Por Andrea D’Atri / La Izquierda Diario
Pasaron dos meses desde aquella multitudinaria movilización que gritó #NiUnaMenos, mostrando el hartazgo, la furia y el dolor que nos provoca el asesinato de una mujer, cada 30 horas, por violencia machista.
Pasaron dos meses y pasaron muchos episodios de violencia contra las mujeres, de aquellos que salen en los diarios porque ella salva su vida o no llega a morir y es conducida a un hospital en grave estado. Pero también de aquellos que no llegan a las primeras planas.
Pasaron dos meses y pasa que nos da mucha bronca que tengamos diez o más mujeres menos. Pasaron Verónica Di Bernardi, de 17 años, asesinada por su novio en la localidad de San Martín de la provincia de Buenos Aires; Gabriela Zurita, de 21 años y madre de tres hijos, golpeada hasta la muerte con un bloque de concreto en Salta; Claudia Salgán, de 42 años, apuñalada y ahorcada por su pareja, en La Plata; Belén Morán, de Pilar, asesinada a puñaladas por su ex pareja en plena calle; Jennifer Cadillo, una adolescente de 14 años de Merlo, cuyo cuerpo se encontró calcinado en un descampado; Melisa Tuffner, de la localidad de Glew; Micaela Gaona, del barrio porteño de Barracas; Laura Moyano, violada, torturada y asesinada en Córdoba; Adriana Gladys González, en San Luis; María de los Ángeles Corvalán, de 31 años, asesinada a hachazos por su pareja, en Santiago del Estero.
Pasaron dos meses y después de las fotos adhiriendo a la movilización, muchos de esos políticos y funcionarios del régimen pasaron a las campañas electorales, donde algunos ya no dicen nada, otros mejor que no dijeran y otros hacen que dicen algo pero no dicen nada. Pero también pasaron proyectos que no dejaron que llegaran al recinto, porque los aparatos tradicionales de una casta política que vive ajena a nuestras condiciones de vida, están ocupados en garantizarles mejores negocios a los capitalistas.
Pasaron dos meses y es cierto que no pasó nada que hicieran el Estado, los gobiernos, la justicia, es decir las instituciones que son responsables de legitimar, reproducir y justificar tanta violencia misógina. Tuvo que pasar una multitudinaria movilización para que apenas pasara algo tan mínimo como que el Estado inaugure un registro único de violencia contra las mujeres.
Pasaron dos meses y pasaron muchas cosas por las mentes y los cuerpos y los corazones de las mujeres que son víctimas de violencia. Pasaron los golpes, pero también -contradiciendo a quienes dicen que con las movilizaciones no pasa nada- pasó la sensación de que un pueblo entero las abrazaba y contenía. Por eso las denuncias se multiplicaron un mil por ciento.
Por eso, estos dos últimos meses, nosotras nos pasamos haciendo lo que hacemos desde siempre, todos los días, impulsando la organización de las mujeres trabajadoras, estudiantes y amas de casa en la lucha por nuestros derechos. Porque si tocan a una, nos organizamos miles.
Fuente: Rebelión.org