La situación vivida durante el cambio de mando en Colombia, con la espada de Bolívar, fue una señal de que Petro, a diferencia de Boric en Chile o Castillo en Perú, sí estaba dispuesto a pisar cayos a la oligarquía criolla, suspendiendo las actividades hasta que los militares trajeron la espada del libertador a la ceremonia, solo ahí dio su discurso como nuevo presidente colombiano.
Por Joaquín Pérez
No fue cuestión de meses como en Chile, sino bastaron horas para que Petro presentara su reforma tributaria prometida en campaña, con la que se pagaran las políticas sociales anunciadas en su programa de Gobierno.
A solo días de la instalación del gobierno de Petro, la cancillería colombiana reanudo relaciones diplomáticas designándose embajadores. Se restableció también relaciones con República Árabe Saharaui y la canciller recibió al embajador de Palestina, pero, además, se anunció el inició de las conversaciones de paz con la guerrilla del ELN en Cuba. Mientras en Chile, Boric insultaba a Cuba con la designación de embajadora y daba claras señales de sometimiento a la política imperial de los Estados Unidos, con la designación de Urrejola en la cancillería chilena
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Sin embargo, una de las noticias más significativa, dentro de un país marcado por la guerra interna y el terrorismo de Estado de los falsos positivos, es la purga realizada por el gobierno de Petro al interior de las fuerzas de seguridad de Colombia.
Hasta el momento han sido removidos 24 generales de la policía, 16 generales de Ejército, seis de la aviación y 6 de la Armada.
La remoción de estos 54 generales es la mayor purga realizada en la historia de las Fuerzas Armadas en Colombia, en una clara señal de que Gustavo Petro quiere una tropa libre de corrupción y mandos que no conspiren contra el Gobierno y la Constitución.
En la policía quedó solo un mayor general, Henry Sanabria Cely, que fue nombrado como director, porque toda la cúpula involucrada en la sangrienta represión del Estallido Social colombiano fue removida. Lo anterior marca diferencias con Chile, donde el actual general director de Carabineros, imputado por delitos de lesa humanidad durante la Revuelta chilena, fue ratificado por Gabriel Boric a la cabeza de Carabineros.