Por Ruperto Concha / resumen.cl
En los últimos recientes días se realizaron 7 elecciones extremadamente significativas, y hoy día mismo se está realizando una octava elección, en Turquía, cuyos resultados van a afectar fuerte a todo el Medio Oriente, especialmente a Siria.
Pero comencemos viendo lo que pasó en las elecciones de Ucrania, en que se nombraban 10.700 consejeros para gobiernos locales y varios cientos de alcaldes para las ciudades de todo el país. Es decir, fue una elección que iba a describir mejor que cualquiera encuesta la realidad política del país a casi dos años del nuevo gobierno apoyado por Estados Unidos tras el derrocamiento del presidente constitucional Viktor Yanukovich.
Se esperaba que esta elección confirmaría el respaldo político al gobierno del actual presidente Petro Poroshenko y su primer ministro Arseni Yatzeniuk. Pero según informó la propia gran agencia informativa norteamericana Associated Press, lo que quedó en claro fue la decepción generalizada por el nuevo gobierno de Ucrania.
Las cifras conocidas hasta ahora indican que la dupla gobernante del país ha perdido alrededor del 50% del apoyo que tenía hace apenas un año. En dos importantes ciudades del sudeste de Ucrania, Mariupol y Krasnoarmeysk, se suspendió la votación, aunque se preveía que iba a haber un triunfo abrumador de la oposición.
En el sur de Ucrania, la oposición obtuvo victorias inesperadas en 17 gobernaciones, incluyendo la gran ciudad portuaria de Odessa donde el gobierno designó gobernador al ex presidente de Georgia, Mikhail Saakashvili.
En Kiev, el que fuera líder de la revuelta de Maidán, el ex campeón de box Vitali Klitshko, no logró ser reelegido alcalde de Kiev y tendrá que ir a segunda vuelta enfrentando a un opositor.
El análisis de la votación indica que el apoyo al presidente Petro Poroshenko puede haber caído a no más de un 18%.
Y los ganadores han sido, por un lado, los neonazis y ultranacionalistas de Svoboda y Sector Derecho. Y, por el otro, el Partido de las Regiones, donde su candidato Gennady Kernes, por ejemplo, logró la alcaldía de la gran ciudad industrial de Kharkov, con mayoría absoluta.
La otra situación crítica post-electoral, es la de Portugal, donde el presidente Aníbal Cavaco, militante del derechista Partido Popular, se apresuró a nombrar un primer ministro, desconociendo el triunfo de la oposición que obtuvo amplia mayoría en el Congreso.
En estos momentos, la coalición derechista del Partido Popular con los social demócratas, se enfrentan a la coalición de izquierda, formada por la izquierda radical y los comunistas.
Entre ambas coaliciones se encuentra el Partido Socialista, que tiene a su alcance asumir el gobierno de Portugal, si se integra al bloque de izquierda. Según los propios parlamentarios comunistas, si se llega a formar el Frente de Izquierda, será de hecho el Partido Socialista el que asuma el gobierno.
El oficialismo está tratando desesperadamente de captar, si no una alianza, al menos la neutralidad de los socialistas. Para la derecha está claro que el cambio de gobierno tendrá un efecto gravísimo en la Unión Europea, pues la izquierda, a diferencia de la de Grecia, está proponiendo derechamente sacar a Portugal de la Eurozona, y desechar por completo las recetas económicas de austeridad impuestas por la Unión Europea.
Si se llega a formar el gobierno socialista, el presidente estará constitucionalmente obligado a acatar las designaciones de ministros y las disposiciones que resuelva la mayoría parlamentaria.
Según declaraba ayer el portavoz del Partido Social Demócrata, Marco Antonio Costa, si el Partido Socialista se decide a asumir el gobierno en una alianza de izquierda, ello será una convergencia definitiva de las fuerzas de izquierda y centro-izquierda, y se proyectará muy lejos en el futuro político de Portugal y en toda Europa.
La tercera gran elección del domingo pasado fue, por cierto, la de Argentina, donde el candidato del peronismo gobernante, Daniel Scioli, obtuvo una muy débil mayoría, un 2 y medio % de los votos, frente al candidato de la derecha Mauricio Macri, y ambas fuerzas tendrán que enfrentarse en segunda vuelta, dentro de apenas 3 semanas, el 22 de noviembre.
Las fuerzas casi iguales de Scioli y Macri en realidad le traspasan a las dos candidaturas menores, el peronista rebelde Sergio Massa, que obtuvo un 21,34%, y el laborista Nicolás del Caño, del Frente de Izquierda, que obtuvo un 3,27%.
El poderoso Sergio Massa y sus colaboradores más inmediatos han declarado estrepitosamente que ellos, como personas, no quieren que el oficialista Daniel Scioli sea elegido presidente. Sin embargo, hasta ahora no se han atrevido a hacer un llamamiento para que las bases peronistas de su sector vuelquen sus votos a la candidatura derechista de Mauricio Macri.
Es un secreto a voces que a Sergio Massa le gustaría mucho el triunfo de Macri, porque con ello él y su grupo podrían encabezar una poderosísima fuerza opositora, capaz de terremotearle el gobierno a la derecha y optar a una gran victoria en las siguientes elecciones presidenciales.
En cuanto a Nicolás del Caño, él ya lanzó un llamamiento para que su gente vote en blanco o se abstenga de votar.
A ambas posturas, tanto el actual gobierno como el propio Scioli han replicado haciendo un balance de lo que ha sido la recuperación de Argentina después de la bancarrota del gobierno de centro derecha de Fernando de la Rúa, y de los avances sociales logrados en los gobiernos de Nestor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Junto a ello han señalado a las bases peronistas de Massa y las bases izquierdistas de Del Caño, que votar en blanco o no votar, es lo mismo que votar por la derecha, traicionando así el propio pensamiento político y el destino de la gente.
En realidad, parecen escasas las posibilidades de que la derecha gane en segunda vuelta. Pero aun así, el gobierno de Scioli quedará marcado por los potentes compromisos que tendrá que aceptar para que las dos vertientes del peronismo se decidan a converger. Eso incluso podría ser el fin de la llamada Era de Kirchner.
La otra gran elección americana del domingo pasado fue la de gobernadores y alcaldes en Colombia. Allí las cifras marcaron una consolidación del Partido de la Unión, que apoya al presidente Santos, así como un debilitamiento de las fuerzas del partido derechista del ex presidente Álvaro Uribe, y también las del Polo Democrático, la izquierda colombiana.
La derecha, de Uribe, sólo obtuvo 50 alcaldías, de poca importancia, aunque sí, con su apoyo, se ganó la alcaldía de Bogotá, donde la izquierda juntó apenas un 18% de los votos. Pero incluso en su victoria de Bogotá, el candidato vencedor apoyado por la derecha fue Enrique Peñalosa, quien se presentó como independiente.
Igualmente, las otras 3 principales ciudades colombianas, Medellín, Cali y Cartagena, tuvieron por vencedores a candidatos que se presentaron como independientes y sin vinculación con algún partido político.
A juicio de los más relevantes analistas políticos de Colombia, los resultados de esta elección muestran cómo los partidos políticos ya han dejado de ser un referente ideológico o institucional para el país y para las candidaturas.
Ahora los partidos tienen que conformarse con ser entidades organizadas que aportan sus servicios a las candidaturas.
Y eso se expresó también en las elecciones del domingo pasado en Guatemala, donde resultó vencedor, con arrolladora mayoría, el cómico de televisión Jimmy Morales. Con el 67% de los votos, el humorista ha recibido el mandato nacional de, nada menos, que devolverle al Estado guatemalteco aunque sea un mínimo de credibilidad.
En realidad, Morales tiene la misión de hacer el aseo a un aparato político y burocrático que ha convertido la institucionalidad de Guatemala en un nido de corrupción, de crimen impune y de delincuencia en todos los niveles. Y nadie, ni siquiera los que votaron por él, creen que finalmente logrará hacer algo.
Por lo pronto, ya ayer el vice ministro de finanzas de Guatemala, Edwin Martínez, anunció que el país no tiene ni dinero ni mecanismos de crédito para pagar las deudas más inmediatas, que suman 1450 millones de dólares.
Por otro lado, el recién elegido presidente sólo cuenta con un apoyo de, fíjese Ud., el 7% de los escaños, en un Congreso que por cierto representa a todas esas prácticas de corrupción que supuestamente Jimmy Morales tendría que expurgar.
Sin plata y sin apoyo parlamentario, ¿podrá Jimmy Morales hacer algo más que contar chistes macabros sobre la política de su patria?
Ya antes, en México, otro figurín de la tele se conquistó las simpatías del electorado. Se trata de Enrique Peña Nieto, que, gracias a su popularidad como galán de teleseries, logró que los electores y las electoras le confiaran sus esperanzas de un futuro mejor con un nuevo gobierno del Partido Revolucionario Institucional, el PRI, que, por supuesto, ya se había regenerado por completo de la corrupción que había abrumado sus gobiernos anteriores.
Y, claro, pasó lo que tenía que pasar. El partido PRI no se había regenerado lo suficiente, y una decepcionante ola de escándalos financieros volvieron a manchar al estado, mientras la sociedad mexicana entraba a un torbellino de crímenes, asesinatos, guerra internas de narcotraficantes asociados a elementos policiales y militares... En fin...
Ya, ante la comunidad internacional, el presidente de México está considerado como parte integrada, como pieza funcional, del aparato de secretismo encubridor que, como gallina clueca, empolla innumerables huevos de crimen sin castigo.
En estos momentos, las encuestas indican que sólo le va quedando un 34% de aceptación ciudadana. Entre los grupos considerados como líderes de opinión, y los sectores más cultos de la nación, Peña sólo cuenta con un apoyo del 15%.
Bueno, mucho antes, también en Europa, un célebre humorista de TV llegó a ser uno de los más poderosos líderes políticos. Se trata de Giuseppe Piero Grillo, más conocido como Beppe Grillo, similar al grillito de la conciencia en el cuento de Pinocho. El 2013 Beppe Grillo fundó en Italia el Movimiento 5 Estrellas, basado en los 5 puntos básicos de su programa.
Uno, Agua y aire limpios y gratuitos para todos. Dos, Movilidad social sostenible, con iguales posibilidades de ascenso social por méritos de trabajo. Tres, Desarrollo verdadero, por educación, salud y perfeccionamiento de la gente. Cuatro, Conectividad social para la formación y la información, garantizando una internet verdaderamente libre y sin espionaje. Y, 5, Movilización en defensa del medio ambiente.
Sobre esas cinco estrellas, el movimiento de Beppe Grillo obtuvo un triunfo resonante en las elecciones italianas de 2013, alcanzando una fuerza parlamentaria de 108 diputados y 54 senadores.
Pero, a diferencia de otros líderes políticos, Beppe Grillo se mantuvo consultando a sus bases, y sin asumir ningún compromiso con otros partidos, ni siquiera ante ofrecimientos de compartir el gobierno.
De hecho, Beppe Grillo no aceptó tampoco negociar una alianza con el líder de la centro izquierda italiana, Pier Luiggi Bersani, quien cuenta con la primera mayoría en el Congreso. Los 5 estrellas sólo vuelcan su apoyo a proyectos específicos aprobados por sus bases, y sin ofrecerle a nadie ni pedirle a nadie, nada a cambio.
Y ahora, la semana pasada, el Movimiento 5 Estrellas parece haber iniciado una nueva campaña impactante, luego que Beppe Grillo acusara de fascistas tanto al gobierno de la Unión Europea como al de Italia, señalando, además, que Italia debe nacionalizar su Banca, y, a la vez, utilizar su enorme deuda de dos millones de millones de euros, como arma, como palanca, para poner en vereda tanto a los acreedores de Alemania como a los ya desacreditados economistuchos de Bruselas con sus recetas de austeridad y de emisiones de dinero sin respaldo.
Así pues, las últimas elecciones, siendo expresión neta de democracia, coinciden en mostrarnos que la democracia, al menos como está hoy, no es capaz de entregar soluciones eficaces a los problemas reales. Es cierto que en el debate político y en las elecciones se formulan temas y problemas, que llegan a ser un diagnóstico, una descripción de los males que enferman a una nación.
Pero más allá de hacer descripciones y diagnósticos, en estos momentos todos los gobiernos democráticamente elegidos, están siendo repudiados o incluso a veces aborrecidos por la misma ciudadanía que antes los eligió.
Ya se acepta como algo normal que aquello que los candidatos le prometen a sus electores, no son más que palabras aromatizadas con supuestas buenas intenciones, y que no van más allá de las advertencias de que bueno... se cumplirán sólo en la medida de lo posible.
Algo está cambiando, sigilosamente, discurriendo por las venas de la humanidad, algo que se mantiene oculto a las ideologías y a los cálculos de astutos codiciosos.
Cada vez hay menos hombres dispuestos a casarse. ¿Por qué será? Y cada vez hay más mujeres dispuestas a entrar a los ejércitos y las policías, o a partir de milicianas a las guerras.
Y en tanto la corrupción es ya tanta, que el propio primer ministro de Ucrania, Arseni Yatseniuk, declaró su esperanza de que los burócratas, los políticos y los lobistas, sean cuanto antes reemplazados por computadoras y robots.
Eso, porque, según Yatseniuk, a las máquinas no se las puede sobornar.
¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense, es necesario. Hay peligro.