¡Aguas, aguas! Humedales bajo fuego ¿Qué sabemos y qué está haciendo Chile?

Por Red Plurinacional de Humedales de Chile

"Quiero volver a tierras niñas; / llévenme a un blando país de aguas.

En grandes pastos envejezca / y haga al río fábula y fábula."

Gabriela Mistral, Agua.

 

Chile, país largo y angosto, bendecido por Naturaleza, territorio de una invaluable diversidad de paisajes y ambientes. Entre toda esta riqueza natural encontramos los humedales, ecosistemas acuáticos-terrestres definidos como "marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de aguas, sean estas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas" (Artículo 1 de Acuerdo Internacional "Convención de Ramsar" sobre conservación y uso racional de los humedales, promulgada en 1981 por Chile). Los humedales aportan muchos beneficios a las comunidades y al medioambiente pues retienen carbono, filtran y limpian las aguas, controlan inundaciones y tsunamis y son refugio de grandes cantidades de especies de animales y plantas, muchas de ellas amenazadas o en riesgo de extinción.

Existen más de 18 mil humedales en Chile, contabilizados al 2017 por el Ministerio del Medioambiente, correspondientes a 1.460.400 hectáreas, 20 veces el tamaño de Santiago. Hay de diversos tipos: salares, de costa, de vega, lagunas, marismas, pantanos, pomponales, ríos, etc.

Lamentablemente, estos se encuentran en peligro frente a los incendios. El actual régimen de cambio de uso de suelos que ocurre en nuestro país, junto a una desatada crisis climática, tienen a Chile en el ojo del huracán. Expertos señalan que gran parte del territorio nacional se verá progresivamente afectado por el aumento de la temperatura terrestre, incrementándose la pérdida de biodiversidad y las catástrofes por sequía e incendios. Sumado a esto, el aumento de plantaciones de monocultivos forestales y otras actividades industriales extensivas, empeoran el desequilibrio sobre las comunidades y exponen y vulneran los ecosistemas.

Los incendios «llegaron para quedarse» y bien lo saben los humedales. Resulta primordial establecer objetivos de prevención y manejo de incendios en estos territorios, para proteger su biodiversidad y minimizar la pérdida de los servicios que los humedales entregan a la sociedad. Es por esto que hoy, mientras los incendios azotan Chile, nos preguntamos ¿Cuál es el efecto que producen los incendios en los humedales? ¿Qué tan preparados estamos para enfrentar los perjuicios y las alteraciones de estos ecosistemas?

Por lo concentradas que se encuentran las especies en estos, resulta aún más grave la afectación de la biodiversidad expuesta a las llamas, animales que pierden su hábitat y  fuentes de alimentación. Además, durante los incendios, disminuye el nivel  de infiltración y retención de agua en los suelos, produciendo pérdida del carbono y nitrógeno almacenado en la vegetación y suelo. Paralelamente, las cenizas y los compuestos químicos que resultan de la combustión de la biomasa superficial y subsuperficial, escurren hacia los cursos de agua, provocando cambios en la concentración de nutrientes, sedimentos y metales.

El Instituto Nacional de Limnología INALI, de Argentina, señala que en el suelo de los humedales no protegidos por el agua "el daño a la vegetación es mucho más profundo y limita o retrasa la posibilidad de rebrote" y que "los suelos carbonizados quedan vulnerables a la erosión hídrica".

Cuando los incendios son muy intensos y extensos, la recuperación de los humedales es muy compleja.  Investigadores argentinos señalan que «en pequeños cuerpos de agua puede ocurrir un aumento rápido de la temperatura", produciendo la "muerte de peces durante incendios catastróficos". Generalmente, los cambios de hábitat inducidos por el fuego tienen efectos más profundos a largo plazo que el propio fuego sobre la biodiversidad, pudiendo durar muchos años.

La legislación chilena ha entendido en parte la importancia multisistémica de los humedales y ha comenzando a incorporarles en la estructura legal, partiendo por la ley 21.202 de humedales urbanos promulgada en enero del 2020, la que se encarga de la protección de aquellos humedales que han logrado su declaración, a la que se suma el importante avance logrado en enero de este año tras la aprobación de la ley que crea el servicio SBAP, el que se hace cargo de la diversidad de Áreas Protegidas.

Entre las herramientas de las que disponemos, actualmente encontramos dos importantes fallos a favor de la Corte Suprema sobre la protección de estos sistemas, así tenemos el caso de Llantén de Puerto Montt y Laguna La Señoraza de Laja que sientan jurisprudencia puesto que dicha corte establece que "los humedales son humedales per se, por el solo hecho del cumplimiento de sus características morfológicas, hídricas y geográficas; así, no es indispensable que sean declarados -por oficios o decretos-, como humedales urbanos para que sean protegidos".

No obstante, la mayor cantidad de humedales se encuentra en los sectores rurales de nuestro país, los que aún se encuentran indefensos al no existir un instrumento que les proteja, como ocurre en el plano urbano. En este sentido, los territorios rurales están más expuestos a los riesgos de incendios asociados a la concentración de vecinas plantaciones exóticas agrícolas y forestales.

Por esta razón es que la propuesta de ley sobre protección de humedales rurales (presentada por diputada/os Musante y Sáez), actualmente en discusión, es tan importante, pues termina con el vacío que existe en torno a la protección de estos ecosistemas, tan relevantes para comunidades y ecosistemas. El proyecto se encarga de que humedales rurales y urbanos sean igualmente protegidos, se incorpora en ella también la obligación hacia las municipalidades de establecer una ordenanza general con criterios para la protección, conservación y preservación de humedales rurales y que los instrumentos de planificación territorial puedan incluir limitaciones con el objeto de su protección.

Chile tiene grandes desafíos en materia de adaptación al cambio climático y prevención de riesgos, más aún si entendemos que para proteger las comunidades debemos proteger los ecosistemas. Por estas razones, creemos que nuestro país debe avanzar hacia:

1.- Rediseñar los usos de suelo sobre la base del ordenamiento territorial priorizando la protección y restauración de la naturaleza y la agricultura tradicional indígena y local, transparentando la información disponible sobre programas de cambio de uso de suelo con la ciudadanía y las comunidades afectadas.

2.- Desprivatización de las aguas para el cuidado de los ciclos ecosistémicos y para su uso y gestión pública, especialmente en el combate de incendios.

3.- La aprobación del proyecto de Ley de Humedales Rurales y de las reformas a la Ley de Humedales Urbanos, incorporando a estas el componente de la sociedad civil para la declaración de estos mediante procesos de participación ciudadana directa y la Fiscalización Ambiental Popular en respaldo del Acuerdo de Escazú y en reconocimiento del rol de las organizaciones socioambientales.

4.- Tipificación del delito de ecocidio para prevenir los crímenes en ecosistemas.

5.- En materia forestal: prohibir el replantado con monocultivo en suelos siniestrados por incendios, exigir para ellos estudio de impacto ambiental y exigir a los propietarios la ejecución de planes de protección, prevención y mitigación. Derogación definitiva de DL-701 de fomento forestal y la limitación de áreas plantadas con monocultivo.

6.- Aumentar el presupuesto para estudio de riesgos sobre humedales, junto con incrementar la vigilancia y fiscalización preventiva sobre ellos.

Aún falta por entender más sobre las consecuencias  de los incendios en los humedales, sin embargo,  con la información ya disponible, podemos señalar que este tema debe ser prioridad país en materia de medioambiente. Es necesario abordar este escenario con altura de miras, abogando por un futuro justo y digno para esta y las futuras generaciones.

 

Derechos para la Naturaleza,

Agua y cuidados para los Humedales.

 

Red Plurinacional de Humedales de Chile

Daniel Santander, Leticia Muñoz y Carlos Bonifetti.

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