Esta ha sido una semana de noticias repugnantes. Y de esas noticias destacan, por un lado, las declaraciones de la diputada Ayelet Shaked, miembro del Parlamento israelí, que en su página de facebook instó a que los israelíes se embadurnen las manos con sangre de los palestinos, y afirmó que hay que matar también a las madres de los palestinos, y destruir sus casas, porque ellas dan a luz a bebés que son pequeñas serpientes.
Comentando esas declaraciones, el primer ministro de Turquía, Tadjik Erdogán, preguntó a la opinión pública, "¿Qué diferencia hay entre lo que pide esa mujer, miembro del parlamento de Israel, y lo que pedía Hitler?"
Pero mientras la opinión pública mundial se crispaba por la invasión de Israel sobre la Franja de Gaza, otra noticia repugnante y estruendosa saltó a los titulares de primera plana, el jueves 17:
Algún líder criminal ordenó derribar un avión de pasajeros, con 298 personas a bordo. El vuelo del Boeing MH17 de Aerolíneas de Malasia, que viajaba desde Amsterdam, Holanda, a Kuala Lumpur, en Malasia. El gran avión fue alcanzado cuando sobrevolaba el este de Ucrania, sobre las aldeas de Rozsypne y Hrabove, y estaba a sólo 25 kilómetros, o sea a sólo un minuto y medio, de cruzar la frontera y penetrar a la seguridad del espacio aéreo de la Federación Rusa.
Aquella orden criminal fue de inmediato cumplida por sus esbirros. Y lo que ocurrió en seguida fue una pesadilla pavorosa.
En palabras de la sencilla aldeana Irina Tipunova, se escuchó primero un estruendo que parecía un aullido. El cielo mostró un nubarrón de humo... y comenzó a caer una lluvia de escombros mezclados con restos humanos.
Una anciana campesina refiere que el cuerpo mutilado de una mujer cayó al interior de su casa, rompiendo el techo, y quedó aplastado en el suelo, al lado de su cama.
Un campesino de unos 20 años, todavía choqueado, añadió: yo abrí la puerta y vi gente caer. Uno cayó en el huerto de mi casa. Otro testigo describió el cuerpo casi intacto de un niño como de 10 años, que no mostraba lesiones visibles, pero en cuyos ojos había quedado congelado el terror de su último instante.
Obreros de una mina de carbón cercana, junto a campesinos, paramédicos de la posta local, policías y milicianos, acudieron a rescatar los cuerpos. Varios rescatistas se desmayaron. Con algunas mantas o sábanas, y luego con bolsas de nylon, pedazos de tela y papeles de periódico, trataban de cubrir al menos los rostros de los muertos.
Milicianos y policías procuraban ordenar ese descalabro de la manera que se les ocurría, y, también, algunos desalmados procuraban apoderarse furtivamente de algún objeto valioso que descubrieran.
El calor, más de 30 grados a la sombra, hacía más angustioso el rescate, y algunos bien intencionados fueron a buscar camiones y remolques para retirar los cuerpos humanos.
Pasaron varias horas hasta que llegaron las autoridades rebeldes de la ciudad de Donetsk, que hicieron retirarse a los voluntarios, advirtiéndoles que no debían tocar nada, pues se trataba de un atentado terrorista.
La noticia saltó relampagueando a todo el mundo. En Washington, Barack Obama estaba hablando por teléfono con su colega Wladimir Putin, cuando a éste le entregaron el reporte urgente sobre el avión, y fue el mismo Putin el que le trasmitió a Obama la noticia.
Instantáneamente se dispararon andanadas de acusaciones. Varios altos oficiales norteamericanos se apresuraron en aventurar conjeturas que acusaban a Rusia y a los rebeldes pro-rusos del este ucraniano. Un asesor naval de la Casa Blanca llegó a afirmar, erróneamente, que tenía que ser Rusia la autora del atentado, pues ni Ucrania ni los rebeldes tenían misiles capaces de derribar un avión que volaba a 10 mil metros de altura y a una velocidad de 1.100 kilómetros por hora.
Un poco mejor informado, el ya provecto y belicoso senador McCain admitió que también Ucrania tenía misiles suficientemente poderosos, heredados de la Unión Soviética, pero insistió en que Rusia sin duda les habría proporcionado a los rebeldes otros misiles similares, lo que hacía al presidente Putin un criminal coautor del atentado.
También la prensa oficialista europea se desató en acusaciones contra Rusia, aunque sin aportar ni el más mínimo antecedente concreto para fundamentar las acusaciones. El diario británico Daily Mirror puso en primera plana las fotos de los 9 británicos muertos, con el título: "Estas son las víctimas de Putin"
En el Daily Telegraph, de Londres, el título era "Los gangsters rusos han matado a nuestros seres queridos". Y en Francia el diario Liberation, cubrió su primera plana diciendo en gordas letras: "Vladimir Putin, que arma a los rebeldes pro rusos de Ucrania, carga con la pesada responsabilidad de la tragedia que mató a 298 pasajeros del Boeing de Malaysia Airlines".
En España, el diario El País decía "Los separatistas no pueden abatir aeronaves sin un equipo que viene de Moscú".
En cambio, admirablemente, en Holanda, país que perdió a 93 compatriotas, el diario Volkskrant, puso en su primera plana la pregunta: "¿Van a descubrir la verdad?".
Otra decepcionante muestra de información malintencionada la entregó la publicación digital alemana Deustche Welle, que en general mantiene una línea informativa bien ajustada a la realidad. Pero, en esta ocasión, nada menos que el editor jefe para asuntos de Rusia, un tal Ingo Manteufel, fíjese Ud., a pocas horas de la tragedia, afirmaba que "todos los indicios apuntan a que los responsables del disparo fueron los separatistas apoyados por Rusia.".
Y Manteufel acotaba luego, que "Cada vez más será necesario tomar partido en el asunto y apoyar la estrategia militar de Ucrania contra los separatistas".
Y bueno, eso, justo en momentos en que la propia primera ministro de Alemania, Angela Merkel, había declarado enfáticamente que "es un error peligroso lanzar acusaciones sin que exista todavía una investigación válida e imparcial sobre los hechos".
Y mientras Manteufel llamaba a apoyar la guerra, no sólo Angela Merkel, sino también la Comisión Europea, y los presidentes Barack Obama y Vladimir Putin, enfatizaban que es indispensable parar cuando antes todas las acciones armadas, y colaborar no sólo para investigar este atentado, sino para encontrar una salida pacífica a la crisis de Ucrania.
De hecho, a partir tanto del diálogo entre Putin y Obama, y con otros líderes europeos, así como las reuniones de los cancilleres John Kerry y Sergei Lavrov, surgió el consenso de investigar los hechos mediante un equipo de expertos independientes, y a través de acciones transparentes, con participación de técnicos especialistas en desastres aéreos, como la Organización Internacional de Aviación Civil.
Igualmente, se acordó implementar cuanto antes la propuesta de Rusia, de instalar centros de monitoreo en la frontera de Rusia y Ucrania, a cargo de equipos calificados de la Organización de Seguridad y Cooperación de Europa.
Por último, hubo también consenso en promover la aplicación de los acuerdos de paz suscritos en Ginebra, del 17 de abril, por los representantes de Rusia, Ucrania, Estados Unidos y la Unión Europea, para detener las acciones militares y dar paso a las soluciones políticas.
Por supuesto, el gobierno de Ucrania insistió con vehemencia en sus acusaciones, y de hecho denunció que los rebeldes pro rusos habían impedido el paso a los inspectores internacionales, y que habían alterado enormemente el sitio de la catástrofe.
Sin embargo, la propia Organización de Seguridad Europea confirmó que los rebeldes estaban colaborando y permitían sin estorbo alguno el trabajo de los investigadores. Por cierto, señalaron que los milicianos están desconfiados, pero que se está avanzando a medida que se dan cuenta de que los investigadores no son espías de Kiev ni están preparando un ataque a mansalva.
Igualmente, los investigadores admitieron que en las primeras horas, los lugareños habían retirado del lugar bastantes cuerpos, pero sin intención de ocultamiento u obstaculización, sino simplemente como un acto de respeto por los muertos.
Cerrando la jornada del viernes, el primer ministro británico David Cameron se sumó a los llamados de prudencia y la necesidad de apoyo total a la investigación. Y por su parte el canciller alemán, Frank-Walter Steinmeier, declaró que ha llegado el momento en que todos debemos detenernos a reflexionar sobre qué es lo que va a suceder si no somos capaces de parar la escalada de violencia.
Y, oiga: sin embargo, ayer sábado, el gobierno de Ucrania anunció que había relanzado con gran intensidad sus ataques contra las posiciones de los rebeldes.
Vemos así que se ha producido un contraste extremado entre las posiciones de los gobiernos extranjeros y los líderes de la misma Ucrania. En tanto, ya en la tarde de ayer, tercer día con un calor de 30 grados a la sombra, el olor a muerte se ha intensificado tétricamente. En la cuenta de las víctimas, se indicó que en esta catástrofe murieron nada menos que 80 niños.
Mientras los investigadores trabajan en los indicios que puedan revelarse en el terreno, parece poco probable que de ahí puedan surgir suficientes evidencias que conduzcan a descubrir a los culpables de este atentado que horrorizó al mundo entero.
Toda evidencia que se encuentre, sólo cobrará sentido cuando se la contraste con la lógica de los investigadores de todos los niveles.
Tal como lo hacen los detectives más inteligentes, la base lógica se construye mediante preguntas lúcidas, claras y poderosas. Es decir, preguntas netas que no admiten respuestas turbias o dudosas.
La primera pregunta en una investigación criminal es la que en latín se llama ¿Cui bono? O ¿Cui prodest?… lo que significa: ¿para quién es bueno lo que se ha cometido? O ¿Quién se beneficia con lo que se ha cometido?
Y claramente esta pregunta lleva a una respuesta: el único posible beneficiado con esta tragedia sería el gobierno de Ucrania, al que le refuerza sus demandas de que la OTAN intervenga militarmente para aplastar a los rebeldes, como desde ya lo sugirió ese señor Manteufel de la Deustche Welle, cosa que los gobiernos europeos siguen rechazando.
En cambio, para Rusia y para los rebeldes, el atentado no representa ninguna ventaja. Entrevistado por la BBC de Londres,el ex embajador en Rusia Sir Anthony Brenton señaló que no es ninguna sorpresa que al comienzo las sospechas se hayan centrado en Rusia y los rebeldes. Pero ese atentado sería muy dañino para ellos y movilizaría en su contra a la opinión pública mundial.
Se supone que desde Rusia, quizás con vista gorda de las autoridades, ha habido contrabando de armas y pertrechos para apoyar a los rebeldes. Que en muchísimos casos tienen parientes y amigos en Rusia. Pero ese armamento y esos pertrechos no van más allá de los lanzacohetes de tipo "Igla", que se disparan desde el hombro, y que no alcanzan a un blanco a más de mil metros de altura.
Los misiles Buk, que supuestamente derribaron al avión, son de gran tamaño y deben ser disparados desde poderosas plataformas móviles, grandes camiones blindados y provistos de grúa para posicionar el misil para su lanzamiento, y, por supuesto, transporte también para los misiles mismos y el personal técnico que los dispara.
Pese a ser misiles ya anticuados, son suficientemente poderosos para que ningún gobierno se atreva a traspasárselos a grupos armados ajenos a su propio ejército. Es decir, a Rusia le sería de hecho imposible entregar a los rebeldes ese equipamiento misilístico.
En cambio, Ucrania sí dispone de baterías de esos misiles Buk, y, mediante fotografías satelitales tomadas por las fuerzas armadas de Rusia, el ministro de defensa de Rusia denunció que el gobierno de Kiev había desplegado toda una división de misiles Buk, rodeando las posiciones rebeldes de Donetsk.
Y varios generales rusos han preguntado: ¿Para qué despliega Ucrania esos poderosos misiles antiaéreos, cuando los rebeldes carecen de aviones?… Bueno, está claro que esos misiles podrían también ser apuntados contra edificios y fortificaciones de los rebeldes.
Y en cuanto a la posibilidad de que los rebeldes hubieran podido de algún modo conseguir algún sistema Buk, ello fue negado por el propio Fiscal General de Ucrania, Vitali Yarema, quien afirmó, fíjese Ud., que sin lugar a dudas los rebeldes no disponen de misiles que hubieran podido derribar al avión de Malasia.
Sin embargo, a pocas horas de conocerse el atentado, el asesor Antón Gerschenko, del ministerio del Interior de Ucrania, declaró categóricamente que el avión de Malaysia había sido derribado por un misil disparado desde una plataforma Buk de misiles antiaéreos.
Por supuesto, esa declaración del asesor del ministerio del interior, provocó de inmediato preguntas muy calientes. De partida, ¿cómo sabía un asesor del Ministerio del Interior de Ucrania, cuál había sido el misil que derribó al avión?….
Y, fuera de ello, ¿cómo el Ministerio del Interior tenía un supuesto conocimiento de información militar que no tenía ni siquiera el Ministerio de Defensa?
Las preguntas cobran un tono inquietante, cuando se conoce que el Ministerio del Interior ucraniano es un reducto de poder de los neonazis de Svoboda y Sector Derecho.
Otro factor circunstancial muy significativo está en la forma en que se decidió abatir el avión de pasajeros. De hecho, en ese día más de 50 aviones de pasajeros sobrevolaron Ucrania siguiendo exactamente la misma ruta del avión de Malaysia. Incluso el diario británico Daily Mail refirió el viernes que un avión de pasajeros de Singapur iba volando a sólo 15 millas del avión de Malaysia, en los momentos en que este avión fue derribado.
¿Por qué los hechores atacaron esta nave?… ¿Y por qué la atacaron precisamente cuando se encontraba a menos de dos minutos de cruzar hacia Rusia?… Obviamente, un avión que vuela a 10 mil metros de altura y a más de mil kilómetros por hora, rumbo al este, no puede ser confundido con un avión que se prepara a aterrizar en un aeropuerto que se encuentra al sur y a menos de 40 kilómetros de distancia.
Eso descarta por completo la figura elaborada por el gobierno de Ucrania, y apoyada por algunos estadounidenses, de que los rebeldes dispararon contra el avión confundiéndolo con un aparato del ejército ucraniano que llevaría tropas y vituallas para atacar Donetsk.
Otra versión fabricada por el gobierno de Ucrania señala que Rusia habría enviado una plataforma misilística Buk en camiones que cruzaron la frontera a gran velocidad, prepararon el disparo, derribaron el avión y en seguida regresaron, nuevamente a gran velocidad, a Rusia, sin que nadie se percatara, ni siquiera los satélites espía de Estados Unidos, y en circunstancias de que el cielo estaba totalmente despejado y la visibilidad era óptima..
Por supuesto, esta versión no ha sido tomada en serio ni siquiera por el senador John McCain.
Todo el mundo, desde los más anti-rusos hasta los más estrechos aliados de Rusia, consideran que este trágico atentado marcará un potente punto de giro para la crisis de Ucrania.
Pero, pese a las fantasías del columnista Ingo Manteufel, de la Deustche Welle, ninguno de los analistas militares, tanto de occidente como de Asia, ninguno considera que este hecho pueda derivar en nuevas decisiones de tipo militar. Y menos aún que la OTAN pueda intervenir en Ucrania.
Más aún, según informó ayer Radio Europa Libre, Estados Unidos emitió un enérgico llamamiento para un inmediato cese del fuego en Ucrania, a fin de permitir, sin perturbación alguna, la investigación del trágico atentado.
El vocero John Earnest, de la Casa Blanca, declaró: "Instamos a todas las partes comprometidas en la crisis de Ucrania, Rusia, los rebeldes separatistas pro-rusos y el gobierno de Ucrania, a establecer de inmediato un cese del fuego y se asegure el libre y seguro paso a los investigadores.
Por su parte, la Organización de Seguridad y Cooperación de Europa, la OSCE, informó que los rebeldes ya habían suscrito el compromiso y que, en principio, el gobierno de Kiev también lo habría aceptado, pese a los anuncios de intensificar las acciones militares contra emplazamientos de los rebeldes.
E, incluso los medios noticiosos más hostiles contra Rusia, han admitido la validez de que, como lo señaló el presidente Putin, el gobierno de Ucrania es responsable de esta tragedia por haberse negado a renunciar a los intentos militaristas, rechazando las soluciones de diálogo político.
Está claro que las preguntas que están planteadas, valen más que las evasivas, las conjeturas calumniosas y las acusaciones infundadas.
No podemos aventurar cuál será el resultado de la investigación, pero sí podemos tener esperanza de que esta tragedia fuerce a que haya un giro inteligente para resolver la crisis de Ucrania.
Una patética paz que se alcanzaría a través de la muerte de esos 80 niños asesinados en este atentado criminal.
Hasta la próxima, amigos. ¡Cuídense! Es necesario. Hay peligro.
Fuente Imagen: AFP