Por Ruperto Concha
Esta fue la semana del equinoccio… Acá al sur es el equinoccio de primavera, y en el norte es el de otoño, y en ambos hemisferios se produce un empate astronómico. Las horas de luz son iguales a las horas de oscuridad.
En el universo noticioso mundial también esta semana se ha producido un empate generalizado en las principales coyunturas antagónicas. En Siria, el acuerdo entre Moscú y Washington para una tregua humanitaria en la ciudad de Aleppo, quedó paralizado luego que aviones estadounidenses bombardearan al ejército sirio, supuestamente por una lamentable equivocación, matando a 60 soldados, y dejando más de un centenar de heridos.
Inmediatamente el Gobierno de Siria puso término a la tregua, sobre todo al conocerse que las fuerzas rusas habían tratado infructuosamente de advertir a los estadounidenses, sin lograr comunicarse hasta que los hechos estuvieron consumados.
Después de eso, aplicando la vieja táctica del empate, Estados Unidos acusó a Rusia de haber bombardeado un convoy de ayuda humanitaria. Sin embargo, el alto mando ruso refutó la denuncia, indicando que ningún avión ruso había sobrevolado aquella zona, mientras que, por el contrario, se había detectado y filmado a un dron estadounidense de ataque, del tipo Predator, procedente de la base de la OTAN en Incirlik, Turquía, que estaba sobrevolando al convoy humanitario.
Entre Europa y Estados Unidos también se ha producido un empate en esa especie de guerra de multas enormes a las enormes sociedades anónimas que se enfrentan a ambos lados del Atlántico. Ud. recordará que las primeras andanadas le llegaron a la Volkswagen de Alemania, con una multa de 14.700 millones de dólares, ¡vaya multa!, por ocultar las emanaciones de sus vehículos petroleros en Estados Unidos.
El contragolpe más notorio fue la multa de 14.500 millones de dólares, aplicada por la Unión Europea a la giganta computacional Apple, por evasión de impuestos a sus ganancias.
Y esta semana, Estados Unidos volvió al ataque, defendiendo a la giganta aeronáutica Boeing y acusando a su rival europea Airbus de maniobras subrepticias de competencia desleal y recibir subvenciones de los gobiernos europeos.
La Organización Mundial de Comercio falló en primera instancia a favor de la Boeing, señalando que la empresa europea Airbus había recibido más de 22 mil millones de dólares en subvenciones. Por supuesto la aeronáutica europea anunció de inmediato que apelará en contra de aquel fallo.
Otro empate más bien lóbrego es el de la banca internacional. En Europa, el segundo banco más grande de Alemania, el Kommerzbank, anunció ayer sábado que prevé suprimir al menos 5 mil puestos de trabajo este año, para hacer frente a la baja rentabilidad provocada por los bajos intereses impuestos por el Banco Central Europeo.
Es decir, el próximo viernes quedarían cesantes 5 mil empleados bancarios que hasta ahora recibían buenos sueldos. El empate, en tanto, lo dio la estadounidense Goldman Sachs, que anunció por su parte que eliminará casi un tercio de sus empleados en alrededor de 200 sucursales en Asia.
En fin, hablando de empates, el empate más extraordinario es el del republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton. Hasta fines de agosto, Hillary Clinton aparecía con una ventaja de más de 10 puntos por encima de Donald Trump, y la sensación general era que la Clinton iba a ser la próxima presidente de Estados Unidos.
En Colorado, la Clinton aparecía con 41 puntos contra sólo 33 de Trump. Ahora, en la última encuesta, aparece Trump subiendo de 33 a 42 puntos, mientras Clinton llegaba a 44. O sea, su ventaja se redujo a sólo dos puntos, lo que equivale a un empate, de acuerdo al índice de error que tienen todas las encuestas.
En Virginia, Clinton mantuvo su apoyo en 45 puntos, pero Trump subió de 34 a 39%.
En Iowa, Trump superó a la Clinton 44 - 37%, mientras que en agosto era Clinton la que superaba a Trump por 41 contra 39. Y en Georgia, Trump con 47 puntos supera a la Clinton que quedó en 40.
En general, hasta hace una semana se consideraba ya que la elección presidencial sería sumamente estrecha. Las cifras acumuladas todavía mostraban una ventaja de 4 puntos, más o menos, en favor de Clinton, aunque el deterioro de la campaña demócrata sugería que esos puntos podrían quizás esfumarse.
O sea, que se llegaría en empate al 8 de noviembre.
Pero en esta semana equinoccial, el empate comenzó a desintegrarse, tal como el equinoccio, que no se detiene en su empate astronómico.
De partida, se dio a conocer la última encuesta de opinión realizada por la prestigiosa institución PEW, de investigación de opinión pública. En ella se confirmó la información anterior de que una enorme parte de la opinión pública de Estados Unidos siente frustración, desaliento y pesimismo por los dos candidatos presidenciales. De hecho, son más los que rechazan a ambos candidatos que los que anuncian que votarían por alguno de ellos.
Lo más significativo es que, respecto Donald Trump, lo que provoca rechazo es principalmente su carácter y sus opiniones violentas. En cambio, respecto de Hillary Clinton, el rechazo se relaciona a aspectos más graves. Primero, se la considera mentirosa y engañadora. Segundo, se la acusa de estar vinculada y al servicio de Wall Street y las corporaciones financieras. Tercero, se la considera como prolongación del régimen de Barack Obama, y, cuarto, ya se da como un hecho que su salud no es compatible con las exigencias del mando supremo de la nación.
Es decir, lo que se condena en Donald Trump es finalmente excusable, pero lo que se condena en Hillary Clinton va más a fondo y es difícil, muy difícil de cambiar.
Pero después del impacto de la encuesta PEW, ocurrieron nuevos hechos catastróficos para la campaña demócrata. El viernes, el presidente Barack Obama sacudió a la opinión pública de su país, al vetar la ley que facultaba a las familias de las víctimas del 11 de setiembre, a presentar demandas judiciales contra Arabia Saudita, como régimen que financia al terrorismo de Al Qaeda, y, en consecuencia, exigir indemnizaciones que en conjunto llegarían a casi 800 mil millones de dólares
La ley fue aprobada casi por unanimidad en el Congreso. El veto de Obama aparece ahora como arrebatándole a las familias un instrumento único para procurar justicia y castigar al régimen que financió a los terroristas.
Y más inquietante resultó la explicación que dio la Casa Blanca sobre las razones para vetar esa ley. Según se indicó, el presidente Obama consideró peligroso que se sentara un precedente judicial pues eso podría permitir que familias de otros países, afectadas por acciones militares o de la Inteligencia de Estados Unidos, pudieran a su vez demandar a Washington exigiendo indemnizaciones. Particularmente grave sería el caso de los centenares de víctimas inocentes de los asesinatos mediante drones, en el Oriente Medio.
Es decir, el argumento expuesto por Barack Obama implicó, además, que la guerra antiterrorista no sólo ha fracasado en eliminar el terrorismo, sino que, además, pone a Estados Unidos en situación de tener que defenderse de acusaciones criminales y tener que pagar indemnizaciones a familias de muchos países, desde Europa hasta Yemen y América Latina.
Es obvio comprender el efecto de ese veto y de esa explicación, para la opinión pública sobre el Partido Demócrata, su gobierno y su candidatura presidencial.
Los otros factores recientes que parecen estar demoliendo el empate de Hillary Clinton, se hicieron sentir a partir también del viernes, cuando el senador republicano Ted Cruz, que aparecía como un agrio opositor de Donald Trump, anunció su más resuelto apoyo a la candidatura de Trump. Siendo Ted Cruz uno de los líderes del Tea Party Movement, que amenazaba con votar por los Libertarios con tal de no votar por Trump, ahora se prevé un retorno disciplinado de las todas bases republicanas a la candidatura de su partido.
De hecho, Ted Cruz enfatizó que, pese a sus diferencias con Donald Trump, es preciso evitar que gane la "inaceptable" señora Hillary Clinton.
En tanto, aun resonando el apoyo de Ted Cruz, WikiLeaks dio a conocer los documentos obtenidos por el hacker Guccifer-2, en el que se revela corrupción, manipulación ilícita y conspiración por parte del Comité Parlamentario de Campaña Presidencial del Partido Demócrata, donde se exhiben textos y grabaciones que demuestran cómo se movilizaba toda la organización del Partido para que Hillary Clinton fuese la candidata presidencial.
Y esto, a comienzos de diciembre de 2015, mucho antes de que se iniciaran las primarias para que las bases decidieran candidaturas. De hecho, aunque las encuestas ya mostraban que la precandidatura de Bernie Sanders iba siguiendo muy de cerca a la de Hillary Clinton, el aparato de la oligarquía partidista demócrata se negó a considerar ni remotamente que Bernie Sanders pudiera ser tomado en cuenta.
Fuera de ello, los documentos revelan otros manejos turbios de los clanes o pandillas o grupos de poder fáctico en torno de personajes de la estructura del Partido Demócrata, en particular en la obtención de financiamiento para las campañas parlamentarias de diputados y senadores, y la designación de favoritos en cargos políticos decisivos.
Podemos hacer una estimación de los efectos de estas revelaciones, en momentos en que la candidatura de Hillary Clinton se enfocaba precisamente a tratar de captar los votos de los republicanos descontentos de Trump, y los votos de las bases de Bernie Sanders.
Es más que comprensible que el diario Washington Post, frenéticamente partidario de Hillary Clinton y sistemático denigrador de Donald Trump, el viernes pasado, sin embargo, publicó en forma destacada que un analista político, célebre por haber acertado en todas sus predicciones electorales en los últimos 30 años, el profesor Allan Lichtman, anunció que Donald Trump es el candidato que va derecho a la victoria presidencial.
De hecho, el profesor Lichtman publicó un libro, llamado "Predicción del Próximo Presidente", en que expone su método de análisis y la base de información sobre la cual construye su diagnóstico del triunfo de uno y la derrota del otro de los dos candidatos finalistas.
El que un periódico tan entusiasta y alabador de Hillary Clinton, y tan enconado en sus ataques contra Donald Trump, nos lleva a considerar un fenómeno conexo a esta campaña electoral. Durante once meses consecutivos, la inmensa mayoría de los grandes diarios, las redes de televisión, los sitios de opinión en Internet, las principales revistas y las agencias noticiosas, realizaron la más intensa y virulenta campaña de desprestigio en contra de Donald Trump, llegando en ocasiones a injurias y manipulación calumniosa de los dichos de Trump, hasta el extremo de implantar publicitariamente la idea de que el candidato republicano sería una especie de retardado mental. Incluso lo trataron directamente de hipócrita, racista y cobarde. ¿Qué tal?
La reiteración durante meses y meses de esas especies publicitarias llevaron a que mucha gente considerara imposible e inadmisible que un monstruo así pudiera postularse a la presidencia de Estados Unidos.
Bueno, ¿qué fue lo que ocurrió, qué fue lo que hizo que esa gigantesca, persistente y enconada campaña, finalmente se embotara, perdiera su eficacia y su credibilidad?
¿Qué fenómeno de toma de conciencia, de opinión y de decisión, está comenzando a producirse al menos en los Estados Unidos?
Pero veamos ahora, ¿hay también empate entre Estados Unidos y Rusia?
Fue con mucho esfuerzo que Rusia logró rehacerse después de la catastrófica desintegración de la Unión Soviética, y el calamitoso gobierno del alcohólico presidente Boris Yeltzin y la horda de oligarcas del Partido Comunista soviético que se convirtieron en multimillonarios de un día para otro, y entregaran a ese país inmenso, el más grande del mundo, a un pulular de gangsters a sueldo de las finanzas internacionales.
Durante los últimos 16 años, la resurrección de Rusia y su formidable recuperación social, económica, educacional, científica, agrícola, industrial y militar, ha sido protagonizada por un grupo de personas innegablemente patriotas, encabezadas por el actual presidente Vladimir Putin.
Ese proceso extraordinariamente abierto a la opinión pública del pueblo ruso, ha tenido por efecto cargar a la actual conducción de Rusia, de un carácter especial, con fuerte personalidad y con fuerte estilo programático.
El mismo Vladimir Putin dijo "Todo el que tenga corazón recordará con cariño lo que fue la vieja Unión Soviética". Pero, agregó, "Todo el que tenga cerebro, comprende que sería demencial tratar de volver ahora a la Unión Soviética".
Los nuevos dirigentes de Rusia tuvieron bien claro que el país había quedado reducido al caos y la miseria, mientras que por el sur las hordas islámicas wahabitas, financiadas por Arabia Saudita, lanzaban una guerra terrorista sobre el Cáucaso ruso, Chechenia, Ingushetia, Osetia del Norte.
Así, pues, ni Putin, ni Medvedev, ni Lavrov ni los demás miembros del equipo han tenido tiempo para sumergirse en teoría o ideología política. Con un pragmatismo resuelto y aterrizado, iniciaron un modelo económico mixto, con fuerte intervención del Estado como vigilante, estratega y financista asociado a la banca privada.
La nueva Rusia, la Federación Rusa de Repúblicas Independientes, logró en tiempo record levantarse de nuevo a la categoría de Potencia Mundial. Y lo hizo sin jamás lanzar su fuerza militar sobre otras naciones. Sólo actuó militarmente en los casos en que fue atacada, como ocurrió en Osetia del Sur invadida por Georgia, o respondiendo a naciones aliadas que han pedido ayuda, como en el caso de Siria.
Pero con ese mismo pragmatismo, Rusia se ha planteado como adalid de una nueva globalización a partir de naciones soberanas, organizadas mediante el derecho, en una arquitectura de integración multipolar. Es decir, estableciendo potentes estructuras y alianzas, para impedir que alguna nación trate de imponer un régimen imperial unipolar.
Esto, obviamente, llevó a un enfrentamiento persistente entre Moscú y sus aliados, ante Washington y sus aliados. Un enfrentamiento extremadamente peligroso que ya en varias ocasiones nos ha aproximado al estallido de una guerra mundial.
Una campaña persistente, similar a la que se realizó en contra de Donald Trump, ha intentado demonizar a Rusia atribuyéndole absurdas intenciones imperialistas. Oiga, ¿para qué podría querer Rusia anexarse a Estonia, cuyo único aporte serían varios millones de estonios enojados? ¿Para qué querría anexarse a Ucrania, un estado corrupto y fracasado que ni siquiera logró conservar el parque industrial que heredó de la Unión Soviética?
De hecho, Ucrania ya le vendió a la China la totalidad de las patentes, planos, secretos industriales y prototipos de los gigantescos aviones soviéticos Antonov, los aviones más grandes del mundo. Ahora China, asociada con Rusia, iniciará la producción de los aviones gigantes, cuya capacidad de carga aún no ha sido superada.
Pero Rusia, por cierto, acudió en defensa de sus propias instalaciones en la gran base naval de Crimea, y en defensa de la población de Crimea, en más del 90% son étnicamente rusos, hablan ruso, fundaron las ciudades tanto de Crimea como el sur y el oriente de Ucrania, a lo largo de tres siglos, desde que ese territorio fue liberado del imperio turco.
Es importante verificar estos hechos a partir de documentos y libros serios, no de la simple propaganda anti rusa. Y entonces podremos entender por qué las últimas elecciones parlamentarias de Rusia, el pasado 18 de setiembre, fueron tan sencillas y tan sin problemas, que muchos llegaron a considerarlas aburridas.
Los resultados prácticamente dejaron igual la correlación de fuerzas políticas del Congreso. Rusia Unida, el partido de Putin, obtuvo primera mayoría aunque disminuyó dos puntos su votación anterior y alcanzó 343 escaños. Segunda fuerza fue el Partido Comunista, que ganó 42 escaños. Tercero el Partido Liberal Demócrata, encabezado por el nacionalista Vladimir Zhirinovski, con 39 escaños. Y cuarto, el partido Rusia Justa, con 23 escaños.
Con votación mínima, siguieron los partidos Comunista de Rusia, Yabloko, de oposición pro estadounidense, que obtuvo menos de un 2% de los votos. Otros 8 partidos obtuvieron votos para ocupar al menos un escaño en el Parlamento.
Por supuesto, esta elección parlamentaria de Rusia no está en empate con la que se prevé en Estados Unidos. De hecho, ninguno de los partidos que presentó candidatos realizó una campaña de publicidad millonaria, como éstas que hemos visto aquí en Chile. Más bien las candidaturas se hicieron conocidas a través de decenas de debates transmitidos, en forma gratuita, por estaciones locales o nacionales de TV.
Allá nadie le mendiga plata ni a Wall Street, ni a Codelco, ni a la Soquimich para financiar campañas electorales.
Así pues, ¿para dónde se endilgará el gran desempate de estas semanas equinocciales?
¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense, es necesario. Hay peligro... ¡Pero la vida misma es peligrosa!