En Valdivia realizan homenaje a los fusilados de Llancahue

El 4 de octubre de 1973 fue un día negro para el pueblo chileno, uno más de tantos días aciagos desde que se impuso el golpe de Estado. En el sur de Chile la situación no fue diferente. En Valdivia el movimiento popular era muy activo, en los frentes de masas y en la articulación de una de las experiencias más interesantes de poder popular: el Complejo maderero Panguipulli

En el marco de la fatídica caravana de la muerte, Arellano Stark decidió fusilar a 12 militantes del MIR, todos jóvenes activistas de las luchas populares, la orden fue ejecutada por el comandante en jefe de la IV división de Ejército, Héctor Bravo Muñoz.

Los fusilados fueron detenidos, torturados y llevados al campo de tiro del Regimiento de las Fuerzas Especiales del Regimiento N° 8 Llancahue de Valdivia. La nómina de los militantes asesinados es la que sigue, según datos del Codepu:

Pedro Purísimo Barria Ordoñez, 22 años, estudiante; José René Barrientos Warner, 29 años, estudiante de Filosofía, Música y Castellano y músico de la Orquesta de Cámara de la Universidad Austral; Sergio Jaime Bravo Aguilera, 21 años, obrero maderero; Santiago Segundo Garcia Morales, 26 años, obrero maderero; Luis Enrique del Carmen Guzmán Soto, 21 años, obrero maderero; Fernando Krauss Iturra, 24 años, estudiante universitario, Secretario Regional del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR); José Gregorio Liendo Vera, 28 años, ex-estudiante de agronomía, militante del MIR y líder del Movimiento Campesino Revolucionario (MCR) del Complejo Maderero y Forestal Panguipulli, también conocido como «Comandante Pepe»; Luis Hernán Pezo Jara, 29 años, obrero maderero; Víctor Eugenio Rudolf Reyes, 32 años, obrero maderero; Rudemir Saavedra Bahamondes, obrero maderero; Víctor Segundo Saavedra Muñoz, 19 años, obrero maderero; Luis Mario Valenzuela Ferrada, 20 años, obrero maderero.

Este sábado 4 de octubre, al conmemorarse 41 años de los cobardes sucesos, amigos, ex militantes y familiares de los compañeros asesinados fueron recordados en sus tumbas en el cementerio de Valdivia. Entre los testimonios se recordó el carácter y calidad de los militantes, sobre todo su compromiso inclaudicable con el pueblo chileno.

Entre los elementos de memoria que se mencionaron destaca el que Pedro Barría era discapacitado (imposibilitado de caminar sin muletas) y aun así fue torturado y fusilado, esto es solo una muestra de la cobardía de los militares chilenos. Emotivos recuerdos y convicción en la necesidad de justicia y memoria fue el sentido que los compañeros valdivianos destacaron en esta nueva conmemoración.

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