Pese a los intentos por impedir su candidatura, de declarar ilegal al partido tras pasar a segunda vuelta, acusaciones de fraude por parte de la candidata del Gobierno y la campaña del terror de los grandes medios de comunicación y la derecha en cuanto a que se convertirían en Venezuela, con 25 puntos de ventaja Bernardo Arévalo fue electo presidente de Guatemala, el primero del campo progresista desde el golpe de Estado de 1954 en el maltratado país centroamericano, poniendo fin a 70 años de gobiernos y dictaduras de derecha.
Por Alejandro Baeza
Con el 96% de las actas escrutadas el representante del progresista Movimiento Semilla, Bernardo Arévalo, se convierte en el nuevo presidente de Guatemala con aplastante 59,25%, más de 25 puntos de diferencia con su contendora, la derechista y representante del actual gobierno, Sandra Torres, que apenas llegó al 36,02%.
Esta victoria marca el retorno de un presidente progresista, o de centro-izquierda, en Guatemala desde el golpe de Estado propiciado por la CIA en 1954 contra Jacobo Árbenz, la primera intervención norteamericana para imponer mandatarios que sean sus sirvientes en América Latina y que a partir de entonces se replicarán por todo el continente usando a las Fuerzas Armadas como marionetas para masacrar a su propio pueblo, tal como ocurrió en nuestro país en 1973.
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El triunfo del nuevo presidente electo se dio realmente remando contra la corriente, pues tras conocerse su sorpresivo paso a la segunda vuelta el pasado 25 de junio, se intentó en un abierto intento por quebrar la voluntad popular expresada en las urnas, declarar ilegal su candidatura, acción llevada a cabo por nueve partidos de derecha.
Esta autoritaria situación no sólo fue criticada por la izquierda y todos los sectores democráticos guatemaltecos, sino también la Misión de Observación Electoral de Naciones Unidas, la OEA, Estados Unidos, la Unión Europea y otros países pidieron a los tribunales, partidos políticos y autoridades, respetar los resultados electorales y negaron cualquier acusación de fraude electoral. Es tan aberrante la situación, que en una reacción poco usual, incluso el secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, condenó las acciones y reconoció como legítimos los resultados del 25 de junio, por lo que tuvieron que echar pie atrás en la intentona antidemocrática.
Como esta estrategia no resultó, lo siguiente fue utilizar los grandes medios de comunicación y redes sociales para atacar la legitimidad del proceso acusando que habría un supuesto fraude (para favorecer a un candidato de un partido que no ha estado nunca en ninguna instancia de poder y con el gobierno en contra, algo bastante raro) y satanizar la moderada visión de Arévalo con el clásico comodín en cuanto a que Guatemala se convertiría en Venezuela.
Con todo esto, resulta aun más llamativo que la victoria centroizquierdista haya sido por un margen tan grande, por lo que queda ahora preguntarse cuál será la postura que asumirá la derecha y todos los estamentos del Estado, así como sus medios de comunicación. Además, queda por verse cómo será el bloque que forme con su vecino del norte con un gobierno afín ideológicamente: El México de Andrés Manuel López Obrador.