Leyenda de Lebu: El tesoro de Benavides

[resumen.cl] La guerra de la independencia, iniciada en 1810 con el ataque militar del imperio español a las diversas juntas de gobierno que se dotaron los criollos en hispanoamérica, se prolongó hasta 1826 con el triunfo de los patriotas penquistas liderados por el general Ramón Freire, frente a los realistas en Chiloé el 19 de enero 1826 y en El Callao el 23 enero de 1826.

Desde un inicio de las hostilidades militares, las provincias de Concepción, 'uble y Arauco estuvieron entre las zonas más activas del conflicto de carácter continental y en donde los enfrentamientos se prolongaron por mayor tiempo a los tres tradicionales periodos de la independencia en Chile: Patria Vieja, Reconquista y Patria Nueva. Nuestra región vivió una cuarta etapa: La Guerra a Muerte, que se extendió hasta 1832. Este periodo fue el más brutal, con políticas de tierra arrasada y crímenes contra la población efectuados por ambos bandos, y donde los realistas adoptaron la forma de bandas y montoneras que desde el sur del Bio-Bio asolaban las ciudades fronterizas al norte de este río, constituido como la frontera histórica entre la Capitanía de Chile y el Territorio Mapuche. Los realistas encontraron apoyo de varios lonkos mapuche en la medida que estos entendían que los españoles tenían acuerdos con ellos, que les reconocían su condición de nación, misma situación por la cual los huilliches en Chiloé se mantuvieron leales a la corona española. Desconfiaban que los criollos mantuvieran estos pactos, finalmente, la historia les daría la razón.

La Leyenda del Tesoro en las cuevas de Lebu.

Cuentan que en la playa de Millaneco, en 1822, luego de la derrota en Vegas de Saldías, los montoneros de Benavides lo esperaban para embarcarse al Callao. Como se estaba haciendo de noche, uno de los capitanes de Benavides ordenó que entraran los baúles con las riquezas obtenidas en los saqueos, hacia la gran caverna por la que se puede acceder a los roqueríos junto a la playa. Mientras esperaban a su líder Benavides que se había retrasado en una escaramuza con soldados patriotas, todos confiaban en que este los llevaría al Perú para disfrutar de sus riquezas. Uno de los montoneros se encontraba muy herido y enfermo, y se quedó arrinconado en el fondo de la caverna, mientras otros se entregaban a los mejores vinos y aguardientes del Itata. Cerca del amanecer llegó Benavides, apurando a sus hombres para que embarcaran los baúles. Cuando tomaron el que había trasladado el enfermo, casi no se lo pudieron por el peso. Uno de ellos se dirigió a Benavides y le preguntó por el enfermo. El líder de los montoneros se acercó indiferente, le tiró unas monedas y se retiró. Partió el barco, mientras el hombre herido, carcomido por la gangrenas apenas tomó consciencia del desprecio de su admirado jefe. Al amanecer despertó y sintió las risas de unas mujeres que mariscaban en la playa. Se arrastró como pudo y al verlas, las llamó. Las mujeres acudieron y lo atendieron sin hacer una pregunta. Ellas sabían de los dones de las yerbas y lo curaron. Sin embargo, no sanó del todo, tampoco quiso que las mujeres se lo llevaran al caserío para que fuera tratada su enfermedad. Algo muy preciado tenía que cuidar en la caverna. Ocurre que cuando no llegaba Benavides, comenzó a desconfiar de él. Se internó en una galería e hizo un hoyo no muy profundo, para luego enterrar las riquezas del baúl que supuestamente cuidaba, el que llenó con pesadas piedras para disimular. Pero el hombre no se dio cuenta cuando le sobrevino una intensa fiebre, que lo tuvo delirando por varios días hasta que la muerte se apiadó de él. En un lugar desconocido de la caverna, apenas cubierto de piedras y tierra, se encuentra hasta el día de hoy el tesoro de Benavides.

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Roqueríos, acantilados y cavernas en la costa de Lebu

 

Vicente Benavides: Caudillo o Bandido

Vicente Benavides Llanos nació en Quirihue en 1777, era hijo de de Toribio Benavides, alcaide de la cárcel del pueblo y de María Isabel Llanos. El inicio del proceso de independencia lo encontró como un soldado del regimiento de Granaderos de Chile, uniéndose al bando patriota, sin embargo en 1813 cuando era un joven sargento, desertó de su batallón y se pasó al bando realista, debido a los malos tratos recibido por oficiales del batallón "Husares de la Gran Guardia" dirigido por Jose Miguel Carrera. En marzo de 1814 fue capturado por los patriotas en la Batalla de Membrillar pero logró escapar para ingresar en calidad de sargento al batallón de Infantería Ligera Concepción, participando en el sitio de Rancagua, el 1 y 2 de octubre de 1814. Participó activamente de la Reconquista española, pero tras el cruce de los Andes del Ejercito Libertador y las victorias separatistas en Chacabuco durante febrero de 1817, Benavides formó parte de las huestes realistas que se atrincheraron en Talcahuano resistiendo el sitio impuesto por el General Juan Gregorio Las Heras. Benavides ya era capitán del ejercito realista, con este rango participó del combate de Maipu el 5 abril de 1818.

Luego de la derrota realista en Chacabuco en febrero de 1817, se replegó junto a los restos del ejército español a la plaza de Talcahuano. En la batalla de Maipú, el 5 de abril de 1818 fue nuevamente tomado prisionero, en compañía de su hermano Timoteo. Ambos fueron condenados a muerte y Timoteo fue fusilado, Vicente se salvó y fue abandonado gravemente herido junto al cadáver de su hermano. Su familia y amigos lo recogieron para regularizar su situación en el país y el General José de San Martín intercedió ante él lo indultó a cambio de su reinserción en el ejército patriota, con el objetivo que actuara como espía al interior del bando realista y las partidas de desertores al sur de La Frontera.

Posteriormente, Benavides rompió su pacto con San Martín y se reintegró nuevamente al ejército realista, quedando al mando de una guerrilla realista en la frontera, que tenía el objetivo de retardar el avance patriota. Benavides reunió unos 1.700 hombres a los que se sumaron miles de lanzas de wenteches y pehuenches.

En mayo de 1820, Vicente Benavides arrasó el poblado de Talcahuano y en septiembre del mismo año, su lugarteniente, Juan Manuel Picó se impuso sobre las fuerzas patriotas en la sangrientas batallas de Pangal y Tarpellanca. Ese 2 de octubre, Concepción volvió al control de los realistas, y el comandante patriota Ramón Freire se retiró y atrincheró en la plaza de Talcahuano. Posteriormente, la ciudad fue recuperada por los patriotas en dos batallas sucesivas, en las vegas de Talcahuano y en la alameda de Concepción, el 25 y el 27 de noviembre de 1820, y posteriormente las huestes de Benavides se replegaron hacia territorio araucano.

Al año siguiente, el coronel José Joaquín Prieto derrotó nuevamente a Benavides en las cercanías de Chillán, obligándole a escapar nuevamente a Arauco. Desde allí, Benavides lanzó ataques contra las regiones cercanas y navíos que pasaban por la zona, capturando al bergantín Ocean, cuya carga incluía 15.000 fusiles, sables, carabinas y municiones.

Luego, las escaramuzas y combates terminaron en el encuentro de las Vegas de Saldías el 9 y 10 de octubre de 1821, donde las fuerzas de Benavides fueron aniquiladas. Tras ello, Benavides se embarcó e intentó escapar hacia el virreinato del Perú, pero en la costa de Topocalma fue traicionado y entregado a las autoridades. El 23 de febrero de 1822, después de ser cruelmente vejado, Vicente Benavides fue ahorcado en la plaza de Armas de Santiago, luego su cuerpo fue mutilado, su cabeza, manos y piernas fueron conducidas a las ciudades del sur y el resto de su cuerpo fue incinerado en un recinto militar «para eterno tormento del imputado» señala la crónica.

Durante la Guerra a Muerte, los realistas tenían tres fuerzas, Los Pincheira por la zona cordillerana, la del cura Ferrebú por la costa y una fuerza principal liderada por Vicente Benavides que actuaba entre ambas y ocasionalmente en conjunto con ellas. Benavides era el líder indiscutido de estas fuerzas militares realistas, el caudillo, aunque estas fuerzas eran definidas como bandas de criminales por los patriotas chilenos y Benavides como un bandido.

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