La Vergüenza

Los grandes focos noticiosos siguen centrados, previsiblemente, en Venezuela y Ucrania. Y, una vez más, nuestras deducciones han seguido cumpliéndose, aunque ahora hasta los políticos imperiales parecen haber comenzado a darse cuenta de cómo es esa realidad que se nos viene encima y que al parecer ellos no lograban o no querían ver.
Por lo pronto, la ofensiva diplomática de Estados Unidos claramente ha desbarrado. A pocos días de que Barak Obama anunciara que la comunidad internacional en pleno castigaría a Rusia dándole la espalda y dejándola aislada... bueno, es Estados Unidos el que parece ir quedándose aislado.


Por lo pronto, con el apoyo de Asia continental, desde Belarus hasta la China, incluyendo a la India, y el de la mayor parte de América Latina y África, Rusia aparece con el respaldo explícito de mucho más que la mitad de toda la humanidad.
Y aquí. En nuestra Latinoamérica, la intensa arremetida de Estados Unidos y su socio Canadá, más el patético comparsa panameño, se encontraron con que, de las 32 naciones de la OEA, 29 apoyaron una resolución respaldando al gobierno de Venezuela en sus iniciativas de diálogo interno, y rechazaron categóricamente las insistencias de Canadá y Estados Unidos, de enviar a Venezuela interventores para servir de árbitros entre el gobierno y la oposición.


Es decir, también aquí Estados Unidos y su comparsita quedaron aislados. Solos, fané, descangallados. La embajadora de Estados Unidos ante la OEA, Carmen Lomellin, admitió que la resolución de la OEA es básicamente correcta, pero a su juicio es insuficiente pues no incluye enviar interventores a Venezuela en calidad de Árbitros. Según ella, la OEA se negó a asumir su papel de, fíjese Ud., "defender la democracia" como la entiende Washington.


Ya volveremos al tema de Venezuela. Antes debemos ver lo que está ocurriendo en Europa según Estados Unidos y la Comisión Europea elevan el tono de su guerra verbal con Rusia, y, entre otras cosas, niegan que el pueblo de Crimea tenga derecho a llamar a plebiscito para decidir su futuro.


Según Estados Unidos, el Parlamento de Crimea habría violado lo que Washington entiende como derecho internacional, al haber aprobado con 78 votos a favor, 8 abstenciones y ningún voto en contra, realizar el referéndum, el domingo próximo 16 de marzo, para resolver si la República de Crimea decidirá incorporarse a la Federación de Rusia, o si se mantendrá como república independiente.
En la misma Europa son muchos los líderes políticos que consideran inaceptable que Estados Unidos o el Consejo de Europa se arroguen el poder de autorizar o prohibir una acción esencialmente democrática como es un plebiscito.


La verdad es que, detrás de la administración burocrática de la Unión Europea, la gente de Europa no sólo no aprueba el tono beligerante y el apoyo irrestricto a un gobierno golpista. Por una parte, incluso los partidos de la derecha europea, como el Frente Nacional, de Francia, de Jean Marie le Pen, han expresado su rechazo a los golpistas de Ucrania, a los que consideran delincuentes.
También la diputada alemana Sevin Dagdelen, de la social democracia, denunció que es inconcebible que la Unión Europea esté buscando forma de dar ayuda económica al gobierno provisional de Kiev, Ucrania, antes de haber investigado su posible complicidad en los asesinatos de manifestantes y policías en la Plaza Maidán.


De hecho, numerosos parlamentarios europeos, principalmente alemanes y suecos, admiten que existen fuertes indicios de que los francotiradores, con fusiles con mira telescópica, mataron a personas de ambos bandos, tanto para desalentar a los policías, que estaban desarmados, como para enfurecer a los manifestantes.
Y avalando las sospechas de los parlamentarios europeos, se dio a conocer la grabación de un diálogo urgente del 25 de febrero, entre la Comisaria de Seguridad de la Unión Europea, doña Catherine Ashton, y el ministro de relaciones exteriores de Estonia, Urmas Paet, en que el jefe de la diplomacia de Estonia le señalaba a la Ashton que existen evidencias de que los francotiradores apuntaban tanto a la policía como a los manifestantes, y que los muertos y heridos fueron alcanzados por el mismo tipo de balas.


El ministro Urmas Paet confirmó la autenticidad de esa grabación, y el efecto de inseguridad que surge de que ni la misma Ashton ni los líderes de la Unión Europea, hayan querido investigar un hecho criminal de tanta magnitud.
Y eso, particularmente, pues que, al negarse a investigar, la cúpula de la Unión Europea y varios de los jefe de gobierno de Europa, podrían encontrarse en calidad de cómplices no sólo de un golpe de estado contra un gobierno legítimo, sino, algo mucho peor, como cómplices de ocultamiento de asesinatos masivos a sangre fría.


En realidad, a partir del miércoles pasado, varios de los más importantes medios periodísticos internacionales, incluyendo la BBC de Londres, la Agencia Noticiosa Reuters, el periódico Asia Times y la publicación conservadora Infowars, de Estados Unidos, han analizado, por una parte, la participación de mercenarios contratados por los neonazis haciendo uso de un enorme financiamiento norteamericano, que se estima superior a los 5 mil millones de dólares en los últimos 5 años, para culminar tomándose el poder en Ucrania.
Esto implicaría no sólo a Washington sino también a un poderoso grupo de súper millonarios interesados en adueñarse de aquel país del oriente europeo. En concreto se ha mencionado directamente entre los financistas del golpe al millonario judío George Soros, quien ya antes reconoció haber financiado las revueltas en Georgia que llevaron al poder a Mijail Saakashvil y que culminó con la invasión de Georgia contra la república autónoma de Osetia del Sur, que fue repelida gracias a la intervención de Rusia.


Por otro lado, son ya muchos los líderes políticos y analistas que proyectan la actual política occidental en Ucrania, hacia extremos imprevistos. De hecho, el columnista estadounidense Robert Neiman, del periódico Huffington Post, publicó el viernes un artículo que señala cómo la aplicación, a la letra, de los argumentos de Washington para justificar posibles sanciones contra Rusia, fíjese Ud., obligaría a Estados Unidos a aplicar también sanciones durísimas contra Israel por violar el derecho internacional en Palestina, y apoderarse militarmente de territorios del pueblo palestino, y actuando además con una fuerza y una violencia extremas.


De hecho, el columnista Robert Neiman destaca que, a diferencia de los israelíes en Palestina, los rusos no han causado daño a nadie, y han reafirmado que, sea cual fuere el resultado del plebiscito del próximo domingo, Rusia lo respetará.
Otro análisis que acusa severamente la posición actual de Washington, se refiere a la intervención de Estados Unidos en 1999, sobre la provincia de Kosovo, al sur de la república de Serbia. Allí, el argumento de Washington fue precisamente defender el derecho de la mayoría de los habitantes de Kosovo, de origen albanés, para decidir su independencia, aunque el número de esa gente era mucho menor que el de la gente de Crimea.


Y para defender el derecho de los kosovares a independizarse de Servia, Estados Unidos y la OTAN enviaron poderosos ejércitos e impusieron a sangre y fuego la independencia de Kosovo.
A todo esto, el tono amenazante contra Rusia se elevó a extremos que fingían ser el preludio de una guerra. Pero, como lo señalé el domingo pasado, se trata de vociferaciones vacías. Indudablemente, Rusia mantendrá sus posiciones sin ceder ni un ápice en lo fundamental.
Su presencia en Crimea tiene el apoyo de una mayoría abrumadora de la gente, y los proyectos que se perfilan hacia adelante, aseguran a la población un período de desarrollo apacible que incluye grandes inversiones en infraestructura, como es la construcción de un puente que unirá la península de Crimea con Rusia continental.


Occidente, por su parte, sabe que son escasas y débiles sus posibilidades de aplicarle a Rusia sanciones significativas. Por lo pronto, excluir a Rusia del Grupo de los 8, resulta casi un chiste. Ese grupo ya es irrelevante, y no lo integran países como China y Brasil. El único grupo económico y político con relevancia es ahora el Grupo de los 20.
En cambio, Estados Unidos y Europa perderán los acuerdos existentes para control recíproco de arsenales misilísticos y bombas atómicas.
Frente a eso, las consideraciones económicas son casi irrelevantes, y en Europa la gente lo sabe y está asustada. Tiene mucho miedo. He recibido valiosos testimonios de auditores de España, Gran Bretaña, Suecia, Francia, Italia, Alemania y Rusia, que coinciden en señalar la atmósfera de miedo helado la posibilidad de una guerra.


Ellos tienen muy claro que una guerra contra Rusia no sería con tanques y avances de regimientos. No. La guerra sería por un intercambio de misiles. Y Rusia ya advirtió que, en caso de ser atacada, no vacilará en hacer uso de sus arsenales atómicos.
Estados Unidos mismo ha reconocido que sus escudos antimisiles son incapaces de interceptar por completo un ataque a gran escala. La eficacia de los interceptores no sobrepasa el 50 por ciento. Es decir, con escudos y todo, Rusia podría impactar a Europa con varios cientos de bombas atómicas cien veces más destructoras que las bombas que lanzó Estados Unidos sobre Iroshima y Nagasaki.
Y lo mismo le ocurriría a Estados Unidos, donde, estimativamente, impactarían cerca de mil bombas atómicas.
Por supuesto, Rusia también recibiría andanadas similares. Es decir, ninguno de los contendientes tendría algo parecido a una victoria.


La destrucción generalizada sin duda alcanzaría también a China, en gran parte, y a Japón, que resultaría completamente destruidos. Simultáneamente, la guerra aniquilaría el comercio internacional, y con ello las naciones exportadoras como Corea del Sur, Taiwan y Filipinas, caerían en una recesión de miseria, a la vez que los exportadores de materias primas, como Chile, se encontrarían con que los precios se derrumbarían a mínimos de miseria.
Es posible que los únicos países sobrevivientes más o menos intactos, serían la India, Sudáfrica y Brasil. Y por supuesto Brasil formaría bloque con sus aliados Argentina, Venezuela y México, además de los pequeños socios del Caribe y Am´rica Central, junto con Ecuador, Bolivia, Paraguay y Uruguay... Y, dependiendo de su manejo estratégico y político, también Chile, Perú y Colombia podrían participar del grupo de los sobrevivientes..
Esa es la perspectiva real de una guerra con Rusia. La gente en Europa lo sabe. Pero sus dirigentes, sus políticos en el poder, ¿lo saben también? ¿O quizás no quieren saberlo?.


La misma estúpida indolencia de los políticos ante la catástrofe medioambiental, se orienta ahora hacia las tensiones geopolíticas. Sólo un imbécil homicida elegiría la guerra a sabiendas. Lo terrible es cuando los líderes, además de tontos, son cínicos, y se niegan a ser rigurosos más allá de sus míseras ganancias a corto plazo.
En estos momentos, Rusia ha formulado una propuesta sencilla y clara. Acepta iniciar conversaciones con sus socios occidentales, e incluso con los políticos de Kiev, siempre y cuando se cumplan algunas condiciones básicas.
Uno, que se cumpla el acuerdo de gobierno de unidad para Ucrania suscrito el 21 de febrero por el presidente Yanukovich y los jefes de la oposición, teniendo como ministros de fe a delegados enviados por los gobiernos de Polonia, Alemania, Francia y Rusia.


Tres, que se respete la libre determinación de los habitantes del sur y oriente de Ucrania, respecto de su futuro político.Cuatro, que se de cumplimiento riguroso a los acuerdos y decisiones económicas y políticas con efecto a corto plazo.Y, Cinco, que, conforme al acuerdo del 21 de febrero, se convoque a elecciones generales en Ucrania, bajo supervisión de inspectores que representen equilibradamente los diversos sectores ideológicos.Recién cuando se constituya legítimamente un nuevo gobierno, será posible resolver la peor crisis político militar que ha afectado a Europa después de la guerra de la OTAN contra Yugoslavia.Nos espera una semana de espera que culminará el domingo con el plebiscito de Crimea. Aquí, en América, también el domingo será la segunda vuelta de la elección presidencial de el Salvador, donde se perfila como ganador el candidato de la izquierda, Salvador Sánchez Cerén, del Frente Farabundo Martí, que en primera vuelta obtuvo el 48.96 % votos, frente al derechista Norman Quijano, de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), que sólo alcanzó el 38.96 %.


Pero la crisis política en Venezuela, aunque ya la violencia opositora se comenzó a diluir, parece estar pronosticando el fin del proceso que Hugo Chávez llamó La Quinta República, o la República Bolivariana.
Algunos analistas estiman que la mesa de diálogo convocada por el Presidente Maduro en realidad es el comienzo de transacciones políticas con la oposición, que podrían desvirtuar profundamente el proyecto revolucionario socialista bolivariano.
Y, en esa perspectiva, el presidente Nicolás Maduro no sería capaz de salvar aquel proyecto, y sólo se limitaría a salvar el máximo posible para que la revolución no lo pierda todo.


En términos finales se está hablando de un posible fracaso. No un desastre, pero sí la frustración de un proyecto. Y más allá de las intrigas y conspiraciones de la oposición, la causa de ese fracaso estaría en la propia incapacidad de la izquierda, de formar un frente disciplinado y capaz de auto crítica.
Según afirman, una revolución no puede caer en manos de burócratas ni de caudillos indisciplinados y cabezas calientes.
Habrá que esperar los acontecimientos.


Y frente a esos acontecimientos, ¿podremos quizás sentir orgullo?
¿Tendremos algo de que nos enorgullezcamos?

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