mundial, se sitúan India, que no termina de despegar y alcanzar un rango comparable al de su población (1.200 millones), y Brasil, subcontinente y principal potencia latinoamericana.

Finalmente, el anfitrión sudafricano presenta unas cifras muchísimo menos llamativas pero espectaculares en el contexto africano. Su desarrollo en infraestructuras y comunicaciones y su despegue político (no exento de contradicciones) tras el final del apartheid lo convierte en el referente de África.

Las cinco grandes potencias emergentes (BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), clausuraron su quinta cumbre anual reivindicando el peso que corresponde a un grupo de países que no solo concentra el 42% de la población mundial sino que produce el 25% del PIB y un crecimiento que contrasta con la crisis sin solución que afecta a los países occidentales.

Principio de acuerdo sobre el Banco de Desarrollo propio

Vértigos financieros y dificultades no explicitadas limitaron el alcance del anunciado acuerdo en torno a la creación de un Banco de Desarrollo que se constituya en alternativa a las instituciones financieras occidentales del FMI y el BM. Frente a quienes anunciaron a bombo y platillo que Durban iba a ser una suerte de Bretton Woods para los BRICS, el anfitrión y presidente sudafricano, Jacob Zuma, anunció el lanzamiento oficial de negociaciones, y no la creación del Banco en sí mismo.

Una de las desavenencias tiene que ver con el capital inicial a desembolsar para financiar las necesidad de infraestructuras del grupo (4.500 millones de dólares al año ) y de los países en desarrollo. La previsión inicial era de 50.000 millones de dólares, 10.000 millones por cada país. Mientras Sudáfrica no ocultaba su inquietud por tener que desembolsar el 2,5% de su PIB, fue Rusia la que frenó el acuerdo, proponiendo una cifra de salida de 2.000 millones. Tampoco hubo acuerdo en torno a la sede de la institución financiera, aunque se barajó que fuera el propio país sudafricano (o Rusia).

Los BRICS anunciaron asimismo la creación de un fondo de reserva de 100.000 millones de dólares.

Todos los puntos pendientes serán negociados al margen de la cumbre del G20 en setiembre en San Petersburgo. GARA

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