El Saqueo del Patrimonio Histórico de Chile durante la dictadura ladrona

El régimen militar no solamente entregó a precio vil las riquezas naturales y las industrias estatales del país sino que el propio Pinochet se encargó de quedarse con reliquias históricas cuyo valor no puede ser evaluado.

Uno de los aspectos más desconocidos de la dictadura criminal y ladrona que a nombre de la derecha encabezó Augusto Pinochet, fue el saqueo del patrimonio histórico del país.

Frente a esta piratería increíble, nadie puede alegar que fue para evitar una guerra civil, como con descaro el momiaje intenta ahora justificar su participación en el saqueo de Chile y la creación de una sociedad injusta y discriminatoria.

Mientras los grandes empresarios como los Matte, se quedaban con las riquezas naturales, Pinochet se enfocaba en el mercado ilegal de armas, la recolección de donaciones de ricachones agradecidos, el desvalijamiento de los bienes de los detenidos y los exiliados e incluso, la apropiación de sus casas y departamentos.

Por un par de años, Avelina Ugarte Martínez, madre del tirano, vivió en un departamento de las Torres del San Borja, cerca de la esquina con Alameda y Portugal, propiedad de una exiliada.     

El ladronzuelo y criminal, robó todo lo que pudo, algo que será imposible de establecer por la maraña de cuentas bancarias secretas que estableció, por el misterio del monto exacto de las coimas recibidas por la compra de armamentos en el extranjero, tampoco por la venta de armas a Croacia durante las guerras civiles provocadas por la desintegración de la extinta Yugoeslavia y otros delitos similares.

No satisfecho con eso, transformó en su propiedad privada el patrimonio histórico nacional. Incluso, en su velador llegó a guardar el Diario Militar.

Desfachatado al extremo, cuando el investigador Armando Moreno Martín, le preguntó si aún mantenía en su poder esa reliquia a comienzos de la década de 1990, le respondió: «Lo tengo guardado en mi velador. Es uno de mis libros de referencia».

Pensaba conservarlo, pero los esfuerzos de Moreno, del historiador José Miguel Barros y de Bárbara de Vos, directora del Museo Histórico Nacional, finalmente se logró que el dictador devolviera el valioso Diario a sus legítimos custodios.

No le fue fácil deshacerse de este texto de 250 páginas y fue conservado por varias generaciones de descendientes de José Miguel Carrera hasta 1974, cuando se lo robaron los agentes de la dictadura para llevárselo a Pinochet, quien al final muy compungido devolvió el documento.

«El capitán general Augusto Pinochet Ugarte entregó, el martes, al Ejército, en manos de Juan Emilio Cheyre, el manuscrito original del diario», afirmó en su momento el ex embajador Barros.

Se trata de un texto, considerado un documento esencial para la reconstrucción de la primera etapa de la Guerra de Independencia (Patria Vieja, 1810-1814).

En 1974 uno de los descendientes de Carrera legó el documento al Museo Histórico Nacional, donde los agentes pinochetistas lo hurtaron seguramente con la anuncia de Mario Arnello, un fascista ideológico, nombrado a cargos de la Biblioteca Nacional. Bárbara Voz, nueva directora del museo, le había reclamado su devolución al ex dictador mediante cartas desde fines de 1990, pero éste las ignoró hasta cuando Cheyre recibió del propio Pinochet el histórico diario militar.

El manuscrito está narrado en primera persona y es un pormenorizado relato del primer proceso de la Independencia, en la que Carrera también gobernó (1812-1813).

Pero, se han perdido la espada original de Bernardo O’Higgins y cuando las sospechas recayeron sobre Pinochet, el Museo Histórico recibió una réplica.

Tampoco aparece la piocha de O’Higgins, símbolo del poder que se coloca en la banda presidencial. Cuando Patricio Aylwin asumió la presidencia, recibió una falsa.

Además, varios cuadros valiosos de La Moneda, como un retrato de Diego Portales, desaparecieron después de que los militares se tomaron el poder, con el pretexto de que se quemaron en el incendio del Palacio presidencial desatado por el criminal bombardeo que corrió por cuenta de la Fuerza Aérea, una infamia para la que no se puede pedir ni perdón no olvido.

En La Moneda, igualmente desapareció –¿o se la robaron? — el Acta de la Declaración de la Independencia de Chile, firmada en Talca el 12 de febrero de 1818, por el Director Supremo, Bernardo O’Higgins, al cumplirse el primer aniversario de la batalla de Chacabuco.

Incluso no esta claro dónde se encuentran hoy el fusil AK que Fidel Castro le regaló a Salvador Allende, y su reloj pulsera marca Galga Coultre,

Como se ve, estos criminales saquearon todo lo que pudieron y aun se andan ostentando por allí.   

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