
Como chilenos de origen árabe y palestino, nos sentimos violentados y ofendidos por una acción cuyo propósito final desconocemos, pero que dado el contexto actual que sufre nuestro pueblo en Palestina debido a la agresión y la expansión de la ocupación ilegal israelí - ocupación que ya se extiende por 76 años- se interpreta como un intento de borrar la fuerte presencia de la identidad Palestina en el quehacer regional y nacional. Somos una comunidad pacífica que ha sabido integrarse en todas las áreas del desarrollo nacional de Chile, realizando importantes aportes en los ámbitos políticos, económicos, sociales, deportivos y empresariales. El robo de la placa que simboliza la hermandad entre nuestros pueblos no mermará nuestra convicción en seguir trabajando por Chile sin perder nuestra cultura y sus orígenes que nos remontan a Palestina, su historia y lucha incansable por la libertad y autodeterminación frente al ocupante sionista.
Monolito luego del robo.