Ya está en los Kioscos Resumen nº54

En este número:

Los anuncios son pa´la tele: En Educación se requieren medidas.

Plantaciones Forestales se expanden a Chiloé

Los enfermos atrapados en las comisiones médicas

La huelga larga del Carbón

Gobierno retira proyecto que privatizaría las semillas

Villa Baviera: Un Insulto al país.

Vecinos del Gran Concepción amenazados por antenas de telefonía

Central de pasada destruye zona turística en río Laja.

Columnas de Ariel Ríos, Oscar Sanzana y Lola Mento.

Contraportada: Conflicto de interés Marcelo Mena, Subsecretario de Medioambiente y asesor de Octopus. Declaración de la Intercomunal contra Octopus.

Editorial:

Cambios reales

Un elemento esencial para que los anhelos de transformaciones profundas de la realidad económica, social y política del país, que la ciudadanía ha reclamado con certeza en los últimos años, no se convierta en una nueva frustración del movimiento social chileno, es no permitir que esas reclamaciones sean escamoteadas por la demagogia y la falta de voluntad política de producir cambios reales que tengan los gobernantes de la Nueva Mayoría.

Hasta ahora los reflejos que han dado los gobernantes de sus capacidades y de sus intenciones son más bien para preocuparse. De un lado, el penoso espectáculo de las fallidas y equivocadas designaciones de autoridades y funcionarios de confianza demuestran que en los partidos de la nueva coalición gobernante reina el espíritu de usar la posibilidad de gobernar como una oportunidad de negocio o de conquistas personales, de satisfacer apetitos políticos o de copar ciertos espacios para lograr beneficios paralelos. Es decir, un espíritu basado en las viejas prácticas oportunistas y acomodaticias que evidencia que no han aprendido nada de lo que la ciudadanía ha demostrado en los años recientes. Allá ellos. De otro lado, los rimbombantes anuncios de reformas y cambios hasta ahora no han pasado de ser declaración de intenciones, o si se quiere, lanzamiento de globos sonda para estudiar la reacción de los sectores y actores sociales involucrados en los cambios que implican los determinados anuncios. Falta contenido en esos anuncios. Falta decisión política en esa intención de provocar cambios. Falta un verdadero compromiso de transformación de la realidad desigual, abusadora, explotadora y antidemocrática que la población desnudó, desenmascaró y no está dispuesta a seguir tolerando.

La tendencia de los gobernantes ha sido pasar la pelota o dejarla dando bote para que la ciudadanía haga su jugada. Lo cierto es que las organizaciones sociales permanecen a la expectativa y ese no es un buen signo. O más bien, es un signo y una consecuencia de la carencia de una expresión política propia del pueblo movilizado que les impide intervenir en los espacios políticos con propuestas propias y claras. De ahí que la tendencia sea a esperar que el gobierno muestre sus cartas, especifique sus propuestas (por ahora muy vagas y generales), materialice sus proyectos legales, para saber que hacer frente a ellos.

Sin embargo, la misma reacción social que forzó al gobierno a hacer correcciones frente a las polémicas designaciones de algunas autoridades, dan una muestra de que la población está alerta y vigilante. Ya no le podrán pasar gatos por liebres ni lobos por ovejas. Ciertos gremios de trabajadores han comenzado a plantear sus propuestas y puntos de vista cuando se habla de modificaciones al código del trabajo, cuando se habla de las necesarias reformas en la salud, y cuando se habla de la inevitable reforma educacional. Los trabajadores y la ciudadanía están exigiendo participación en la definición de las reformas, en los contenidos de las reformas, en los objetivos de las reformas. En las bases sociales hay opinión, hay visiones propias sobre lo que se exige transformar; que no tengan una expresión política partidista que los represente no quiere decir que no tengan voz sobre lo que les afecta. La población está convencida de que las transformaciones que Chile reclama y necesita  tienen como objetivo central la lucha contra la desigualdad y por una verdadera democracia participativa; de allí se desprende que la exigencia de una reforma tributaria no puede ser un arreglín de leyes y números para seguir protegiendo y beneficiando a los poderosos y privilegiados del país, sino una reforma profunda que permita corregir inequidades e iniciar los cambios sociales. De igual manera, la exigencia de una nueva constitución no puede pasar por el chanchullo de comisiones y representaciones de los poderes fácticos destinada a salvaguardar sus intereses, sino que tiene que basarse en la convocatoria a una asamblea constituyente que defina la nueva democracia que el país necesita.

De modo que los gobernantes deben saber que se encontrarán con un hueso duro de roer, con un pueblo empoderado de sus reclamos y dispuesto a movilizarse por sus derechos. Los tiempos en que los gobiernos lo podían resolver todo con algún par de cooptaciones, de comisiones expertas, de demagogos, ya quedó atrás. Algo cambió definitivamente en la balanza de las relaciones sociales y políticas en el país. En definitiva, las transformaciones vendrán, inevitablemente, de la mano de la participación y serán producto de la movilización.

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