La huelga de hambre de Alfredo Cospito, un anarquista preso en la cárcel del pueblo de Opera, cercano a Milán, en el Norte de Italia, sacude la política de Estado en estos días. Su acción, en protesta a una nueva ley del gobierno de extrema derecha de Giorga Meloni, que endurece la cadena perpetua, y que es posiblemente inconstitucional, coloca en el centro del debate la explotación comunicacional que la derecha hace de los temas de seguridad y la ambivalencia o posturas erráticas de las izquierdas frente a este relato totalitario.
Por Joaquín Pérez
Alfredo Cospito inició su huelga de hambre en octubre del 2022, para protestar contra la aplicación de la nueva ley que ha endurecido la cadena perpetua a "terroristas". Una decisión del gobierno de extrema derecha de Giorgia Meloni, que ha provocado muchas polémicas y convertido a Cospito en "trending topic", en la sociedad italiana.
Cospito, nacido en Pescara, un pueblo en el Mar Adriatico al este de Roma, en 1967, con 19 años de edad, en 1986, desertó del servicio militar, por lo que fue condenado a 21 meses de cárcel. En aquel entonces intervino el propio presidente de la República, Francesco Cossiga, para anular la sentencia, porque ya existía el derecho a la objeción de conciencia.
Cinco años más tarde, Alfredo Cospito era detenido en su pueblo, Pescara, cuando junto a otros jóvenes ocupaba una antigua fábrica de licores, para convertirla en un "Centro Social". A partir de ahí estuvo dentro y fuera de la cárcel por actos como el sabotaje a la construcción de una línea del tren de alta velocidad en la región de Umbria y el atentando a un cuartel policial de Fossano, cerca de Turín, que causó importantes daños materiales.
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Sin embargo, el episodio que le cambió su vida se produjo en 2012, cuando disparó en la rodilla a Roberto Adinolfi, un empresario de la multinacional Ansaldo Nucleare, una empresa especializada en energía nuclear. La acción de Cospito replicaba un método típico de castigo a empresarios o esbirros utilizado por las desaparecidas Brigadas Rojas en "los años de plomo" (1968-1982) en Italia.
Cuando fue detenido Alfredo Cospito, no mostró un ápice de arrepentimiento declarando que aquellos disparos "fueron una gozada".
Tras ser detenido le dieron 20 años por el disparo al empresario Adinolfi, más otros 9 por otros delitos, debiendo entrar en prisión bajo el régimen más duro, el llamado 41 Bis.
Pero faltaba algo más, la llegada al poder de la extrema derecha en Italia en 2022, que cambió la ley sobre la cadena perpetua, endureciendo aún más las condiciones carcelarias. Esta medida, llamada en italiano "ergastolo ostativo", pretende obstaculizar cualquier contacto entre la prisión y el exterior, sobre todo en los casos de aquellos presos que nunca hubieran mostrado arrepentimiento.
Esta reforma ha levantado discusiones jurídicas y en materia de Derechos Humanos en Italia. La Constitución italiana dice claramente en su artículo 27 que, "las penas no pueden consistir en tratos contrarios al sentido de humanidad y deben tener por objeto la reeducación del condenado".
La huelga de hambre que sostiene Cospito ha agitado más aún el debate, las derechas defienden la medida, bajo su discurso de seguridad a toda costa, mientras las izquierdas se muestran contradictorias o ambiguas en sus relatos, ante el temor de ser castigadas comunicacionalmente y en las urnas.
La cárcel donde se encuentra Cospito es la misma donde se encuentran los capos de la mafia italiana condenados a cadenas perpetuas, la solidaridad con Cospito es capitalizada por la derecha para vincular a la izquierda con la situación carcelaria de los capos del crimen organizado. Cuando unos parlamentarios del Partido Demócrata fueron de visita a la cárcel de Opera, para hablar con Cospito y verificar sus condiciones de salud, la derecha no solo acuso a los parlamentarios de "cómplices de terroristas", sino además de "cercanía a la mafia".
Las últimas semanas ha habido manifestaciones a favor de Alfredo Cospito en diversas ciudades italianas, también en Berlín y Barcelona, lo que ha servido a la derecha para esgrimir el discurso que Cospito sigue mandando en los grupos terroristas a pesar del aislamiento, por lo cual la reforma que refuerza el aislamiento es conveniente.
La historia de Cospito, hace recordar el papel del Partido Comunista Italiano (PCI) con los presos de Brigadas Rojas o la "Autonomía Operaria" en los años de plomo. En esos años el PCI estaba en la cima con enormes porcentajes de votación, disputando el Gobierno, por lo que desconocía y renegaba de los sectores de extrema izquierda.
Pero en la actualidad, la izquierda italiana está muy disminuida, no tiene mucho capital político que perder, sin embargo, sigue en la ambigüedad a la hora de defender los Derechos Humanos frente al totalitarismo represivo de la derecha.