AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Finales son comienzos

Por Ruperto Concha / resumen.cl

1940, gobierna en Chile don Pedro Aguirre Cerda. En Europa y el Sudeste Asiático, la Segunda Guerra Mundial desgarra a la humanidad. En nuestra América Latina, la gente se informaba con avidez por las radios de onda larga, y los confiables diarios en papel barato, con pocas fotografías, y cada uno con su propio sesgo político.

Y sin embargo, allí decían la verdad «casi» completa. A veces, por supuesto, se difundía alguna falsedad o, incluso, alguna calumnia. Pero los periodistas no inventaban esas falsedades. Se limitaban a reproducir lo que los protagonistas de las noticias declaraban. Y, si resultaban falsas, los mismos periodistas se encargaban de denunciarlo. Por eso la gente confiaba en el periodismo.

Cualquiera, con unas moneditas, podía comprar varios diarios de ideologías opuestas, y contrastarlos para hallar en unos las noticias que otros quizás callaban.

Y por ello, el poder de la prensa era suficiente para movilizar multitudes y presionar eficazmente a la clase política. La gente estaba alerta, discutía cara a cara con sus líderes, se formaban opiniones y salía a expresarlas a las asambleas y las calles.

En marzo de 1941, en Santiago, más de cien mil personas desfilaron embravecidas por la Alameda hasta la Plaza Baquedano exigiéndole al gobierno romper relaciones con los países del Eje nazi-fascista y, en cambio, establecer relaciones con la Unión Soviética. ¿Era bueno eso?… Dejemos esa pregunta sin responder.

Veamos en cambio la realidad periodística de nuestros días. Las radios y la TV llegan gratis a nuestros receptores, computadores y teléfonos celulares, y con ellas llegan casi instantáneamente las noticias, las modas y los montajes de cada rincón del planeta. Hay muchísimos jóvenes que sinceramente creen que hoy ellos están lejos mejor informados que la gente de las generaciones anteriores.

Sólo a veces logran tomar consciencia de que esa supuesta «buena información» en realidad es poco más que una muestra fugaz de data procesada y manipulada con la intención de convencer y persuadir, no de informar y hacer comprender.

Es un diluvio de datos similares a las piezas desordenadas de un rompecabezas puestas de manera atractiva, que se exhiben un instante y son retiradas antes de que Ud. alcance a percibir la figura que el rompecabezas pudiera tener si se ordenaba.

Sólo en los espacios mayores, de análisis, crónicas, editoriales y comentarios, los grandes medios de comunicación social todavía intentan apelar a la inteligencia del público. Y al observar el quehacer de la gente, resulta desoladoramente claro que ya el periodismo no está siendo capaz de movilizar enérgicamente a las bases sociales.

En el caso de Estados Unidos, donde se está dando un interminable huracán mediático virulento en contra del presidente Donald Trump y su gobierno, en una arremetida incesante que ya lleva 4 meses, y que compromete a alrededor del 90% de los más importantes medios periodísticos… sin embargo los efectos de tan gigantesca y carísima campaña publicitaria y periodística han sido comparativamente mínimos.

De hecho, las últimas noticias objetivas del acontecer mundial nos muestran que en realidad es Donald Trump el que está mandando de veras tanto en su país como en Europa y en los demás países que, por no decir lacayos, podemos decir que son clientes.

En estas últimas semanas hemos recibido muchísima información firme, verdadera, de hechos de tremenda importancia, que en realidad nos muestran cómo nuestras vidas, y las cosas que necesitamos y amamos, están en peligro de aniquilación.

Y, sin embargo, no vemos ninguna reacción importante de nuestra gente, más allá de algunos inocuos episodios de protestas ocasionales cuyo efecto se esfuma casi tan rápido como las nubes de gas lacrimógeno.

Podemos comenzar por la Cumbre del Grupo de los 20, en Alemania, donde las naciones más poderosas y ricas del mundo querían plantearle al presidente Trump sus exigencias para encarar los desafíos de una economía estancada, de un latente peligro de guerra mundial, y de cumplir los compromisos ambientales suscritos y confirmados en la última Cumbre de París.

Al parecer la discusión fue nula. El gobierno de Donald Trump reiteró sus planes proteccionistas; desestimó como palabrería inútil las propuestas europeas de defensa del libre comercio, y confirmó que gravará con impuestos las importaciones de manufacturas producidas en cualquiera otro país.

En materia de defensa de Europa, Trump ya le señaló secamente a la canciller alemana Angela Merkel, que los países de la OTAN, y particularmente Alemania, le deben muchísimo dinero a Estados Unidos, y que ahora deben pensar en ir pagándolo, además de financiar sus propios gastos militares. En cuanto a la Cumbre de París y los acuerdos de lucha contra el cambio climático, Estados Unidos reiteró que eso del cambio climático no es materia que le interese a Washington.

Paralelamente, se informó también que Estados Unidos reducirá a la mitad sus aportes para las Naciones Unidas y que está considerando salirse de la Comisión de Derechos Humanos.

Bueno, al final de la cumbre todos declararon a la prensa que la Cumbre fue un éxito.

También durante la semana se venía produciendo un creciente tono amenazante, de chimpancés golpeándose el pecho, en todas las fronteras occidentales con Rusia y también en Corea y el Mar de la China. Sin embargo, en su visita a China y a Corea, el Secretario de Estado Rex Tillerson tuvo un súbito cambio de tono. Invitó a China para que juntos elaboraran un plan de acción para controlar la amenaza de Corea del Norte, evitando llegar a una nueva guerra.

Eso, en momentos en que en Corea del Sur continúan diariamente las multitudinarias protestas en contra de los misiles y radares de Estados Unidos, en contra de la guerra y en pro de la reunificación pacífica con Corea del Norte. Bueno, está claro en todo caso que no son las protestas de la gente las que les están bajando el tono a los belicistas.

Lo que hace bajar el tono es que todos, todos, en Washington, en Moscú, en Beijing, en Tokio, en fin, ya están teniendo muy claro que, si estalla la Tercera Guerra Mundial, sólo habrá perdedores. Patéticos perdedores.

Se sabe que el sueñito ése de ganar la guerra lanzando un ataque nuclear preventivo, súbito, inesperado y aniquilador, en realidad es sólo un sueño. La potencia atacada responderá automáticamente, también con miles de bombas atómicas, aun si no quedase ningún sobreviviente.

Se sabe también que los más sofisticados sistemas de misiles interceptores, llegado el caso, no podrán destruir más que una pequeña parte de los misiles atómicos atacantes. Incluso la ya famosa "Cúpula de Hierro" antimisiles de Israel, no podría parar más que un 20 o 25% de las cabezas nucleares que les lancen.

En cambio, se hace cada vez más inevitable la proliferación de bombas atómicas en países que están sintiendo la compulsión de la carrera armamentista. Es el caso de Alemania, Japón, Australia, y posiblemente también Corea del Sur.

Sobre esa base, el monstruoso costo económico de la carrera armamentista aparece como un referente estratégico adicional. Cada misil interceptor Patriot de los Estados Unidos, tiene un costo de 3 millones de dólares, y en el intento de interceptar un misil hipersónico ruso, se deben lanzar tres o cuatro andanadas sucesivas, de cuatro misiles cada una, con la esperanza de un 20% de éxito. O sea, interceptar un misil hipersónico tendría un costo mínimo de 36 millones de dólares en los primeros 10 segundos de un ataque que podría prolongarse por muchas horas.

También en el mundo islámico, norte y oriente de África, Oriente Cercano y Medio, los hechos parecen estar evolucionando por sí mismos, como entidades desbocadas que ya sobrepasan los planes estratégicos. Al menos el ex presidente Barack Obama tuvo la decencia de reconocer, finalmente, que su decisión de lanzar a la OTAN contra Libia para derrocar a Muammar Khadaffi, fue el peor error que había cometido en su gobierno.

En Siria, la superioridad estratégica y política de Rusia parece estar finalmente desembocando en un gran acuerdo de paz en los términos que establezca democráticamente el propio pueblo sirio, a través de sus negociaciones en Astaná y Suiza, y sin intrusión de otras potencias.

Para Israel, este desenlace implica extrema peligrosidad, sobre todo al confirmarse que Siria ya autorizó la instalación de una gran base naval de Irán en el Mediterráneo, junto a las bases rusas de Latakia, en la costa noroeste de Siria.

La ilegal incursión de aviones israelíes para atacar al ejército de Siria en territorio sirio, ya fue respondida por las defensas antiaéreas de Siria. Está claro que una nueva invasión israelí provocará la respuesta de Siria, esta vez con utilización de armamento ruso antiaéreo de última generación.

O sea, se produciría una crisis muchísimo más grave que cualquiera de las guerras árabe-israelíes anteriores, que podría derivar en forma impredecible. Y junto con la situación de peligro para Israel, también las monarquías petroleras árabes, ya desenmascaradas de su alianza secreta con Israel, pueden derrumbarse súbitamente.

De hecho, el viaje de negocios del rey Salmán a los países islámicos orientales, además de la China, responde a la ya angustiosa necesidad de Arabia Saudita de encontrar una nueva forma de sostener su economía, cuando de nuevo el precio del petróleo se derrumba a poco más de 40 dólares el barril.

De hecho, las fabulosas riquezas petroleras de Arabia están en camino de agotarse.

CONTROL: RÁFAGA

En el África Oriental, desde Somalía hasta Sudán, siendo de mayoría islámica, ha comenzado a cobrar fuerza un peligroso resentimiento contra la coalición árabe que encabeza Arabia Saudita, en su sanguinaria intervención en Yemen, tratando de reponer en el gobierno al ya depuesto y renunciado presidente Mansur Hadi.

Esta semana, aviones sauditas hundieron una embarcación cargada de emigrantes somalíes que retornaban a su país, matando a casi 90 de ellos, y eso provocó una oleada de indignación en los millones de musulmanes de raza negra, de Somalía, Etiopía y Sudán.

Y, en Egipto y Turquía, el acercamiento a Moscú sigue consolidándose, con especial énfasis en la adquisición del nuevo armamento ruso. Turquía provocó impacto en los países europeos, al solicitarle a Rusia la venta de baterías de misiles antiaéreos S-300 y S-400. En su solicitud de comprar ese armamento, el presidente Erdogán señaló específicamente que su equipamiento se mantendría por completo fuera del alcance de los técnicos y los militares de la OTAN.

Otro impacto noticioso de esta semana fue la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos, de elevar considerablemente la tasa de interés de los bonos soberanos del país.

No se ha especificado todavía cuál será el aumento de la tasa de interés, aunque está claro que cualquier aumento repercutirá en el costo de amortizar la deuda de 9 billones de dólares, 9 millones de millones de dólares, que tiene el gobierno de Estados Unidos. Un alza de sólo un 1% supone para el gobierno un pago adicional de 90 mil millones de dólares sólo en intereses.

¿Deberíamos agregar todavía las noticias de nuestra América Latina?… Van desde el escándalo de las exportaciones brasileras de carne, en que mezclan carnes frescas con carnes descompuestas maquilladas con sustancias químicas que disfrazan el olor a podredumbre, pero que contienen sustancias que son cancerígenas.

Siguen con el descubrimiento, en Miami, Florida, de una enorme red de contrabando de armas que se enviaban clandestinamente a grupos políticos en Venezuela. Entre otros elementos se detectó el envío de 15 mil pistolas ametralladoras, o pistolas de asalto.

Se descartó que ese armamento fuese destinado a grupos de gobierno, pues éstos tienen acceso fácil a proveedores formales. Eso deriva las sospechas a los grupos opositores que de hecho han participado ya en diversas acciones criminales.

En Buenos Aires, un escándalo periodístico afectó al gobierno de Macri y al diario Clarín, que había publicado la noticia falsa de que el ex jefe de gobierno de España, Felipe González, le había pedido al presidente Macri que metiera a la cárcel a la ex presidente Cristina Fernández.

Confrontado por Cristina Fernández, Felipe González reaccionó con indignación, denunciando que lo dicho por el diario Clarín es una mentira, y que él no sólo niega haber dicho tal cosa, sino, además, no cree, ni siente, ni piensa que la ex presidente Cristina Fernández sea culpable y deba ser encarcelada.

Después podríamos seguir con la increíble salida del recién elegido presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, durante su encuentro con el presidente Donald Trump en Washington. Declaró Kuczynski que los gobiernos latinoamericanos son como perros simpáticos, echados en el limpiapié de los Estados Unidos, y que sólo Venezuela es problemática.

Y, podemos también mencionar al Secretario de la OEA, Luis Almagro, que agradeció emocionadísimo a los senadores de Estados Unidos, republicanos y demócratas, por haber aprobado un voto condenatorio en contra de Venezuela. En palabras de Almagro, el presidente Maduro sería un dictador, y Venezuela debería ser marginada de la OEA.

Ya antes, la furia de Almagro contra Venezuela fracasó en su intento de marginar al régimen bolivariano, por no contar con suficiente respaldo de los países miembro.

En estos momentos, Chile y Perú son los principales promotores en contra de Venezuela. En cambio, en favor de Venezuela se cuentan México, Ecuador, Bolivia, Salvador, Guatemala y Nicaragua. Por su parte, Colombia se abstendría.

¿Vale la pena mencionar los escándalos de las clases política y militar de nuestro querido Chile?…

Lo sorprendente es que, en este alud de noticias, de hechos netos y concretos, la gran masa de las bases sociales en todo el mundo, sigue pareciendo narcotizada, incapaz de hacerse parte de una movilización general, una especie de huelga que paralice todo, desde la guerra hasta los bancos y el aparato político, y presente las bases para una nueva Carta Magna de los derechos humanos y de la política, para seguir adelante con un mínimo de salud espiritual y humanista.

Ya en la década de 1950, biólogos vinculados a la NASA de Estados Unidos, como los doctores Rupert Riedl, James Lovelock, Carmen Margoulis y la antropóloga Eileen Morgan, entre otros, se habían interesado en los procesos evolutivos no sólo de cada especie viva, sino también del conjunto de los seres vivos y de los seres humanos.

Destacaron que, en la evolución, básicamente los seres vivos se modifican a sí mismos a fin de adaptarse al medio ambiente. Y cuando las modificaciones son suficientes y no hay nuevos conflictos con el medio ambiente, los seres vivos detienen su evolución. Es el caso de las moscas, las hormigas y las medusas, que dejaron de evolucionar hace millones de años.

Por su parte, los seres humanos, a partir de los primeros homínidos, en un período de pocos millones de años, alcanzaron un grado de evolución que nos permitió dejar de evolucionar nosotros mismos y en cambio modificar al medio ambiente en una suerte de evolución externa.

En esa perspectiva, los seres humanos dejamos de evolucionar cuando el Homo sapiens sapiens experimentó sus últimas mixigenaciones, esos mestizajes que culminaron hace entre 20 mil y 30 mil años.

A partir de entonces, vamos sumando técnicas y descubrimientos que nos permiten alterar cada vez más el medio ambiente, sin necesidad de evolucionar nosotros mismos.

Pero esa transformación, esa suerte de evolución que le imponemos a nuestro medio ambiente, finalmente alcanza un moméntum, una dinámica inercial propia, que se expresa por un lado en fenómenos como el cambio climático, y por otro lado se expresa también en nuestra organización psicológica y social.

Por ejemplo, las personas que comparten sus vidas en un ambiente universitario, con gran importancia de factores culturales exigentes, elevados, tienden a casarse con otras personas de ese mismo ambiente. Lo mismo, algo equivalente, ocurre en las familias militares, donde además los hijos reciben un mismo tipo de educación y formación valórica.

En fin, en sociedades donde la dinámica social moviliza grupos importantes de personas hasta crear redes de pares, naturalmente se genera también una tendencia a procrear hijos que heredan ciertos rasgos genéticos particulares de la misma red.

O sea, comienza a producirse algo semejante a una "casta". Como en la antigua India, donde la clase alta era ocupada por la casta de los brahmanes, caracterizados por su sabiduría y espiritualidad, seguidos por la clase de los chatriyas o militares, y, más abajo, por las castas de los diversos oficios y vocaciones.

¿Estamos quizás ahora experimentando un paso hacia una nueva política basada en la eugenesia, en la adivinación, la construcción del futuro a partir de nuestro ADN y no de nuestras ideologías?

¿Será que, después de tantas eras y tantos milenios, estamos cercanos a seguir evolucionando nosotros mismos, y no nuestro medio ambiente?

Hasta la próxima, amigos. Cuídense. Es necesario. Es interesante.

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