Edo Caroe, la mejor talla viene después.

Robinson Silva Hidalgo / resumen.cl

No es mi afán hablar del Festival de Viña, ese espectáculo esperpéntico y obtuso que mantiene a los medios alelados a fines del verano, no, en ningún caso hablaré del Festival de la ciudad con más campamentos en Chile y que se gasta millones de dólares en este negociado patético y fome. Dicho esto, es nuestra obligación hablar de la política rutina del comediante temuquense Edo Caroe la noche del lunes pasado.

Y es que nos llama la atención el revuelo que produjo entre el politiqueo y la opinología chilena, eso que dan en llamar clase política, pero que en realidad es solo el brazo armado del empresariado que manda en este país. Los políticos, los periodistas, la ministra de educación y hasta una dirigente de las juventudes comunistas reaccionaron ante una de las críticas más correctas a la realidad política chilena del último tiempo. Particularmente no me reí tanto esta vez con la rutina del mago humorista, las ha habido mejores, pero la masividad del escenario provocó tantos estertores que es imposible no terciar en el asunto. Lo que si genera una risa incontenible son los tipos de comentarios que dejó, cual estela de fuegos artificiales, la rutina de Caroe.

Los primeros que deben señalarse son los tibios resistentes, estos son algunos opinólogos políticos, los que tachan de populista al humorista por darles a todos los poderosos y no proponer más, como si el humor debiera hacer de muleta de lo que la política dejó de hacer: buscar el beneficio para el pueblo, esta es la posición barsúa, la Ministra de Educación se manifestó en este sentido, como temiendo perder su ración de teta del estado.

Los segundos son los ofendidos, aquellos que encuentran que el comediante fue ordinario, que es muy comunista, o muy fascista, o muy generalizador, estos personajes políticos son los más odiosos, los que demuestran una enorme ingenuidad y cero sentido del humor, estos son los más ridículos y lejos, pero lejos, los más lateros, como la dirigente comunista herida porque le tocaron a su santa Vallejo.

Por último y en tercer lugar están los hipócritas, los típicos allegados al carro de la victoria, aquellos que aplauden a rabiar la rutina de Caroe, generalmente faranduleros y periodistas del tipo, en fin, son los más agotadores y recomiendo, por salud mental, no verlos ni oírlos y si es posible, hágalo durante el año y la vida entera, es decir, apague la tele.

También estarán los analistas sesudos que se detendrán en el discurso caroeano y bla, bla, bla, eso es mejor ni los pescamos.

Lo importante es que de tanto reírnos de las rutinas de Caroe, pero también la de muchos otros comediantes jóvenes, no olvidemos que esto es material, que cagada de los políticos redunda en niños que no tienen tratamientos médicos, de mapuches que seguirán encarcelados, de trabajadores sin derechos y sin trabajo de calidad y un largo etcétera, por eso, si bien se valora el trabajo de los comediantes que le dan al poder y no a los borrachos, las mujeres o los discriminados de todo tipo; recuerda que cuando le toque enfrentarse a un político usted le puede hacer una bonita talla en su cara o puede no ir a votar, esa talla si que les quitará la sonrisa del rostro, porque las de la noche festivalera les aseguro que no les hizo ni cosquillas.

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