Ruperto Concha / resumen.cl
De los 20 miembros del Grupo de los 20, reunidos en Osaka, Japón, 19 estaban tan asustados que, en su Declaración final, no se atrevieron ni siquiera a mencionar la palabra "proteccionismo", para referirse a la depresión económica mundial, pues Donald Trump, que estaba allí, podría hacer alguna de las cosas que hace cuando se enoja.
En realidad esta Cumbre de las 20 principales economías del mundo, concluyó en una declaración florida pero más bien insulsa, reiterando los buenos deseos de libre comercio, colaboración internacional, y solución de conflictos a través de la Organización Mundial de Comercio.
En cuanto a los acuerdos de protección del Medio Ambiente, la Cumbre reiteró que los países que firmaron los Acuerdos de París se mantendrían fieles a su compromiso de frenar la polución de gases de efecto invernadero... con la excepción, claro está, de Estados Unidos que declaró que no cree en el cambio climático.
Pero, compensando la inanidad de esa Cumbre, las conversaciones privadas y paralelas sí que produjeron efectos importantes. Vamos viendo.
El temible presidente Donald Trump se reunió con sus más íntimos enemigos y colegas: El ruso Wladímir Putin y el chino Xi Jinping.
En su reunión, Putin y Trump mantuvieron un tono francamente amistoso, coherente con el resultado de los dos años de investigación sobre una supuesta conspiración rusa para influir en la elección presidencial de EEUU de 2016. El famoso informe del fiscal Robert Mueller finalmente admitió que no existían pruebas de una conspiración rusa.
Por ello, en tono picaresco, Trump de dijo a Putin en Osaka: "Amigo mío, no se le ocurra manipular las próximas elecciones de Estados Unidos". Y ambos se rieron, sabiendo muy bien que son los gobernantes de las dos potencias militares más poderosas de nuestro planeta.
Nadie sabe qué hablaron. Pero todos saben que entre Putin y Trump, más que entre el Kremlin y Washington, se están gestando algunos acuerdos muy secretos.
Luego vino la tan esperada reunión de Trump con Xi Linping, que tras 80 minutos de conversación, culminó con el anuncio de que Washington no aplicará sus anunciadas nuevas terribles sanciones comerciales contra China, que llegarían hasta 350 mil millones de dólares, y, lo más inesperado es que Trump anunció también que levantará desde ya la prohibición de que empresas estadounidenses vendan componentes electrónicos a la gigante china Huawei.
En cambio, China volverá a comprar productos agrícolas estadounidenses y se reanudarán las negociaciones para normalizar el comercio entre ambos.
Por supuesto, esas noticias produjeron sensación de alivio, aunque hasta ahora no se ha advertido aquel repunte bursátil que siempre acompaña al optimismo de los inversionistas. De hecho, la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, reiteró que las perspectivas económicas mundiales no son optimistas y que hay todavía grandes dificultades políticas y económicas, a nivel mundial.
La sensación generalizada parece ser que ya el futuro mundial no está dependiendo de acuerdos multilaterales, y que ahora, en cambio, depende en realidad de acuerdos bilaterales. Entre Rusia y Estados Unidos en asuntos militares, y entre China y Estados Unidos, en el tema económico.
Precisamente fue mientras llegaban a acuerdos Donald Trump con Putin y Xi, que el Comité de Finanzas de la Cámara de Diputados de Rusia, presidido por Anatoly Aksákov, confirmaba que ya un 50% del comercio de toda la zona euroasiática está realizándose con mecanismos de pago propios y en monedas de Rusia y China, rublos y yuanes, respectivamente.
Es decir, está cobrando fuerza un mecanismo financiero completamente independiente del sistema bancario estadounidense. Con ello, se disminuye cada vez más la efectividad de las sanciones impuestas por Estados Unidos para presionar a otros gobiernos.
Estando en esos términos el reencuentro (o desencuentro) del Grupo de los 20, se produjeron dos noticias con fuerte carga significativa. Una, que pasó casi inadvertida, fue una encuesta sobre el pensamiento político de la gente común en Estados Unidos, que reveló que hay más de un 20% de estadounidenses que piensan que la democracia ya no es políticamente eficaz.
Pero, simultáneamente, hay un 70% de la gente que considera en Estados Unidos que ya no hay suficiente democracia.
Es decir, una mayoría cercana a la unanimidad de la gente de Estados Unidos cree, en estos momentos que la democracia está fallando, sea por ser ineficaz o sea por estar debilitada.
Y esto, en momentos en que la economía interna, el bienestar de la gente común, está siendo percibida con desaliento, a la vez que el déficit comercial de Estados Unidos, a pesar de o debido a las medidas de sanciones impuestas por Washington, ya se elevó a un récord de más de 700 mil millones de dólares en el último año.
Mientras tanto, previo a su viaje a la Cumbre de Osaka, el presidente ruso Wladímir Putin declaró ante los corresponsales de la prensa occidental que, para él y para la mayoría de los rusos, el liberalismo ya está obsoleto.
Básicamente Putin se refería al liberalismo económico, que ostensiblemente ya fue reemplazado por el proteccionismo político impuesto por Washington. Pero, presionado por los periodistas, extendió Putin sus conceptos también a los valores éticos y las ideologías sociales del liberalismo.
De hecho, señaló que los movimientos feministas y las demandas de las minorías sexuales se han vuelto excesivas, y ya están desafiando los sentimientos de las mayorías que, según él, son conservadoras y apegadas a sus costumbres morales tradicionales.
Por supuesto, esas declaraciones provocaron una reacción indignada, sobre todo en el mundo occidental. Artistas, académicos, científicos y políticos europeos y americanos lo acusaron de ser retrógrado, autoritario y gazmoño.
Defendiéndose de ello, Putin reiteró que en Rusia la homosexualidad no está penada por la ley, pero que tampoco se acepta el exhibicionismo o la propaganda homosexual sobre los menores.
Bueno, con ello pareció meter la pata aún más, en vez de sacarla. Y de hecho dejó en evidencia que, de veras, la sociedad rusa post soviética sigue impregnada de un represivo puritanismo religioso bastante agresivo.
Y, en lo político, Putin se mostró apoyando, claramente y abiertamente, los movimientos de rechazo a la marea de inmigrantes que intenta inundar a Europa, a Norteamérica, y a otros estados.
¿Cambiará con ello la percepción de Rusia como una potencia realmente humanista, frente al neoliberalismo voraz y enajenante?…
En tanto, en América Latina, los síntomas de corrupción, a menudo con características criminales, están resultando verdaderamente abrumadores.
En Argentina, la recesión económica parece estar devorándose los 57 mil millones de dólares que el Fondo Monetario Internacional le prestó al gobierno de Mauricio Macri, y que tendrá que pagar todo el pueblo argentino. De hecho, de esa enorme suma, ya 30 mil millones desaparecieron, pues fueron comprados por personas que están sacando su plata del país.
Eso, de hecho, es violación de los términos del FMI, que hacen obligatorio que los recursos prestados a un gobierno se inviertan únicamente en programas económicos de desarrollo, y no sean traspasados a privados para su uso privado.
En Brasil, al escándalo del contubernio de los jueces para encarcelar al ex presidente Lula da Silva, sin haber probado ninguna de las acusaciones en su contra, se agregó ahora el increíble caso del contrabando de 39 kilos de cocaína descubierto en uno de los aviones militares de escolta del avión presidencial de Jair Bolsonaro en su viaje a Europa y Japón.
De inmediato, se estableció que el único culpable del intento de tráfico habría sido un sargento. Oiga, un sargento que trataba de contrabandear drogas por un valor de un millón de dólares.
Esto resulta tan raro como el caso de aquel cabo del ejército chileno que habría sustraído dos mil millones de pesos de los fondos reservados de las Fuerzas Armadas, y los había invertido en fichas que luego perdió en máquinas tragamonedas de un casino.
¡Hay que tener muchas ganas de creer, para poder creer esas explicaciones!
En Guatemala, en Honduras, en El Salvador, los gobiernos están infectados de políticos delincuentes, a tal extremo que ya Estados Unidos ha tenido que enviar batallones de marines para respaldar a presidentes que son detestados por la gente y que, en muchos casos ellos mismos aparecen comprometidos en robos, estafas, sobornos y falsificaciones.
En realidad, los niveles de corrupción en la política latinoamericana ameritan prácticamente una crónica, un reportaje por cada uno de casi todos los países latinoamericanos.
Pero, ¿significa esto, realmente, que la democracia ha fracasado en América Latina?…
Ayer recaló en un puerto canadiense, un barco cargado con centenares de containers repletos de basura, que Canadá había enviado a Filipinas supuestamente para reciclar a cambio de ciertas sumas en dólares.
El gobierno filipino se negó a recibir esa carga. ¿Se fija Ud?… Y la mandó de vuelta.
De poco a poco van apareciendo gobiernos y posturas políticas que no se están dejando tentar por los sobornos en dólares.
Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense, hay peligro. Peligro de contagio de un mal que está haciendo que tantísima gente se esté volviendo algo menos humano que la humanidad misma.