Entre las personas que salieron a manifestarse el pasado 29 de octubre, Matías Pedreros de 17 años lo hizo en dos ruedas. Salió de su casa para asistir a una cicletada con sus amigos, sin imaginarse que en su camino de vuelta sería agredido por Carabineros hasta provocarle un esguince cervical. El caso está a cargo del Fiscal Nelson Vigueras, mientras su madre asegura descansará hasta hacer justicia.
Por Makarena Sierra
Con el contexto del país a flor de piel, la represión de las fuerzas policiales y el abuso de poder se han visto latente en todo momento. No solo en manifestaciones: andar por la calle es peligroso a cualquier hora del día y han sido múltiples los casos de personas a las que se le han vulnerado sus derechos por el mero hecho de devolverse a su hogar: Matías Pedreros, un joven de 17 años, es un ejemplo claro.
La noche del 29 de octubre, pasaba en su bicicleta por Heras con Rengo. Había ido a manifestarse a una cicletada y en su camino de regreso, divisó una patrulla de Carabineros en esa intersección. Para su sorpresa, esta se le tiró encima y con la puerta, le pegaron a la bicicleta. Un carabinero se baja y con insultos, lo amenaza con disparar si no se detiene. De lo último que tiene plena consciencia es que recibió un golpe en la cabeza por parte del copiloto del vehículo.
Entre golpes e insultos, el joven pudo ver que llegaban más efectivos policiales. Luego de haberle pegado en el estómago, le preguntaron si quería vomitar y como él no respondió, lo patearon en la espalda y le propiciaron reiterados golpes en la cabeza, mientras él se cubría su cara y pedía que no le pegaran más.
No le leyeron los derechos ni le dijeron por qué estaba siendo detenido. Después de 10 minutos arriba del furgón policial, en los que le revisaron la mochila y se mofaron de él diciendo que le iban a vender la bicicleta, le preguntaron la edad y, al darse cuenta de que era menor de edad, le abrieron la puerta en Tucapel con Bulnes para que se bajara. Él, aturdido por los golpes, se tiró al suelo.
Cuando se bajó del vehículo policial, dos jóvenes que iban por la vereda de enfrente vieron cuando se paró sin poder caminar y lo ayudaron. Le prestaron teléfono para que llamara a su madre, Paola Aguilera. "Cuando lo escuché que apenas hablaba y respiraba, llamé a mi hermano y fuimos a buscarlo", relata.
Lo llevaron a constatar lesiones al Hospital Regional y el diagnóstico fue un esguince cervical y múltiples contusiones leves. Pagaron todo particular cuando los gastos correspondían a Carabineros.
Mientras estaba el centro de salud, llegó una patrulla de efectivos policiales diciendo que habían encontrado la bicicleta y se habían dirigido al lugar para ver al dueño que estaba constatando lesiones. "Les juega en contra sus palabras, porque si hubieran hecho un buen procedimiento, al darse cuenta que era menor de edad lo habrían llevado a la comisaría y habrían llamado a los papás para que lo fueran a buscar. (…) Yo tengo fotos y videos de cuando se devuelven a limpiar el sitio del suceso, porque quedaron los reflectantes y restos de bicicleta tirados", afirma la madre del niño.
Con la denuncia hecha al carabinero de guardia del hospital, se fueron directamente a la Segunda Comisaría para buscar la bicicleta. En primera instancia, Carabineros les dijo que la bicicleta no estaba y se excusaron con que a las 3:45 de la mañana hubo cambio de turno. Paola señala que el trato que recibieron no fue el correcto, ya que se mofaron de la situación, por lo que decidieron irse y volver al otro día. Cuando se dieron vuelta para irse del lugar, la bicicleta apareció detrás de ellos con las ruedas rasgadas.
"Al ver su bicicleta rota, mi hijo se descompensó más de lo que ya estaba, porque se la había terminado de comprar él con su esfuerzo. No entiendo qué tienen en la cabeza para hacer algo así", dice la mamá del joven.
Cuando llegaron a su casa, a eso de las 4:02 de la mañana, Paola recibe una llamada de lo que parece haber sido el chofer de la patrulla que tomó detenido a su hijo para pedirle que bajara la denuncia porque tenía familia e hijos y esto lo podía perjudicar. "Me dijo que quería juntarse conmigo y con Matías para que este le viera la cara y dijera que en ningún momento lo golpeó. Yo le dije que no pensaba hacerlo".
A la mañana siguiente fueron al Instituto de Derechos Humanos para dejar la constancia e hicieron la denuncia por tortura con la abogada Karen Torres. Además, interpusieron un recurso de amparo debido a que hace algunos días atrás estuvo un auto blanco sin patente afuera de la casa de Paola sacando fotos.
Para el cumpleaños de Matías, recibieron una llamada desde Fiscalía y ayer 6 de noviembre el joven fue a declarar con el persecutor del caso, Nelson Vigueras, quien dejó en claro que el caso no lo tomaría Carabineros. Lo que viene ahora son procedimientos con el Servicio Médico Legal y la investigación de la PDI.
"Yo soy de familia de uniformados y los he respetado toda mi vida. Estamos luchando contra un gigante, pero más gigante soy yo como mamá porque voy a hacer justicia, porque no les tengo miedo. Voy a luchar por mi hijo Matías y por todos los Matías cuyas mamás tienen miedo de hablar", concluye.