Crónica de Ruperto Concha: Trabajo y Futuro


Este año, el Primero de Mayo, día mundial del trabajo, llegó de una manera más bien discreta, sin mucha bulla, y pasó sin demasiados incidentes graves. De hecho, entre los incidentes más notorios se contó el provocado en San Petersburgo, Rusia, por un diputado de esos que son tan homofóbicos que uno llega a sospechar que en realidad quizás sean casos de homosexuales secretos torturados por su secreto.
Este de Moscú fue un tal Vitali Milonov, que juntó una patota de alrededor de 30 otros homófobos como él, tratando de impedir el paso del grupo de defensores de los derechos de la minoría sexual, un grupo inesperadamente grande, varios miles de personas, que participaban del gran desfile del Primero de Mayo llevando pendones y lienzos multicolores.
Muchos temieron que se produjera una trifulca peligrosa, pero la policía se percató a tiempo de la situación, y se llevó a los homofóbicos, incluyendo al furibundo diputado que alegaba estar protegido por su fuero parlamentario.
Pero los policías, con esa cortesía característica de todos los policías del mundo, le respondieron que su fuero no lo autorizaba para andar agrediendo a sus compatriotas, ni tampoco para interrumpir la celebración del Día Mundial del Trabajo, ni menos aún resistirse a la gentil intervención de las fuerzas del orden.
El otro incidente se produjo en la ciudad de Weimar, en Alemania, donde otra pandilla, de fortachos con cascos y manoplas, que se proclamaban Neo Nazis, interrumpió un acto público de la Unión Sindical, en momentos en que hablaba el diputado social demócrata Carsten Schneider.
Tras abordar el escenario, le arrebataron el micrófono al diputado y comenzaron a lanzar proclamas anti sindicales, anti rusas y en alabanza de gobierno de Kiev, Ucrania.
Por supuesto, después de la sorpresa inicial, los trabajadores reaccionaron y se produjo una reyerta descomunal hasta que llegó la policía. Hubo alrededor de 30 lesionados, contusos, ninguno de mucha gravedad, y fueron detenidos 29 de los atacantes neonazis.

Pero tanto en Rusia como en Europa y Estados Unidos, lo mismo que en nuestra América Latina, este Primero de Mayo llegó marcado por luchas muchísimo más serias que trifulcas de homofóbos y neonazis. De hecho, da la impresión de que en estos momentos los trabajadores organizados del mundo han comenzado a despertar de su letargo y están dispuestos a hacer uso de las escasas fuerzas que les van quedando.
Aquí en Chile, Ud. sabe, por primera vez se produjeron dos concentraciones simultáneas, en Santiago, de las organizaciones sindicales. En la Alameda abajo, la CIUS, Comité de Iniciativa por la Unidad Sindical. Y unas 40 cuadras más al oriente, en una zona un poco más pirula, la vieja CUT, que ahora está manejada por el oficialismo de la Nueva Mayoría.
Aunque bien diferenciadas por ideología y estrategia, las dos concentraciones juntaron una concurrencia muy similar. Pero más allá de eso, las posturas de ambas dirigencias sindicales fueron harto coincidentes.
Sin duda a la luz de los escándalos en que los partidos políticos aparecen mendigando propinas a los grandes empresarios de la banca, la industria y el retail, la postura de ambos grupos sindicales ha sido exigir que las grandes reformas indispensables para extirpar la gangrena de la corrupción, y sobre todo la reforma constitucional, sean sometidas al escrutinio y el veredicto de la ciudadanía, del pueblo de Chile.
Es decir, la unanimidad de los trabajadores chilenos no aceptan que esos mismos partidos corruptos y amancebados por el dinero de los ricos, sean los que decidan entre ellos cuáles van a ser las reformas y qué textos se meterán en las nuevas leyes.
Entre las demandas puntuales destacan la reforma al sistema previsional, la eliminación de las AFPs, y reformar en favor de los trabajadores la legislación laboral, poniendo límite o eliminando el sistema de contratistas y subcontratistas.
Pero, oiga, lo más notable es que estas demandas sindicales en Chile son prácticamente las mismas que en España está planteando la izquierda izquierdista, el movimiento Podemos y más o menos la mitad de las bases del Partido Socialista Obrero español.
Es también exactamente lo mismo que está planteando en Brasil el gobierno de Dilma Rousseff y el Partido de los Trabajadores, en sus concentraciones gigantes de Sao Paulo y Río de Janeiro.
En particular, tanto la presidente Dilma Rousseff como el ex presidente Lula da Silva denunciaron el proyecto de ley que está tramitándose en el Congreso, que propone eliminar límites y restricciones al régimen de contratistas y subcontratistas.
Con ello queda pendiente un conflicto, que puede ser gravísimo, entre el congreso y el ejecutivo, en el caso de que la presidenta Rousseff se niegue a promulgar aquella ley si se mantienen los términos actuales.

Este año, al menos en el llamado "mundo occidental", aparecen coincidiendo dos factores políticamente decisivos. Por un lado, la toma de conciencia de la base social, los trabajadores, de que existe una arremetida de enorme fuerza, por parte de las grandes empresas, que apunta a anular la capacidad de réplica por parte de los sindicatos, las organizaciones de base y de los consumidores.
Por otro lado, está el destape generalizado de innumerables escándalos de corrupción, de venalidad y de cinismo, de las cúpulas políticas y empresariales. De hecho, ya nadie duda de que los partidos políticos en el hecho están hipotecados a las grandes empresas que les financian sus campañas electorales.
De hecho, en estos momentos, resulta impresionante el número de personajes del más alto nivel político, que están embadurnados por la corrupción. La presidenta del Fondo Monetario Internacional, doña Christine Lagarde; el Presidente de la Unión Europea, Jean Claude Juncker; el Ministro de Economía de Alemania, Wolfgang Schlaube; el Tesorero del Partido Popular, o social-cristiano de España, Rodrigo Rato, y en gran medida el propio presidente del gobierno español, Mariano Rajoy...
Oiga, y esos son sólo algunos de los nombres de todo ese Olimpo de los semidioses de la burocracia y la economía financiera occidental, que en estos momentos aparecen involucrados en actos gravísimos de corrupción.
Al otro lado del Atlántico van sumándose los congresistas denunciados, y en algunos casos condenados, por corrupción. Hoy día mismo, según informa el New York Times, el senador neoyorkino Dean Skelos, líder de los republicanos en Nueva York, va a ser detenido en las próximas horas bajo cargos de conspiración para delinquir, extorsión y exigencia de sobornos.
En tanto, la principal precandidata presidencial de los demócratas, Hillary Clinton, aparece apremiantemente arrinconada por investigaciones sobre captación de millones y millones de dólares, para su uso político, desviando fraudulentamente aportes que se hicieron a la Fundación Clinton de Beneficencia.
Como ejemplo, se ha mencionado que el gobierno de Argelia le hizo una donación de 500 mil dólares a la Fundación Clinton, cuando Hillary Clinton era Secretaria de Estado y debía manejar las acusaciones en contra Argelia por violación de derechos humanos.
Igualmente, se ha denunciado que Hillary Clinton ya contrató como asesor de alto nivel para su campaña presidencial nada menos que el principal lobista de la Monsanto, el mismo tipo que condujo en defensa de la Monsanto, los juicios en contra de los agricultores víctimas del monopolio de semillas genéticamente modificadas.
Pero no se han destapado únicamente actos de corrupción por dinero. También causó impacto que un nuevo parlamentario republicano y furiosamente cristiano anti-gay, fue denunciado por subir fotos de sí mismo y de diversos jóvenes, en paños muy menores y a veces sin ninguna clase de paños, y en posiciones provocativas, eso a las redes sociales homosexuales.
El parlamentario, Randy Boenigh, no tuvo más remedio que admitir la verdad de la denuncia, y confesar públicamente que a él, claro, le gustan las mujeres, pero que, ¡ay!, también pierde la cabeza ante esos varones sexies que andan por allí.
Lo que no logró explicar fue la hipocresía de sus posiciones homofóbicas y su apoyo a todos los proyectos de ley anti homosexuales.

Pero mucho más graves que esos casos de miseria moral de tantos políticos importantes, mucho peor que eso, son las astutas maniobras que los capos de las grandes corporaciones insertan en las leyes mediante la sumisa colaboración de los políticos hipotecados.
En Chile ya lo hemos visto, por ejemplo, cómo los parlamentarios le dieron su aprobación nada menos que a la privatización de todo el mar de Chile, que fue entregado para el usufructo de 7 personas privilegiadas que, además, pueden traspasar ese mar a sus herederos. Tal como si fuera un fundo o un paquete de acciones o un fajo de billetes.
El miércoles pasado, la Comisión de Justicia de la Cámara de Representantes acogió para su estudio un proyecto que, si se aprueba, anularía, en Estados Unidos, las posibilidades de que personas comunes o grupos de personas puedan presentar demandas o querellas contra empresas privadas, por daños o perjuicios.
El sistema fundamental para esas acciones judiciales de la gente contra empresas, es la llamada Acción Colectiva, o Class Action, en inglés, que permite que varias personas presenten su demanda en forma colectiva, lo que permite repartir los gastos y los costos judiciales.
El nuevo proyecto establece enormes trabas para presentar ese tipo de demanda colectiva, e incluso establece que sólo se admitan cuando la totalidad de los demandantes acrediten que han sufrido el mismo daño, y que ese daño implica perjuicio material de bienes concretos.
O sea, por ejemplo, un grupo de padres ya no podría demandar a un colegio que incumpla sus compromisos o que viole los derechos de sus hijos que son estudiantes. Eso, porque los padres no podrían acreditar perjuicio de bienes materiales, ni igualdad total en el daño experimentado por todos los hijos afectados.
De hecho, con ese proyecto de ley, si hubiera sido aprobado, no se habría podido emitir el fallo de la Corte Suprema que puso fin a la segregación racial en los colegios y los servicios públicos de Estados Unidos.

¿Se fija Ud.?… Son innumerables las iniciativas tendientes a debilitar cada vez más la defensa de la gente común ante las grandes empresas. En Illinois, el partido republicano está jineteando con fuerza un proyecto para derogar las leyes que hacen obligatoria la sindicalización de los trabajadores en determinadas empresas privadas y reparticiones públicas.
La figura que usan es la de "defender la libertad de las personas para decidir si quieren o no inscribirse en el sindicato". Eso suena bonito, ¿no?…, es "libertad" Pero con ello, en realidad, al momento de contratarse, el trabajador puede ser presionado para que no se sindicalice. O incluso se le puede hacer firmar un compromiso de que no entrará al sindicato.
Con ello, por supuesto, además de debilitar al sindicato mismo, el trabajador no sindicalizado queda fuera de las negociaciones colectivas y las ventajas que logren obtener los dirigentes sindicales.
Y cuando la cesantía aprieta y las ofertas de trabajo escasean, son muchísimos los postulantes que aceptan no sindicalizarse, en los casos que no sea obligatorio. Hay otros casos que son más sutiles e insidiosos, como el que llevó a una querella colectiva de todos los trabajadores de las gigantes computacionales Google, Apple, Adobe e Intel, exigiendo una indemnización de 3 mil millones de dólares, a repartir equitativamente entre todos los trabajadores. Ello por descubrirse que esas cuatro enormes empresas se habían coludido secretamente, para no captar nunca más a un trabajador que estuviera trabajando en una de las otras empresas, ofreciéndole mejor remuneración o mayores garantías de trabajo.
Con ello, las empresas eliminaban la competencia entre sí para captar talentos, con ello abarataban los costos, y arrinconaban a sus trabajadores para que no tuvieran otras chances de trabajo.
O sea, mediante esa colusión, dejaban a sus trabajadores, incluyendo a los de más alto nivel científico y tecnológico, reducidos a una situación de servidumbre, donde el retiro o el despido equivalían a una cesantía definitiva, al menos en Silicon Valley.
Otro caso de insidiosa perversidad empresarial se está produciendo en estos momentos en la empresa de jets privados "NetJets", de propiedad del multimillonario Warren Buffet, y el sindicato de pilotos de la compañía. El sindicato de pilotos denunció judicialmente que elementos pagados por la empresa estaban haciendo invitaciones fraudulentas, en nombre del mismo sindicato, para tomar medidas como por ejemplo, trabajo retardado, demoras o rechazo en determinados turnos.
Si algún incauto se dejaba engañar, era inmediatamente denunciado como delincuente y destituido de su cargo sin compensaciones. También la empresa había encargado fotografiar a los pilotos en sus reuniones sindicales, para dejarlos inscritos en una lista negra que les bloquearía el acceso a otros empleos.
Entrevistado el millonario Warren Buffet, declaró que él no esté en contra del sindicato, no, pero las negociaciones para resolver las diferencias de opinión pueden demorarse mucho, muchísimo... no sólo muchos meses sino quizás años.

También los dirigentes sindicales de todo el mundo están preocupados por las normas que secretamente se están poniendo en los tratados de libre comercio con Europa y con 12 países de la cuenca del Pacífico, incluyendo a Chile. De acuerdo a esos textos, las leyes laborales y comerciales de cada país, quedarán sometidas a los términos del Tratado. O sea, serán normas impuestas por las corporaciones con un valor por encima de las leyes de cada país.
Eso, por supuesto, deja a los sindicatos sometidos a la normativa que las empresas quieran introducir en el Tratado. Y eso no sólo se aplica a los derechos de los trabajadores, sino además a los derechos de los usuarios que quedarán jurídicamente imposibilitados para defenderse.
En algunos casos, sobre todo en el rubro químico y farmacéutico de las grandes corporaciones, los países sujetos al tratado no podrían producir en laboratorios nacionales, a bajo precio, ciertos medicamentos cuya propiedad intelectual está en manos de alguna corporación.
O sea, nuestros enfermos tendrán que resignarse a pagar los precios que impongan los laboratorios transnacionales, que con frecuencia son más de un mil por ciento más caros que los producidos localmente como es el caso del Formulario Nacional en Chile.
Según la Organización Internacional del Trabajo, la OIT, de las Naciones Unidas, el número de cesantes a nivel mundial sigue aumentando sin cesar, incluso en los casos en que el porcentaje parezca indicar disminución de la cesantía. Eso, porque cada año aumenta el número neto de personas que buscan trabajo, por el simple aumento de la población. En Chile, por ejemplo, cada año debieran crearse 150 mil nuevos puestos de trabajo, además de los que ya existen, y eso sólo para mantener estable el porcentaje de cesantía.
Por supuesto, nuestro país no está creando 150 mil nuevos puestos de trabajo cada año. La OIT indica que en el mundo se necesita la creación cada año de 40 millones de nuevos puestos de trabajo.
Y sin embargo, el desarrollo tecnológico mundial hace que cada vez se necesite menos gente para producir los bienes que necesita el mercado. Surge así la paradoja de que cada vez hay más gente que necesita adquirir bienes y tener trabajo para disponer de dinero, pero al mismo tiempo hay cada vez menos oferta de trabajo para producir esos bienes.
Y aquí cobra importancia la aparición inesperada del socialista independiente Bernie Sanders, senador de los Estados Unidos por el estado de Vermont, quien esta semana se declaró candidato a la presidencia en las elecciones del próximo año.
Mientras aquí en Chile los políticos colijuntos usan la palabra Populista como sinónimo de demagogo, el sector progresista del partido demócrata norteamericano ha reivindicado la palabra a lo que en Rusia y Estados Unidos fue el Partido Populista.
En esencia, el populismo fue la corriente política que exigía que las grandes reformas económicas y políticas debían aplicarse paulatinamente, pragmáticamente, a fin de que el costo de los procesos revolucionarios no abrumara dolorosamente al pueblo.
O sea, las necesidades de la gente debían determinar las reformas y su velocidad de aplicación, a fin de evitar sufrimiento innecesario que a menudo se agrava cuando se comenten errores en la planificación de las reformas, como ocurrió en la revolución bolchevique en Rusia y como está ocurriendo ahora, en la revolución neoliberal sobre todo en Europa.
Bernie Sanders se define como un socialista democrático y populista, y anuncia que su programa de gobierno apunta a un replanteamiento profundo y amplio de la legislación económica, laboral y social, incluyendo una transformación del sistema de Seguridad Social.
Explícitamente, Bernie Sanders ha anunciado que devolverá a la economía su sentido esencial de satisfacer las necesidades de la gente y no las ganancias de las corporaciones gigantes de las finanzas y la industria.
El carácter de Bernie Sanders, que ya está produciendo verdadero fervor en Estados Unidos, es materia para un dossier de muchas páginas, que en estos momentos estoy elaborando para hacerlo llegar a Uds., amigos.
Pero el concepto que rodea a su candidatura es, básicamente, que su sola presencia ya tiene fuerza suficiente para, incluso, hacer que la todavía poderosa Hillary Clinton haya tenido que asumir posturas izquierdistas, y haya anunciado que se propone vencer el poderío del 1% que tiene sometido al resto de la nación.
Así, pues, tenemos que éste fue un Primero de Mayo con apariencia tranquilita, pero con fuerzas profundas que están tratando de aflorar por los estratos de la sociedad humana.
Eso, claro está, si no estalla la guerra que ya muchos generales y políticos consideran inminente y casi, casi inevitable.
¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense, es necesario. Hay peligro.

 

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