AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Malezas

Por Ruperto Concha / resumen.cl

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El turbión político y social que en estos momentos sigue remeciendo hasta las raíces políticas de nuestra América, es un proceso histórico extremadamente complejo y poderoso cuyo desenlace sigue siendo incalculable.

En las redes sociales y en muchos de los espacios periodísticos latinoamericanos, se multiplican los comentarios que intentan definir la gigantesca marea de protestas, y desafortunadamente en la mayoría de los casos se advierte una intención propagandística, en un sentido u otro, en favor o en contra de las protestas, y no un intento serio de analizar los hechos en forma apegada al método científico, racional.

De hecho, he leído disparates seudocientíficos, febriles fantasías conspiracionistas expuestas en "tono doctoral" por algunas personas que presumen de ser "politólogos", fíjese. Yo siento mucho respeto por la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile, y por cierto esos presuntos politólogos no dan muestra alguna de tener preparación universitaria en ese campo.

¿Cuáles son los hechos concretos?… ¿Quiénes son los vándalos y ladrones? ¿En qué contexto se dan las protestas?… ¿Cómo reaccionan los gobiernos y la clase política?… ¿Qué experiencia transformadora tienen los jóvenes protestatarios?… ¿Qué efecto tiene la brutalidad represiva sobre los mismos uniformados que la ejercen en sus compatriotas?

Y, sobre todo, ¿cuáles son las esperanzas reales que sostienen espiritualmente a la multitud en la protesta?

 

Tras los días y días de las protestas en Chile, ya al menos muchos comentaristas de derecha han admitido que los grupos vandálicos son muy minoritarios, menos del 5% de los manifestantes, y de hecho actúan después y al margen de las protestas, que son pacíficas.

También ya admiten que las demandas de la gente son, al menos, "comprensibles", incluso al exigir una nueva Constitución Política, redactada con participación verdadera de la base social.

Pero ahora están afirmando, fíjese Ud., que los delincuentes que se insertan en las protestas para robar y destruir serían agentes entrenados y financiados por los comunistas de Venezuela para quebrantar las estructuras democráticas vigentes.

Hemos visto filmaciones en que aparecen unos individuos adultos y fortachones, hablando como venezolanos, organizando y liderando protestas en la Plaza Pedro de Valdivia, por ejemplo. Y, por supuesto, señalan que eso prueba que el gobierno constitucional de Venezuela ha enviado a esos agentes suyos para desestabilizar nuestro país.

Oiga, ¿a nadie se le ocurrió pensar que esos tipos en realidad son agentes de Guaidó cumpliendo la misión de inculpar al presidente Nicolás Maduro y confirmar así las invenciones delirantes de Jair Bolsonaro?

 

Por cierto esa intensa marea de protestas ha tenido un efecto nefasto principalmente sobre las pequeñas y medianas empresas de Chile, más allá de la destrucción y los saqueos. De hecho, la reducción de horas de trabajo y el aumento del salario mínimo claramente ha disminuido la competitividad de las empresas chilenas frente a las importaciones.

Pero además de eso, la calificación comercial de Chile ha caído y ello, entre otras cosas, repercute en el aumento de las tasas de interés en los créditos empresariales. De hecho la tasa de interés se duplicó en este período de protestas.

¿Traerá eso por efecto una fuga de capitales chilenos hacia otros países que sean más complacientes? ¿Habrá cierre de medianas y pequeñas empresas, con el efecto obvio de pérdida de fuentes de trabajo en Chile?

¿Es posible conciliar las aspiraciones económicas de la base social, con las exigencias financieras del sistema internacional?

El viernes 15, la agencia United Press informó que el Instituto Financiero Internacional, con sede en Nueva York, había revelado que en los primeros 6 meses de este año, el endeudamiento global aumentó en 7 y medio millones de millones de dólares, y se espera que sobrepase los 255 millones de millones de aquí a fin de año.

Y entre los endeudados más endeudados se encuentran Argentina, Chile y Corea del Sur, que ya en junio pasado estaban endeudados en más de 71 millones de millones de dólares, lo que equivale al 220 por ciento de su producto interno bruto. O sea, debemos más de todo lo que producimos en dos años enteros de trabajo.

¿Se da cuenta?… ¿Por qué hemos contraído esa deuda gigantesca?… ¿Qué se ha hecho esa inmensidad de millones de millones de dólares que ni Ud. ni yo ni ningún ciudadano corriente sabíamos que estamos debiendo? ¿Quiénes recibieron esa plata y en qué se la gastaron?

 

De acuerdo a la información que están proporcionando precisamente los organismos financieros internacionales, que ni remotamente se vinculan a la política izquierdista, no son ni la intranquilidad ni las protestas sociales las que están poniendo en  crisis a las empresas medianas y pequeñas. No: Es el sistema económico neoliberal mismo el que ya no puede seguir ocultando su fracaso.

También esta semana que pasó se dio a conocer que China y Japón han comenzado a vender masivamente los bonos soberanos emitidos por el gobierno de Estados Unidos en respaldo de préstamos para cubrir su déficit de presupuesto.

Ello, porque, al parecer, prevén una caída desastrosa del sistema monetario basado en el dólar. Pero, ¿alcanzará a estructurarse una alternativa financiera global que lo reemplace?

Y, peor aún: en estos momentos el sistema neoliberal sólo se sigue sosteniendo, aunque precariamente, en el amenazante poderío militar de Estados Unidos y sus subalternos de la OTAN.

¿Hasta qué punto es real la posibilidad de que el fracaso de la economía neoliberal derive demencialmente en una Tercera Guerra Mundial?

 

Dentro de América Latina, así como se nos oculta el enorme endeudamiento nacional, se nos ocultan también hechos y acciones gravísimas que nos llevan a actuar como peones en el tablero de control de las riquezas de nuestros países... incluso en términos militares.

¿Cuánto sabemos los chilenos sobre la operación militar llamada "Estrella Austral", con participación de tropas argentinas, chilenas y estadounidenses del Comando Sur, a corta distancia de la frontera con Bolivia, en la zona de yacimientos de litio del Salar de Atacama, en Chile, y Abra Pampa, en Argentina?

Fueron grandes maniobras, con desplazamiento de muchas tropas, vehículos blindados, helicópteros, aviones y batallones de paracaidistas. Y ante ello el presidente boliviano Evo Morales emitió advertencias diplomáticas a los gobiernos derechistas de Mauricio Macri y Sebastián Piñera.

Paralelamente, dirigentes opositores se reunieron con la hija de Donald Trump y los jefes militares que la acompañaban. En Argentina y Chile, ya la empresa estadounidense Ensorcia Metals aparecía instalándose para la fabricación de baterías de litio, mientras que en Bolivia, lo hacía una asociación del Estado con empresas alemanas.

Así ahora parece claro que el tan liviano metal litio tuvo peso más que suficiente para derrocar al presidente Evo Morales.

 

Hoy, en Uruguay, se producirá un importante desenlace político en la segunda vuelta de la elección presidencial en que se enfrentan el candidato derechista Luis Lavalle Pou, y el centro-izquierdista Daniel Martínez, del Frente Amplio.

Las encuestas apuntan a que Lavalle Pou tiene mayores opciones de ganar, aventajando a Martínez por alrededor del 7% de intención de voto.

Sin embargo, los acontecimientos de las últimas semanas que han remecido hasta las raíces políticas de nuestra América, le dan un sentido nuevo a esa elección y la carga con más incertidumbre.

Ello, porque en estos momentos se perfila un enfrentamiento de dos planificaciones de economía internacional para nuestra región. Mientras el nuevo gobierno de Argentina, junto al derrocado gobierno de Bolivia, más Paraguay y Uruguay se mantienen respaldando los acuerdos del Mercosur en favor del comercio y la industria regional, en cambio el gobierno de Jair Bolsonaro, ahora plantea "flexibilizar" el Mercosur, abriendo sus mercados a los productos industriales de Estados Unidos, China y Europa. O sea, cambiar la industria por el comercio.

Tras el golpe militar que derrocó al presidente Evo Morales, Bolivia aparece ahora totalmente comprometida a las decisiones de Jair Bolsonaro que se enfrentan diametralmente contra el nuevo gobierno argentino.

Si en Uruguay resulta vencedor el derechista Lavalle Pou, su país adheriría junto con Bolivia a la posición de Brasil. Argentina tendrá entonces que aceptar esa supuesta flexibilización que, en términos reales, equivale a que el Mercosur ya no sea más que parte de un acuerdo comercial en el que la industria sudamericana no tiene ninguna posibilidad de competir. O sea, no puede sobrevivir.

 

Así, pues, la desalentadora complejidad económica, social, política y militar que enfrentan los pueblos latinoamericanos no permite vislumbrar ninguna solución a las demandas sociales profundas en un plazo razonablemente corto.

Incluso si se llega en Chile a un acuerdo para generar la nueva Constitución Política que exigen las bases sociales, el fruto de ese acuerdo tardará varios años en madurar como una nueva Carta Magna del derecho nacional.

¿Significaría eso que las heroicas demandas de las bases sociales chilenas terminarán diluyéndose en el pantano político inmediato?

Los más furibundos derechistas anhelarían que sea así. Especialmente aquellos que han comenzado a usar el amenazante hashtag "Termidor" para referirse a las protestas.

Recordemos que la famosa Reacción de Termidor, durante la Revolución Francesa, generó el llamado "Terror Blanco" durante el cual la reacción conservadora provocó la más salvaje matanza de los antiguos revolucionarios jacobinos.

Una matanza bestial, que no excluyó ni a mujeres ni a niños, que en  muchos casos fueron quemados vivos, y que duró más de un año y sólo concluyó con la llegada al poder del dictador y futuro emperador Napoleón Bonaparte.

 

Pero eso en América Latina no ocurrirá así. Aunque todavía no logremos prever con certeza cuál será el desenlace de esta gran movilización de protesta, principalmente juvenil, que floreció en Chile y sigue resonando en toda América Latina y también más allá.

Y es que básicamente estas semanas de protestas, de desafío a la brutalidad policial y de desprecio a la clase política imperante, han sido el espacio experimental en que millones de jóvenes han participado en un proceso acelerado de evolución cultural, valórica, emocional y ética, de asombrosa generosidad.

En las protestas esos jóvenes que han sido capaces de levantarse por encima del miedo, convirtiendo al miedo mismo en cimiento del coraje, para defender a los más débiles haciendo barrera frente a las cargas policiales.

Muchachos y muchachas, a menudo marginales o incluso fugitivos del SENAME, en situación de calle, ahora han sentido que de verdad pertenecen a la nación chilena...

... Y ello, aunque, después de las protestas, quizás tengan que volver a su desamparada marginalidad.

No se trata de buscar consuelo. Simplemente está ante nuestros ojos un proceso cultural revolucionario e increíblemente hermoso.

Aunque la economía y la institucionalidad resulten damnificadas, la nación chilena será mejor después de todo esto.

Hasta la próxima, gente amiga. Hay peligro. Pero más que cuidarnos a nosotros mismos, hay que cuidar a nuestros chiquillos. Nuestros herederos.

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