Por Ruperto Concha
En estos momentos en dos naciones europeas se están realizando votaciones decisivas. En Austria, es la elección presidencial en que se enfrentan el candidato verde, Albert Van der Bellen, y el nacionalista Norbert Hofer, un euroescéptico que ha propuesto plebiscitar si Austria quiere o no seguir siendo miembro de la Unión Europea. Y, en Italia, que es la tercera mayor economía de Europa, está culminando el referéndum convocado por el primer ministro, Matteo Renzi, sobre una Reforma Constitucional ideada por su gobierno.
Según las encuestas y la opinión de los analistas, en ambas votaciones se perfila un triunfo de las posiciones adversas a la Unión Europea. Hofer ganaría hoy en Austria, y el No ganaría en Italia. Dentro de pocas horas sabremos los resultados que, de cualquier forma, provocarán un alud de cambios, un alud en toda la Unión Europea.
Para entender bien la importancia de este referéndum es necesario revisar cuáles son las circunstancias actuales en que se encuentra Europa, dentro del convulso escenario mundial, comenzando por Siria.
Ayer, la gran prensa occidental confirmó que el ejército leal de Siria ya tomó posesión de dos tercios de la zona oriental de la gran ciudad de Aleppo, último baluarte de las milicias del Daesh Islámico y los rebeldes en el norte de Siria, en donde las milicias estaban unidas con los contingentes de rebeldes supuestamente "moderados" que desde 2012 reciben apoyo y armamento de guerra de Estados Unidos.
El avance del ejército leal ya rodeó por completo el último reducto rebelde y tomó control del aeropuerto. Toda la llegada de ayuda humanitaria a la zona controlada por los rebeldes es previamente inspeccionada, para evitar el ingreso clandestino de material de guerra.
Con ello se confirma el anuncio de Moscú de que el gobierno de la República Siria habrá recuperado el control de su territorio nacional, antes de que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, asuma el mando, el 20 de enero.
Especial importancia tuvo la publicación, el viernes, de un artículo del diario británico The Independent, perteneciente al conglomerado periodístico de The Guardian, de Londres, bajo el título "Tenemos que aceptar que al Assad está alcanzando la victoria en Siria".
La periodista Mary Dejevsky dice que sólo hay dos opciones. Una, que Estados Unidos y la OTAN impongan militarmente un alto al fuego y proporcionen más y más poderoso armamento a los rebeldes que occidente llama "moderados". Y, la otra, seguir como ahora, mientras las fuerzas del gobierno avanzan hacia la victoria mucho más pronto de lo que se creía.
Según el periódico británico, Estados Unidos ya había decidido esto y al parecer Barack Obama se había dado por vencido el mismo 8 de noviembre, tras la derrota de Hillary Clinton, sabiendo que para Donald Trump no valdría la pena tomar un compromiso adicional en Siria porque en Siria no hay intereses de Estados Unidos que estén directamente comprometidos. El Presidente Basher Assad alcanzará la victoria y, al menos gracias a eso, la horrible matanza habrá concluido.
Por su parte, el escritor y columnista Charles Krauthhamer, de la cadena Fox de TV y del diario Washington Post, también el viernes pasado publicó un análisis con el título de: "Tras 25 años, el Triunfo de Occidente se acabó".
Krauthhammer, con doble nacionalidad israelí y estadounidense, es uno de los más duros belicistas ultraconservadores, lo que hace más notorio su desaliento. De hecho, en su artículo del viernes en el Washington Post, dice que la gente de Estados Unidos ya no quiere seguir por el mundo imponiendo los valores occidentales. Que ahora lo que la gente quiere es encerrarse en sus fronteras, descansar y prosperar.
Pero, concluye diciendo que "en el mundo no puede haber estabilidad sin la intervención de Estados Unidos. Lo que habrá es el Caos".
Bueno, esa es la opinión del señor Krauthhammer. Al menos en Siria, el triunfo de Basher Assad no tendrá nada de caótico. El gobierno llamará a elecciones generales, con observadores internacionales imparciales, y será el pueblo sirio el que decidirá quiénes van a ser en el futuro sus gobernantes.
Y, sin duda, el retorno de la paz en Siria necesariamente permitirá el retorno a la convivencia aceptable y casi buena, que existía en el Oriente Medio antes de la intervención de Estados Unidos.
Por lo pronto, ya Egipto y Turquía confirmaron su interés en ingresar a la Organización de Cooperación de Shanghai, lo que implica la voluntad de llegar a una alianza con Rusia, la China e Irán.
Y en relación a Turquía, el futuro asesor jefe de Seguridad Nacional en la administración de Donald Trump, general Michael Flynn, ya dejó mudos de espanto a los jefes de gobierno de la Unión Europea al declarar ante la prensa su decisión, fíjese Ud., de darle todo su apoyo al presidente turco Tayyip Erdogan.
En tanto, en nuestra América Latina, ya se ha vuelto inocultable la ofensiva de las llamadas "fuerzas de derecha", aliadas o al servicio de la "corporatocracia" de las transnacionales, en contra de los gobiernos y movimientos políticos de integración progresista y regionalista.
La sucesión de los llamados "golpes blandos", o sea golpes de estado sin uso o con poco uso de la fuerza militar, comenzó en 2009 con el derrocamiento del presidente de Honduras, Manuel Zelaya, siguió en 2012 con el derrocamiento del presidente Fernando Lugo, en Paraguay, y culminó en 2016 con el derrocamiento de la presidente del Brasil, Dilma Rousseff.
En 2015 incluyó también la decisión del grupo peronista-demócratacristiano, de Sergio Massa, en Argentina, de apoyar al derechista Mauricio Macri, en segunda vuelta, provocando con ello la derrota del justicialista Daniel Scioli, que había ganado en primera vuelta.
Esa secuencia tuvo por efecto un viraje de las naciones regionalistas que crearon el MERCOSUR como institución política para la realización de un proyecto de desarrollo económico unificado de libre comercio, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, a las que luego se sumó Venezuela en calidad de estado miembro.
Básicamente el viraje se produjo siguiendo la estrategia planteada por Estados Unidos, de crear una amplia zona de naciones asociadas mediante tratados en la cuenca del Pacífico y del Atlántico Norte.
Los nuevos gobiernos de Argentina, Brasil y Paraguay iniciaron intensas iniciativas para intentar integrarse de alguna manera al TPP, el Trans Pacific Partnership, sobre todo con los megaproyectos ferroviarios y de carreteras uniendo los puertos del Atlántico y el nuevo gran puerto de Ilo, en el Perú. Por eso el proyecto regionalista tenía que ser sacrificado en aras al nuevo tratado del Pacífico.
En esa nueva orientación, Venezuela y Bolivia aparecían como "socios inconvenientes", por su relación de desafiante enfrentamiento con Estados Unidos.
De ahí la inusitada decisión de esta semana, en que los gobiernos de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, decidieron expulsar temporalmente a Venezuela, sin que hubiera una previa acusación formal y, por lo mismo, sin darle a Venezuela ni siquiera una mínima opción de presentar un alegato de defensa.
Por supuesto, el gobierno venezolano se negó a aceptar esa inusitada condena, ajena a todo procedimiento de juicio justo y que se expresó en una mera y ordinaria carta de notificación firmada por simples embajadores y funcionarios diplomáticos.
Por su parte, el Parlamento Latinoamericano, en sesión de emergencia, emitió una declaración unánime en defensa de Venezuela, instando a los 4 gobiernos a tomar las medidas indispensables para el retorno del MERCOSUR a su normalidad jurídica y buscar la solución a las diferencias mediante los mecanismos institucionales existentes.
En el caso de Brasil, luego del derrocamiento de la presidente Rousseff, el canciller designado por el corrupto gobierno de Michel Temer, José Serra, declaró abiertamente su deseo de que el MERCOSUR se deshaga, se desintegre, porque se ha convertido en un lastre para la recuperación económica brasilera.
En realidad, la estrategia geopolítica, comercial, jurídica y militar del gobierno de Barack Obama, parecía estar alcanzando un enorme éxito sobre América Latina. En los últimos meses han ido apareciendo bien documentadas filtraciones que revelan en parte las operaciones secretas realizadas con financiamiento del Congreso de Estados Unidos, para promover agitación social, campañas de desprestigio y operaciones cercanas a la insurrección, como fue el caso de la aventura separatista del oriente boliviano.
Entre otras operaciones, resultan impactantes las que involucran a algunas iglesias, sectas o denominaciones de sectores evangélicos basados en Estados Unidos y que han participado decisivamente en varias de las crisis políticas latinoamericanas.
De hecho, se mencionó la participación de la ex comunista y evangélica "renacida", Marina Silva, como candidata presidencial en las elecciones de 2014 en Brasil, destinada específicamente a restarle votos a Dilma Rousseff. Tras salir tercera en la elección, la supuestamente izquierdista y evangélica Marina Silva se volcó en apoyo del candidato de la derecha, Aecio Neves.
En Colombia, este año, también la mayoría de los dirigentes evangélicos se movilizó para rechazar el acuerdo de paz con las FARC.
Y en estos momentos, también se ha denunciado la participación de dirigentes y pastores evangélicos, con formación en Estados Unidos, organizando protestas en Nicaragua, contra la construcción del gran Canal Interoceánico.
Esta semana se produjeron enfrentamientos duros cuando grupos de protesta intentaron interrumpir los trabajos de tendido eléctrico, apertura de caminos y construcción de edificios como centrales de operación, luego que ya quedó habilitado el puerto de gran profundidad de acceso desde el Caribe. La semana anterior, en enfrentamientos violentos, 6 policías resultaron heridos de mediana gravedad y otros 8 sufrieron contusiones severas por pedradas en el cráneo.
En realidad, las obras preparatorias del Canal de Nicaragua están avanzando con suficiente rapidez para que la construcción misma se inicie en los primeros meses de 2017. El gobierno de Nicaragua, en respuesta a las demandas de protección del medio ambiente, y para minimizar el impacto ambiental, pactó con la empresa HKND, la empresa china de Hong Kong encargada del Canal, la contratación de ecologistas altamente calificados en diversas especialidades, a través de la ONG Fundar, para supervisar y diseñar planes de manejo ecológico, defensa de la biodiversidad y protección ambiental en toda la extensión del Canal.
Es relevante saber que la ONG Fundar inicialmente se había opuesto con fuerza al proyecto del Canal Interoceánico. De hecho, en los 16 meses de trabajos conjuntos Fundar ya ha impuesto incluso modificaciones en el trazado del Canal, sin que ni el gobierno ni la empresa constructora hayan objetado los costos adicionales que esos cambios implican.
De allí que las acusaciones ambientalistas contra el Canal hayan disminuido notablemente, y ahora las protestas se enfocan a demandas de mayor indemnización económica para las comunidades que van a tener que desplazarse, y contra la soberanía compartida del Canal entre el gobierno de Nicaragua y la empresa constructora, por un plazo renovable de 50 años.
En la perspectiva geoestratégica de Washington, acentuada durante el gobierno de Barack Obama, la construcción del Canal en Nicaragua, con capacidad para el paso de buques de enorme tonelaje, no sólo desplazará al Canal de Panamá. Además, traerá consigo el establecimiento de un formidable complejo, dotado de protección militar, en uno de los países más rebeldes a la hegemonía de Estados Unidos.
El laberinto noticioso global se completa en la cumbre de la APEC, con la invitación de China a todos los países ribereños del Océano Pacífico, a integrarse en un enorme acuerdo de libre comercio que han bautizado como Regional Comprehensive Economic Partnership, RCEP. De hecho, en estos momentos todos los países que estaban comprometidos con el TPP de Barack Obama, ahora se están volcando con mucho entusiasmo al Acuerdo Regional.
Incluso Australia y Nueva Zelandia. De hecho, para rubricar su amistad con el liderazgo de China, el gobierno australiano ahora paró sus negociaciones con Japón para la compra de una decena de submarinos, y en cambio cerró trato con astilleros franceses. Eso, porque China, por un lado, está en tensiones con Japón y, en segundo lugar, porque China no está vendiendo su producción de submarinos, cuya tecnología se mantiene en secreto.
Nueva Zelandia, por su parte, anunció que, a juicio de su gobierno, China es un socio confiable que ya ha demostrado su solidez al pasar incólume sobre las crisis y turbulencias de los últimos años. Y, finalmente, los últimos fieles del TPP, Perú y Chile, que inicialmente no estaban considerados en las negociaciones de ingreso al Acuerdo Regional, ahora ya declararon sus aspiraciones de incorporarse y participar en las negociaciones.
El presidente Barack Obama no había ocultado sus esperanzas de que sus principales aliados del Pacífico, Japón y Australia, pudieran mantener vivo su TPP sin Estados Unidos, aunque fuera así, en una versión en pequeñito.
Pero sus esperanzas se esfumaron por completo con la derrota de Hillary Clinton.
Volvemos entonces a lo que está ocurriendo en Europa. Sobre todo, en el referéndum de reforma constitucional en Italia. El proyecto de reforma fue elaborado por la camarilla de gobierno del primer ministro Renzi, sin dar cabida a opiniones u observaciones de otros sectores. Pero, claramente, se trata de una reforma que es apoyada por la oligarquía gobernante de Bruselas, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la giganta financiera JP Morgan.
En esencia, la reforma apunta a aumentar las atribuciones del Ejecutivo, y sobre todo sus atribuciones para tomar con rapidez decisiones económicas y sociales y aplicarlas de inmediato. Fuera de ello, refuerza la existencia de centros de poder no elegidos por votación, sino por mera designación de gabinete. Reduce las atribuciones del Senado, y los senadores ya no serán electos sino designados por los alcaldes y los Consejos Regionales, además habrá 5 senadores vitalicios designados a dedo por el Jefe de Estado, el presidente de la República.
Con ello, el legislativo deja en la práctica de ser bicameral, con diputados y senadores electos, que tienen la misión fundamental de vigilarse y controlarse mutuamente. Se considera también que, con ello, abiertamente se ponen más trabas y más distancia entre el pueblo ciudadano y el ejercicio del poder político.
El rechazo está protagonizado por un abanico sorprendentemente amplio de partidos. Desde la Liga del Norte, al extremo derecho, hasta el Movimiento Cinco Estrellas, de Beppe Grillo, al extremo izquierdo.
Hasta esta mañana había coincidencia de las encuestas de periódicos como el Corriere della Sera, la Reppublica y la Stampa, en cuanto a que el No a la propuesta de reforma debía ganar con un 7 u 8% de mayoría sobre el Sí.
Pero se teme que, en el sur de Italia, en Sicilia y en Cerdeña también, en donde el No es más fuerte, pueda producirse una excesiva abstención de los votantes lo que eventualmente pudiera traducirse en una inesperada y sorpresiva ventaja para el Sí.
Si ganara el No, el primer ministro Renzi tendría que renunciar a su cargo, tal como lo prometió durante su campaña en toda Italia. Y ello sería una dramática señal para el gobierno burocrático de la Unión Europea, que ya está enfrentando focos de intensa inestabilidad en Croacia, Hungría, Rumania, Bulgaria, la República Checa y Lituania.
Y en Holanda el Partido de la Libertad está proponiendo también un referéndum sobre permanecer o no en la Unión Europea. Y junto a ello, el desprestigiado y débil presidente de Francia, Francois Hollande, reducido a un mísero porcentaje de apoyo popular, esta semana renunció a candidatearse para una reelección en la que saldría derrotado. El socialismo neoliberal de Francia se hundió y se da por descontado que en las próximas elecciones se enfrentarán dos candidatos de derecha que comparten un enérgico programa de reencuentro con Rusia, no sólo como socios sino también como aliados.
Se trata de la nacionalista de ultra derecha, Marine Le Pen, partidaria de que Francia se salga de la Eurozona, y Francois Fillon, un conservador que defiende la legitimidad del retorno de Crimea a la soberanía rusa, y la legitimidad del plan del presidente de Siria, Bashir Assad, apoyado por Rusia, China e Irán, de poner término a la guerra y llegar a una solución democrática dejando que el pueblo resuelva su futuro mediante el voto.
¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense, es necesario. Hay peligro..., pero está todo muy interesante, ¿verdad?