Por: Joaquín Gómez Duque *
El 12 de abril del año 2014 un incendio forestal originado en el sector del camino La Pólvora (trágico nombre) se transformó en el peor incendio urbano de la historia de Chile, dejando más de 12.500 personas damnificadas. A menos de tres años de dicho incidente, y a pesar de las advertencias, la vulnerabilidad frente a los incendios sigue siendo la misma. Apenas iniciado el 2017 nos azota una nueva tragedia. Un voraz incendio consume cientos de viviendas en los sectores altos de Playa Ancha, con inicio en un sector forestal en dirección a Laguna Verde, en el cual también se vio arrasada por las llamas la comunidad Pique Ko. Un día después, durante la tarde del 03 de enero y madrugada del 04 de enero, otro gran incendio consume un sector forestal en el pulmón verde de la ciudad de Quilpué, hablamos del Fundo del Carmen.
Cada año que pasa, la situación se vuelve más crítica. Cualquier habitante de Viña del Mar, Valparaíso, Quilpué o Villa Alemana puede darse cuenta de que los incendios son cada vez más recurrentes. Es cosa de que inicie octubre y el olor a madera quemada y las cenizas revoloteando por el aire se vuelven parte recurrente del paisaje.
La situación nos obliga a desmembrar un poco la realidad y buscar algunos de los factores que llevan a que el problema de los incendios se haya vuelto tan incontrolable.
Pinos y Eucaliptos en una región cada vez más seca: La región de Valparaíso se encuentra en una situación de sequía hace ya bastantes años, y no hay indicios de que esa situación vaya a revertirse. No sólo la actividad antrópica en la región, como la agricultura, los monocultivos forestales, la urbanización y la minería provocan esto, si no que el desarrollo humano antiecológico a escala global han acelerado el cambio climático. La cantidad brutal de emisiones de gases de efecto invernadero realizadas en los países más industrializados (Canadá, Estados Unidos, Europa en general) han aportado sustantivamente al efecto invernadero y por lo tanto al calentamiento global1.
Debido principalmente al uso de la ley de fomento forestal instalada en dictadura (DFL 701), las plantaciones de Pinus radiata y Eucalyptus globulus se masificaron en variados territorios de la región chilena. Ambas especies, la primera proveniente de la zona de Monterrey y California, y la segunda de Australia, modifican lo que conocemos como patrón de incendios, debido a diversas características. Por un lado Eucalyptus globulus está claramente adaptado a los incendios, a sobrevivir a ellos, ya que éstos forman parte de su ciclo de vida en su ecosistema natural, y por lo tanto evolucionaron para sobrevivir a estos eventos. Entre las adaptaciones encontramos: a) estos árboles tienen tubérculos lignificados en sus raíces que sirven como estructuras de reserva, de forma que si la parte aérea muere quemada, la planta puede volver a desarrollarse a partir de éstos, b) tienen yemas latentes de crecimiento protegidas por una corteza, la cual las aísla del fuego. Es fácil de observar este mecanismo luego de un incendio, por la forma particular en que brotan estas yemas en los arboles de esta especie, c) sus semillas están protegidas en una estructura leñosa, conocida popularmente como "coquitos" de Eucalipto. Esta especie diseñó estos mecanismos porque los incendios en sus poblaciones son habituales, debido a características propias, a saber: a) hojas ricas en aceites inflamables como terpeno y b) una densidad foliar en su copa baja, lo que da espacio a masas de oxígeno entre ellas y a la entrada de las ráfagas de viento. Soplar un eucalipto en llamas es literalmente crear una ráfaga de fuego. Con respecto al Pinus radiata, es una especie altamente inflamable, aún más que los Eucaliptos, ya que sus acículas (hojas en forma de agujas) contienen trementina y son muy delgadas, por lo que se inflaman al instante, aún sin estar totalmente secas. Además, forman poblaciones mono específicas debido a que la caída de las acículas acidifica demasiado el suelo como para el desarrollo de especies locales, y los colchones de acículas secas sobre el suelo son verdaderos polvorines. Por otra parte, es una especie que en su lugar de origen está adaptada a estaciones secas de entre 3 y 4 meses. No de 7 a 9 meses (con una que otra escuálida lluvia entremedio) como es actualmente en el clima mediterráneo de la región de Valparaíso.
Ambas especies no sólo han sido plantadas en el país de forma totalmente descontrolada, sino que además, especialmente Pinus radiata, es altamente invasor de ecosistemas naturales y semi-naturales. Los alrededores de las ciudades mencionadas de la región de Valparaíso están repletos de estas especies, así como también en quebradas y barrios.
Otra especie se ha vuelto un dolor de cabeza para quienes nos dedicamos al bosque nativo. Un arbusto llamado Teline monspessulana altamente invasor, que crece vigorosamente luego de un incendio, dejando literalmente sin espacio al desarrollo de especies nativas. Esta especie también se quema con muchísima facilidad debido a su forma y hábito de crecimiento, muy voluminosa y de poca densidad. Es otra de las que tenemos que tener en cuenta con prioridad.
Referente a la eliminación de los Eucaliptos, es un tema sumamente complejo. No basta con talarlos. Ya vimos que tienen enormes capacidades de brotar. Se deben aislar los tocones del sol, o ingresar dosis de glifosato en sus haces vasculares mediante orificios realizados con taladros. De la forma que sea, es un trabajo gigantesco, caro, y eventualmente contaminante.
Basura, basura en todos lados: Tenemos un problema de basura, especialmente en la ciudad de Valparaíso, sencillamente brutal. Hay microbasurales en muchísimas quebradas. También hay vertederos ilegales, y los legales que son un gran negociado. Por ejemplo el vertedero Los Molles, cobra $12.000 pesos chilenos a la municipalidad por cada tonelada de escombros que se vierten en él a nombre de ésta.
Los microbasurales aportan enormemente a la propagación del fuego. Contienen plásticos, casi todos inflamables fácilmente, neumáticos, restos de aceites y combustibles, envases de agroquímicos y otros con trazas de sustancias inflamables, maderas, restos vegetales, y un largo etcétera. Hemos construido nuestras propias bombas en nuestros territorios.
Institucionalidad dedicada a los incendios forestales claramente deficitaria con respecto a la magnitud del problema: Iniciemos con una sentencia importante: Chile gasta $1 dólar por hectárea en cuanto a protección de bosque nativo contra incendios, mientras que en Argentina, sólo por poner un ejemplo, se gastan $7. No estamos hablando de una diferencia del doble o del triple, hablamos de siete veces. Es vergonzoso. Para el caso de la región de Valparaíso, en este punto hay toda una historia que contar. Aquí sólo la enunciaremos, y dejaremos la historia con todos sus detalles para otra ocasión. El punto es que los trabajadores brigadistas forestales de Conaf Valparaíso hace años se organizaron. Formaron su sindicato y salieron a luchar no sólo porque los sueldos sean de miseria, no sólo porque los mantienen cesantes en invierno para darles contrato solamente en la temporada de incendios, y no sólo porque Conaf no invierte en equipos de trabajo dignos (los trajes de protección contra el fuego son un desastre. Muchas de las partidas habían sido rechazadas por empresas certificadoras en implementos de seguridad, pero fueron compradas de todas formas), si no que porque están conscientes de que los bosques y nuestros pueblos corren peligro frente a una situación vergonzosa: los recursos se despilfarran mientras las llamas son más grandes cada año que pasa. ¿Cuál fue la respuesta de Conaf regional frente a la movilización de los brigadistas? Simple: desvinculaciones, represión, prácticas antisindicales, en simple, terrorismo patronal. Las mejores brigadas fueron desmanteladas por sindicalizarse, dejando a la región aún más vulnerable. ¿No es eso condenar a los habitantes de esta zona? En la página del sindicato podemos encontrar publicaciones como la siguiente, del 1 de noviembre de 2016: ¿Sabía usted que el Ministerio de Hacienda entregó más de 1800 millones de pesos a CONAF para la protección de los cerros de Valparaíso? Lamentablemente la inoperancia de CONAF pudo más y los recursos fueron completamente despilfarrados. A la fecha no se ha construido un sólo metro de cortafuegos y los basurales que fueron limpiados nuevamente se encuentran a tope. Valparaíso nuevamente en peligro"
Crónica de muchos incendios anunciados, parece ser el nombre de esta novela.
Así la situación, estamos de acuerdo con la enunciación del alcalde Sharp con que es necesario eliminar los eucaliptos, pero lamentablemente no es tan simple. Cambiar un monocultivo de eucaliptus por bosque nativo es un proceso que requiere conocimiento, experiencia y tiempo, y que no servirá de nada si no se combina con la solución de otras necesidades urgentes:
-Eliminar la basura de las quebradas. Eliminación DE VERDAD. Sacar los vertederos ilegales y micro-basurales, y financiar proyectos de educación ambiental comunitaria en torno a este tema.
-Construir una red de cortafuegos diseñada en función de los puntos críticos, el estudio de la dirección de los vientos y los lugares que concentran vegetación de combustión rápida (Pinus radiata, Teline monspessulana, Eucalyptus globulus).
-Dotar a la región de un sistema de brigadas forestales extenso, con capacidad de respuesta y con trabajo todo el año. No mantenerlos cesantes hasta que llega la temporada de incendios y deben enfrentarse al fuego desatado. Durante el año perfectamente pueden construir y mantener cortafuegos, desmalezar y/o talar puntos críticos, y realizar trabajo comunitario permanente en los barrios y educación forestal para prevenir incendios. Esto incluye la profesionalización del sector, y que deje de ser un trabajo precarizado. Requiere ser un trabajo digno y con el mejor de los equipamientos tecnológicos.
-Cambiar paulatinamente los monocultivos de Pinus radiata y Eucalyptus globulus, así como las formaciones invasoras de Acacia dealbata y Acacia melanoxylon que literalmente plagan el sector de peñuelas y placilla, por bosque nativo. Pero esto es un proceso que tardará muchísimos años, que debemos empezar ahora, pero no dará solución en el corto plazo al problema de los incendios.
Estas son acciones no solamente urgentes, sino que son oportunidades de trabajo en una de las regiones con mayores niveles de cesantía. Sabemos perfectamente que es un plan que escapa de las capacidades financieras de las municipalidades. Aquí el Estado debe poner dinero. O se financia e implementa un gran plan contra los incendios forestales, o se es cómplice de la destrucción y de dejar en bandeja los terrenos a la industria inmobiliaria, primera interesada en la expansión de las llamas. Valparaíso no es más la ciudad patrimonio, la joya del pacífico. Hoy por hoy, es la ciudad de los incendios.
Para finalizar, dejo un enlace que me parece de urgente masificación. En él se muestra un video en el que nuestro amigo Felipe Peña expone frente a una comisión política la crisis por la que atraviesan los brigadistas forestales.
Fotografía principal: Incendio en Valparaíso que dejó 11 fallecidos y 10.000 evacuados en abril de 2014. Fuente: Radio Universidad de Chile.
Notas.
1 Cálculos de estas emisiones pueden ser revisados, en formato "CO2 equivalente", en el atlas de justicia ambiental.