Por Ruperto Concha / resumen.cl
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Hay quienes piensan que un buen desastre que ocurre en el momento justo, puede ser una verdadera bendición. Y ahora que la Navidad se nos viene encima, se nos viene encima también un desastre político que, quizás, quizás, hasta podría ser un Regalo de Navidad para todos. Buenos y malos, creyentes o descreídos. Y de cualquier raza, sexo o género, y también para aquellos a quienes les ha tocado ser chicocos, feos y pobres.
Vamos viendo.
Por supuesto, hay que comenzar con el buen desastre en Estados Unidos, donde el 80% de la gente, en estos momentos, sigue sin entender qué demontres pasó con eso de una acusación o "impeachment" contra el presidente Donald Trump.
Resulta que los cargos formulados por la mayoría demócrata en la Cámara Baja, parecen haber quedado suspendidos en el vacío, luego de que la representante Nancy Pelosi resolviera dejar pendiente hasta el próximo año la acusación recién aprobada con una mayoría de 23 contra 17 miembros de la Comisión de Justicia.
Con ello, Trump, junto al 80% de la gente, se preguntan y preguntan: ¿Hay acusación o no hay acusación?…
Y realmente el asunto es complicadísimo. Primero, porque las acusaciones anunciadas a la prensa por los líderes de la oposición, se redujeron sólo a dos: Uso abusivos de las facultades presidenciales, y Obstaculizar las investigaciones del Congreso.
Y, además de eso, también hubo varios diputados demócratas que se negaron a apoyar la acusación. Entre ellos, la diputado por Hawaii y ex pre-candidata presidencial Tulsi Gabbard, quien declaró que su propio partido estaba armando una acusación basada sólo en maniobreo partidista.
Otros dos diputados demócratas, Colin Peterson y Jeff van Drew, también votaron en contra, sin dar explicaciones, y el diputado Jared Golden votó en contra de acusar a Trump de obstrucción al trabajo del Congreso, pero votó a favor de acusarlo de abuso de poder. Más aún, Golden afirmó ante la prensa que la conducta de Trump en la Cámara no llega a constituir un crimen o delito según establece la Constitución.
Por su parte, los diputados republicanos votaron todos disciplinadamente en contra de la acusación.
Cuando los periodistas entrevistaron a la líder de la acusación, Nancy Pelosi, sobre su decisión de no enviar al Senado la acusación aprobada por la Cámara Baja, ella respondió vagamente que había que asegurarse de los procedimientos que seguiría el Senado para juzgar sobre la acusación.
Pero no dio precisión alguna, antes de marcharse caminando rapidito, rapidito, sin dar tiempo a nuevas preguntas.
En cuanto a los senadores republicanos, que son mayoría en el Senado, esperan cómodamente que se desarrollen los hechos según el plan de los demócratas, dándose cuenta de que la intensa campaña publicitaria sobre la acusación y el juicio político contra Donald Trump, finalmente no había tenido el impacto sobre la opinión pública que los demócratas esperaban.
De hecho, el líder de la mayoría republicana, senador Mitch McConell, dijo entender que Nancy Pelosi intentaba maniobrar sobre algunos senadores republicanos, a ver si los convencía de votar condenando a Trump, y agregó: "Al parecer ella se da cuenta de que la acusación es demasiado débil, y por eso no se atreve a presentarla ante el Senado".
Hace menos de dos semanas, una encuesta realizada por la Universidad de Monsmouth, en todo el territorio de Estados Unidos, reveló que el 44% de la gente declara que no confía en los procedimientos de la Cámara de Representantes para realizar las investigaciones y formular una acusación contra Trump
Fuera de eso, 6 de cada 10 entrevistados consideran que los demócratas lo que buscan no es más que atacar a Trump y no esclarecer los hechos.
Pero, al mismo tiempo, la misma proporción de 60% considera que los republicanos tampoco buscan esclarecer los hechos, y simplemente tratan de defender a Donald Trump.
Es decir, alrededor de dos tercios de la ciudadanía estadounidense considera que el "impeachment" no es más que un episodio de politiqueros. Y reaccionan con rabia, igual, igual como está ocurriendo con las barras bravas del fútbol y de la política en todo el mundo.
Un ejemplo horroroso se produjo el viernes pasado, cuando una dama blanquita, de 42 años, doña Nicole Marie Franklin, de Iowa, confesó ante la policía, haber lanzado su camioneta sobre la vereda para atropellar intencionalmente a una mocosita de 14 años que iba al colegio. Eso, porque a doña Nicole le pareció que esa chica toda morena y fea, parecía mexicana.
En realidad, la gente parece darse cuenta, en Estados Unidos, de que la acusación y el intento de destitución de un presidente es algo extremadamente grave y peligroso, ya que implica desconocer y anular la voluntad de la mayoría ciudadana que le otorgó el poder mediante el voto democrático.
De allí que, después de la fallida acusación sobre la supuesta intervención de Rusia en favor de Trump en 2016, lo que prevalece ahora es la desconfianza ante la clase política. Una desconfianza que es la tónica generalizada a nivel planetario y que aparece en todas partes presionando en busca de alternativas al sistema representativo a través de partidos políticos que aparecen enfermos de corrupción y codicia de las oligarquías participantes.
Frente a esa enojada desconfianza, una mayoría de la gente, mal informada y con disminuida capacidad de entendimiento, aparece apegando a propuestas inmediatistas.
De hecho, en Europa, el renacimiento de la ultra derecha se ha nutrido del sentimiento agresivamente nacionalista — y muy racista — para enfrentar las oleadas de inmigrantes africanos y del Oriente Medio.
Ya en las revueltas anti rusas en Georgia y Ucrania, se hizo presente abiertamente la participación de militantes del clandestino Partido Nazi, lo que en su momento llevó a que la prestigiosa organización judía B'nai B'rith protestara por su incorporación a los nuevos gobiernos apoyados por Estados Unidos, aunque posteriormente esa protesta fue acallada.
Diversos economistas, incluyendo varios ganadores del Premio Nobel, habían analizado una sucesión de crisis económicas mundiales de mediana intensidad, durante los primeros años del siglo 21 y, ya en 2005, estaban anunciando que una crisis muchísimo mayor estaba próxima a producirse.
El anuncio fue inicialmente ignorado y menospreciado por el mundo financiero, que lo atribuyó a supuestas "nostalgias socialistas" de la economía keynesiana y social demócrata.
Fue así que, en 2006, cuando estalló la burbuja de las inmobiliarias en Estados Unidos, no hubo ninguna capacidad de reacción hasta octubre de 2007, cuando las grandes financieras cayeron súbitamente en bancarrota por los llamados "créditos venenosos" otorgados por las financieras y los bancos.
Al año siguiente, 2008, la crisis financiera se hizo global por el contagio entre las grandes financieras internacionales, las llamadas "demasiado grandes para permitir que fueran a la quiebra".
De hecho prácticamente todo el comercio internacional quedó paralizado. Las exportaciones se detuvieron. Las órdenes de compra fueron anuladas. En Chile, las exportaciones de madera y celulosa fueron despachadas sin vender, así, a lo que pasara.
Ante ello, los economistas del recién asumido gobierno de Barack Obama propusieron que Estados Unidos emitiera gigantescas sumas de dinero, en dólares sin más respaldo que unos "bonos soberanos" o sea, promesas de pago en términos de un interés muy bajo pero garantizado por el Gobierno de Estados Unidos.
Esas enormes sumas, esa gigantesca deuda, logró reactivar la economía, aunque, a la vez, ligaba el crecimiento económico a un endeudamiento continuado y cada vez mayor.
Desde el 2010 hasta ahora, Estados Unidos ha tenido que financiar incluso su propio gobierno, mediante un endeudamiento de millones de millones de dólares. Actualmente la deuda pública de Estados Unidos es superior a los 21 millones de millones de dólares. O sea, ya su deuda es mayor que el Producto Interno Bruto de esa nación.
Y en el presupuesto de la nación recién aprobado por el Congreso para el próximo año, se contempla todavía la emisión de un billón de dólares más, respaldado únicamente con bonos de la deuda.
Ya en crónicas anteriores informamos que, a nivel mundial, el endeudamiento ya superó los 250 billones de dólares. Es decir, cada uno de los habitantes de planeta tierra, incluyendo a los recién nacidos, debemos más de 30 mil dólares por cabeza, que de algún modo supuestamente nos van a hacer que paguemos. ¿De qué éxito económico quieren convencernos entonces?… ¿Quiénes nos endeudaron, y en qué gastaron lo que hoy estamos debiendo?
En realidad, después de la crisis de 2010, la economía dejó de ser una ciencia y se convirtió en un malabarismo o prestidigitación. Magia de ilusionistas que mueve inmensas sumas de dinero cuyo valor no es más que el que le asignamos nosotros cuando compramos y vendemos.
Cuando decimos que una libra de cobre vale 2 dólares con 70 centavos, en realidad estamos diciendo que cada una de nuestras libras de cobre le da valor a esos 2 dólares con 70.
Y eso vale para todas las exportaciones. Es la producción de bienes reales, productos agrícolas, metales, productos industriales y servicios, la que le presta al dólar el valor por el que aceptamos entregarlos.
Es así que en estos momentos los mismos economistas que antes habían anunciado la crisis de 2008, están señalando cómo el comercio ya comenzó a buscar refugio en una nueva clase de dinero. Un dinero que sí tenga algún respaldo de valor sólido.
Ya en noviembre pasado se dio a conocer que el mercado mundial del oro, con sede en Londres, estaba vendiendo las opciones de compra de cospeles o de oro en barra, a 3 años plazo, con un valor de 4 mil dólares la onza. 4 mil dólares. Oiga, eso en momentos en que su valor actual de hoy es de sólo 1.500 dólares.
¿Significa eso que el dólar perderá más del 60% de su valor en los próximos 3 años?
Igualmente, en su edición de esta semana, la importante publicación Asia Times dio a conocer que el bitcoin, la tradicional moneda virtual respaldada por fórmulas matemáticas imposibles de falsificar, ya demostró ser la mejor y más rentable inversión financiera, que, desde su aparición en 2010, ha generado ganancias del orden de más de un 8 millones por ciento.
Como ejemplo, señalan que un dólar invertido en comprar bitcoins en 2010, ahora valdría 90 mil dólares. Y el informe señala que, pese a sus diversas alzas y bajas relacionadas con medidas y coyunturas políticas, sólo en 2019 alcanzó un aumento de su valor desde un mínimo de US $3.100 (tres mil cien dólares) a un valor en diciembre de casi 14 mil dólares.
Tanto el anunciado incremento del precio del oro como la enorme evaluación del dinero virtual, centrado en el bitcoin, son interpretados como anuncios de una crisis financiera que en realidad sería la misma de 2008 que simplemente jamás fue resuelta en realidad.
Como fuere, parece estar definiéndose un gran derrumbe que, al menos, afecta al sueño llamado el "Nuevo Orden Mundial" bajo el imperio de Estados Unidos y su supremacía militar sobre todo el planeta.
¿Cómo habrá que enfrentar ese posible derrumbe? ¿Cuándo se producirá? ¿Llegará antes de que la demencial economía neoliberal termine de destruir el medio ambiente planetario?
Como fuere, el mundo occidental, desde la desintegración de la Unión Soviética, parece empecinado en anular y destruir lo que queda del sueño de un gobierno planetario democráticamente unido a través de las Naciones Unidas y otras entidades de derecho internacional, incluyendo la Organización Mundial de Comercio.
La propuesta de un gobierno mundial fue planteada por primera vez por Rusia, la Rusia zarista en el siglo 19, como alternativa a las brutales guerras del siglo 18.
En el siglo 20, se creó la Sociedad de las Naciones, que fracasó en la tormenta de la Primera Guerra Mundial.
En el siglo 21, pareciera que el insolente poderío occidental ya logró reducir prácticamente a la nada la efectividad de las Naciones Unidas y del Derecho Internacional.
¿Será eso parte del derrumbe sobre el que se podrá construir el futuro?
¿O será que simplemente estamos reculando rumbo a la sangrienta y amanerada estupidez del siglo 18?…
Hasta la próxima, gente amiga. Hay peligro. Recular contra la evolución que pide el Universo nunca ha sido bueno.