En los últimos días, la prensa corporativista se ha regocijado imaginando detalles de un supuesto colapso económico de Rusia. Decían que la gente, llorosa, trataba de comprar cositas antes de que su dinero perdiera su valor, y que se preveían que vendrían hambrunas y los jubilados se quedarían sin poder cobrar sus pensiones, fíjese.
De todas esas ensoñaciones autocomplacientes, de pura paja, lo único sustancial era que, efectivamente, el valor comercial de la moneda rusa, el rublo, había caído en sus cotizaciones como mercancía, en comparación con el dólar.
Así lo admitió sobriamente el presidente Vladimir Putin, quien señaló que Rusia experimentará dificultades financieras de acuerdo a la crisis mundial que ya ha comenzado. Pero, indicó, no habrá efectos severos para la gente. En lo inmediato, para frenar el proceso inflacionario, se inyectarán dólares de las reservas internacionales y se elevará la tasa de interés del crédito.
Pero, más allá de eso, anticipó que Rusia está preparando un plan vasto de inversiones apuntadas a aumentar la autonomía de la productividad nacional y prescindir de aquellos proveedores extranjeros que han demostrado ser poco fiables.
Fuera de eso, Putin admitió sin remilgos que las sanciones anti rusas impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, han causado un efecto negativo, aunque muchísimo menor que el daño causado a los propios países sancionadores.
Sobre todo, que la caída de un 50% del precio mundial del petróleo repercute en alrededor de un 20% del ingreso previsto presupuestariamente para el estado ruso.
No obstante aquello, el programa de gobierno se mantiene en su totalidad, incluyendo las nuevas grandes inversiones en investigación científica y tecnológica, y en la potenciación de las fuerzas armadas, en concordancia con las crecientes amenazas de la OTAN.
¿En qué se sustenta esa tranquila seguridad de una Rusia que no oculta sus problemas?
Por supuesto, se sustenta en parte en la vastedad de los nuevos acuerdos comerciales establecidos con China, la India, Irán, Turquía, y los países caucásicos de Asia Central. Como señalábamos el domingo pasado, el gran gasoducto Corriente Sur, bajo el Mar Negro, ahora desembocará en Turquía, país que desde ya compra más gas ruso que el conjunto de todos los países del sudeste europeo.
Por su parte, Turquía pasa a ser el más importante centro de elaboración del gas y el petróleo, además de ser el principal centro de distribución para Europa, que desde ya está enfrentando que el precio del gas natural ofrecido por otros proveedores es dolorosamente más alto que la oferta de Rusia.
Pero más allá del gas y del petróleo, la economía rusa está creciendo fuertemente en estos momentos precisamente por las nuevas condiciones establecidas por el gobierno de Moscú. Sobre todo por condicionar que las empresas grandes que quieran acceder al mercado ruso, tendrán que instalar sus factorías en territorio ruso.
Y no se trata sólo de armadurías. De hecho cada proyecto es ya analizado por autoridades técnicas y económicas que determinan el rango y la calidad de la producción que debe realizarse en Rusia.
De hecho, ya empresas chinas se han instalado en Rusia, haciendo inversiones de cientos de miles de millones de dólares, al igual que otras empresas de Brasil, India y Turquía que están campeando en el mercado ruso.
Por supuesto también Rusia respeta la misma norma para sus exportaciones e inversiones de capital industrial. Por ejemplo, en Venezuela las usinas de la fábrica Kalashnikov producen no sólo armamento liviano, sino que funciona como abastecedora de productos de mantención de armamento antiaéreo, incluyendo misiles y repuestos. Y lo mismo ocurre con las instalaciones de la industria petrolera.
También en Perú, Rusia está ya construyendo una planta industrial para prestar servicio técnico, fabricar repuestos e incluso realizar modernización tecnológica, para las fuerzas armadas peruanas, luego de haberles vendido una flota de 24 helicópteros de combate y otros de transporte, vigilancia y abastecimiento.
A eso se agregan exportaciones de alta tecnología, especialmente la construcción de una treintena de plantas nucleares a la India, Irán, Turquía y Hungría.
Por supuesto, se agrega a ello un nuevo año de excelente cosecha de trigo, que Rusia exporta a todos los países del Medio Oriente, además de India y los países del sudeste asiático, y las transacciones de otros productos agrícolas y marinos, con Irán, sin hacer uso de dólares.
Es decir, sin ocultar la seriedad de la contracción económica generada sobre todo por la caída vertiginosa de los precios de petróleo y el gas, Rusia puede encarar tranquila y sobriamente la crisis global.
El verdadero asunto crítico, lejos más peligroso que la devaluación del rublo, es el proceso casi, casi fraudulento que llevó al derrumbe del precio del petróleo, a casi la mitad, a una velocidad vertiginosa.
A juicio de los más serios analistas financieros, tanto de Occidente como de Oriente, el derrumbe del petróleo está desatando ya una nueva crisis que afecta, ante todo, a Estados Unidos por ser el país más caro del mundo en costos de extracción de petróleo y gas.
De hecho, ya las acciones de las empresas vinculadas a los hidrocarburos en Estados Unidos han caído a calificación de los llamados "papeles basura".
Según el periódico The Economist, la gigante del fracking Continental Resources, ha perdido 11 mil millones de dólares desde julio, aunque señala que se puede sostener todavía siempre que el precio se mantenga por encima de los 50 dólares.
Ello, mientras sigan produciendo los pozos que actualmente están en operación, que mientras duren van a seguir siendo rentables. Pero por cierto, no se podrá iniciar nuevas explotaciones cuando estos yacimientos se agoten, ya que son de duración muy limitada.
Otra gigante del fracking es la Occidental Petroleum, que no se muestra igual de optimista. Según el director general de esa empresa, Stephen Chazen, su empresa entró en problemas graves y no puede sostenerse fácilmente con un precio menor de 70 dólares.
Sin contar los costos de transporte, la producción ya en explotación de petróleo y gas puede mantener un costo que en 2013 oscilaba entre 10 y 20 dólares el barril de petróleo o de su equivalente en gas.
Pero, conocido el rápido agotamiento de estos pozos, su actividad no sobrevivirá más allá de un máximo de dos años. Y, según informa la City Group Inc, principal investigadora del rubro en Nueva York, el costo del petróleo y el gas de fracking tiene un volumen real entre 50 y 100 dólares, frente a un costo de sólo 10 a 25 dólares en los yacimientos tradicionales de Rusia en los Urales, Irán, Arabia y el Norte de Africa.
O sea, básicamente Estados Unidos y otros países como Noruega, en Europa, que realizan perforaciones a gran profundidad, son los que comienzan a sufrir la peor crisis imaginable precisamente en el rubro petrolero donde habían centrado sus más risueñas expectativas.
¿Y cómo comienza a hacerse sentir esta crisis?
La potente operadora Money Morning, de Wall Street, señala cómo el desplome de los precios del petróleo está arrastrando consigo los precios de todas las demás acciones. Por ejemplo, el domingo pasado, las cifras del índice Dow Jones Industrial sufrieron la caída más grave, desde 2011. Y lo mismo las acciones de Standard and Poor 500, y el Indice Compuesto Nasdaq.
En Europa también las acciones sufrieron las peores pérdidas desde 2011. Y, para los falsos expertos que creen que la caída del precio se debe a un exceso de oferta de petróleo muy por encima de la demanda, ya quedó en claro que nunca jamás una sobreoferta podría producir un derrumbe tan violento y tan rápido.
En realidad este fenómeno se corresponde con el estallido violento de las burbujas artificiales creadas por la especulación financiera, exactamente igual a cómo ocurrió en 2008.
De hecho, la gran crisis estalló en 2008 justamente con el estallido de la burbuja artificial del precio del petróleo, que había alcanzado hasta 147 dólares el barril.
Con el derrumbe de ese precio monstruoso, logrado únicamente por maniobras especulativas, se precipitó también el derrumbe de las demás gigantescas especulaciones financieras, la bancarrota de Lehman Brothers y el colapso de los famosos créditos tóxicos.
Después del terremoto financiero, el precio del petróleo quedó achatado. De 147 bajó a sólo 35 dólares el barril. Y eso obviamente no tenía nada que ver con el aumento de la producción o de la oferta de petróleo.
Al igual que en 2008, también se están derrumbando aceleradamente los precios de las más importantes materias primas industriales, el hierro, el níquel, la celulosa y nuestro imprescindible cobre, que cayó de 311,8 centavos de dólar la libra en enero, a 297,6 centavos el lunes pasado y a sólo 292, 4 el viernes.
Es toda la actividad productiva la que está cayendo. Incluso la todavía enorme producción de la China ha disminuido, y sus importaciones por sí solas no sostienen los precios en los mercados mundiales de materias primas.
En tanto, para muchos países, incluyendo esa especie de cueva de Alí Babá que es el Golfo Pérsico, la caída de precios representa una merma enorme de los ingresos. Para los países del Golfo, como para Irán también y algunos yacimientos de Rusia, la caída actual del precio no les impide obtener algunas ganancias fuertes, no tan grandes pero todavía fuertes, ya que la extracción tiene un costo no mayor de 25 dólares por barril.
Pero para otros países, como Noruega, Venezuela, Argentina, Indonesia y los países petrolíferos de África subecuatorial, el derrumbe tiene efectos ruinosos, paraliza en gran parte la producción y obviamente pone término a la capacidad de compra de aquellos países que dejan de participar en el mercado mundial.
Para el mundo desarrollado, los países ricos, el efecto del colapso del precio del petróleo cobra características en cierto modo aún más graves. De hecho, representa la paralización de las nuevas perforaciones de alto precio. Y además, significa la paralización de prácticamente todas las grandes iniciativas en busca de la llamada energía verde, o renovable.
Eso, en Estados Unidos, representa alrededor de 20 mil millones de dólares ya invertidos en plantas eólicas y fotovoltaicas. Asimismo, deja obsoletos grandes proyectos como el oleoducto Keystone, entre Alberta, Canadá y Nebraska, Estados Unidos, proyecto que ridículamente fue recién aprobado por el Congreso norteamericano.
Al mismo tiempo, se ven afectadas las empresas estadounidenses, que estaban recuperándose mediante aplicación de tecnología robótica, que tiene muy alto consumo energético, pero que necesita menos trabajadores humanos y no necesita tampoco servicios de outsourcing que exportan puestos de trabajo hacia países subdesarrollados que tienen mano de obra barata.
Con ello, disminuye la oferta de trabajos de buena remuneración, y al mismo tiempo disminuye la capacidad de capitalización individual por parte de los mismos trabajadores, que ya no tienen capacidad de ahorro y cuyos menores ingresos no les permiten hacer alguna clase de inversiones.
Así pues, los principales analistas económicos de todo el mundo concuerdan en que existe una relación peligrosísima entre el reventón de la burbuja de precio del petróleo, que ya había alcanzado los 125 dólares el barril, con una serie de otros reventones por efecto dominó que afectarán el total de la economía mundial.
Y, según advierten el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Pagos, a diferencia de 2008, ahora los bancos centrales ya no podrán seguir emitiendo billetes sin respaldo, ni tampoco podrán reducir la tasa de interés, que ya está en sus mínimos históricos. De hecho, en la Unión Europea y ahora también en Suiza, la tasa de interés no sólo quedó en cero, sino que alcanzó un valor negativo. O sea, los inversionistas ahora tienen que pagar un interés por el dinero que tengan en depósito.
Así, pues, Rusia ha aceptado con sobria franqueza, que está enfrentando problemas financieros. Y con igual tranquilidad ha anunciado que esos problemas se resolverán sin tener efectos dolorosos para los consumidores rusos. No habrá ni desabastecimiento ni una carestía que no sea proporcional a los ajustes de remuneraciones. O sea, una inflación controlada.
En tanto, mientras Washington y Bruselas inflan el pecho sintiéndose vencedores, Rusia ya obtuvo en realidad una serie de victorias decisivas frente a las potencias occidentales. De partida, ya le puso atajo definitivo a la expansión de la OTAN hacia oriente. Y dejó clarísimo que cruzar la línea roja llevará a un enfrentamiento sangriento y eventualmente, como en Ucrania, al desmembramiento del país en cuestión.
Ya la OTAN puede fortificarse todo lo que quiera, pero ya no podrá volver a correr sus límites en contra de Rusia ni en contra de Asia Central.
Además, ya Rusia obtuvo definitivamente la incorporación de Crimea y su dominio sobre el Mar de Azov. Luego, el armamentismo europeo ya demostró ser principalmente cosmético, y no representa amenaza más que la de Estados Unidos.
Y en tanto, el acuerdo comercial con China para abastecimiento de petróleo por un monto de 400 mil millones de dólares, fue sellado a un precio ciertamente favorable para China, pero que igual nomás es casi el doble del precio que estaba pagando Europa.
Lentamente los políticos menos estúpidos han comenzado a darse cuenta de que irracionalmente empujaron a Rusia hacia oriente, con una hostilidad que no tomaba en cuenta que la nación rusa históricamente ha protegido a Europa, desde los tiempos atroces de la invasiones tártaras y mongolas.
Y que la cultura rusa ha hecho aportes de inapreciable valor para la civilización occidental, desde la Tabla Periódica de los Elementos, descubierta por el químico ruso Dmitri Mendeleiev, hasta los genios rusos que han elevado el arte occidental, la literatura, la música y el cine, hasta niveles jamás alcanzados.
Pero quizás haya sido una historia triste pero de ésas con un final feliz, ya que Rusia ahora pasó a constitur un puente inapreciable que ha permitido que China y su ámbito, junto a la India y al África Negra, puedan salir al encuentro del arrogante mundo europeo. Y hacerlo en términos de igualdad, forzando a esos blancos colonialistas y abusadores, a volverse ecuánimes... a redescubrir lo que es el honor y la honradez.
El 18 de noviembre pasado, llegó a España el primer tren cargado con 80 vagones de containers y varios miles de toneladas de mercancías. Ese tren había partido nueve días antes de un centro industrial del sur de China, cruzó tres países del Cáucaso, atravesó Rusia, entró a Europa por Belarús, Polonia, Alemania y Francia, y llegó sin novedad a España con un costo y una demora ínfimos frente al tradicional transporte marítimo.
Es la nueva Ruta de la Seda, articulada en conjunto por China y Rusia, sobre los fundamentos del legendario ferrocarril transiberiano. Ahora los trenes rusos de alta velocidad formarán la gran flota terrestre de la economía mundial.
Si Estados Unidos publicita su pivote hacia Oriente, el Asia Pacífico... China y Rusia no publicitan: están concretando en la realidad el pivote hacia Occidente, Asia Central y Europa.
Y como parte de ese avance integrador, China ha iniciado el Camino Marítimo de la Seda, desde el Mar Meridional hasta el Mediterráneo y el Atlántico, y por el Pacífico hasta contornear el planeta.
Y fíjese Ud.: justo mañana lunes, en Nicaragua, comienzan los trabajos reales de construcción del Gran Canal Interoceánico de Nicaragua, que está llevando a ese pequeño y pobre país hermano de Centroamérica una inversión de 50 mil millones de dólares, y que contratará a 50 mil trabajadores nicaragüenses bien remunerados, luego de negociar los términos laborales directamente con los sindicatos de aquel país.
¡Dichosa Navidad para Nicaragua, su gente, y la unión inteligente de las naciones.
¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense, usted ve, es necesario. Hay peligro... pero el espíritu es recio... también hay una esperanza que resiste a pesar de todo.
Foto: http://www.lavanguardia.com
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