Charles y otros cabros de la resistencia, las historias que deben contarse

chicos_del_Valentin

     ¡Para donde va señor Ramírez, vuelva a su asiento!

Pero el aludido no hizo caso, apartó al profesor de un empujón y salió de la sala de clases perdiéndose con rumbo desconocido. Se trataba de Charles Ramírez Caldera, alumno de uno de los 4tos medio del Liceo Valentín Letelier, el único de aquel curso que se atrevió a levantarse, para, quizá, intentar alguna acción de resistencia la mañana del 11 de septiembre de 1973.

Al tenor de lo que ocurriría en las horas y días posteriores algunos pensaron que no lo volverían a ver. Pero semanas después, cuando se restablecieron las clases, Charles apareció, se disculpó con el maestro y pudo terminar su año escolar. Para el y para muchos de sus camaradas se abría un largo y peligroso camino de luch

a clandestina, que en su caso terminó abruptamente el 29 de junio de 1981. Ese día resultó abatido en la esquina de Apoquindo con Manquehue, en momentos que cubría la retirada de sus compañeros de la Fuerza Central del MIR, tras un asalto bancario destinado a conseguir fondos para la resistencia.

Fue el último acto heroico entre varios que protagonizó. Un año antes había encabezado otra operación audaz, de alto impacto público, que consistió en sustraer del Museo Histórico Nacional la bandera que presidió la firma del acta de independencia de Chile, en febrero de 1818. Con esta acción el MIR inauguró las operaciones de las Milicias de la Resistencia.

El gesto de Ramírez, aquel día 11, no fue un simple arrebato adolescente. Su trayectoria habla de un profundo compromiso y consecuencia, que lo llevó a efectuar tareas de alto riesgo, en la última de las cuales sacrificó su vida. Por eso su nombre fue incorporado, con mucha justicia, al memorial de valentinianos caídos en la lucha contra la dictadura y figura al lado del de Paulina Aguirre Tobar, la joven combatiente, el de Álvaro Barrios Duque, de Jorge D’orival Briceño, Miguel Nash Sáez, los hermanos Abelardo y Eduardo Quinteros Miranda y Robinson Gonzáles Farías. Todos estudiantes y docentes detenidos desaparecidos y ejecutados políticos.

Nada de lo que vendría podían imaginar los adolescentes de aquel cuarto medio valentiniano. Menos el camino que recorrería Charles y muchos otros chicos como él, que ese día intentaron resistir a la feroz maquinaria de muerte que se abatía sobre Chile. ¿Adonde fue ese día el alumno Ramírez? ¿Quizá se juntó con otros valentinianos que pretendieron enfrentar al enemigo con un revolver de bajo calibre que ni siquiera tenía su carga completa de tiros. ¿O tal vez hizo como los del FER del Liceo de Aplicación que se reunieron con obreros del sector y esperaron armas que nunca llegaron? ¿Se habrá ido a concentrar en alguna industria del Cordón Vicuña Mackenna, como hicieron una niñas del Liceo Nº5, que concurrieron con sus flamantes bolsitos de primeros auxilios y organizaron una posta improvisada en la industria Luchetti y luego en Easton Chile?

Hay una historia no contada sobre Charles y los demás chicos y chicas rebeldes de aquel 11 de septiembre. Relatos que hablan del nivel de compromiso y de la valentía de una generación, sin la cual no es posible explicar la resistencia y recomposición del movimiento popular bajo una dictadura tan brutal.

Los 40 años transcurridos desde aquel martes fatídico comienzan a develar algo de esas historias, pero faltan muchas más y en parte es responsabilidad de los propios protagonistas escribirlas o contarlas para que ese patrimonio de experiencias no se pierda en el olvido.


Articulo Relacionados:

40 Años: Memoria y espacio público, las marcas de la historia.

Diario de un niño tomecino en los centros de detención y tortura de la dictadura

El Instituto Nacional rinde homenaje a sus víctimas de la dictadura

Etiquetas
Estas leyendo

Charles y otros cabros de la resistencia, las historias que deben contarse