AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Ser tubo de ensayo

Por Ruperto Concha / resumen.cl

Ayer sábado, en Managua, Nicaragua, gobiernistas y opositores realizaron simultáneamente concentraciones para mostrar su capacidad de convocatoria. Y lo más asombroso es que, fíjese Ud., no se produjeron enfrentamientos.

Hasta últimas horas de anoche únicamente el diario nicaragüense "El 19", pro gobierno, y la agencia alemana Deustche Welle, anti gobierno, entregaban información. El diario, muy entusiasmado, publicó una galería de fotos de la concentración sandinista, mostrando una enorme concurrencia, multitudinaria y compacta, cubriendo una avenida a todo lo ancho y hasta perderse de vista.

La Deustche Welle, en cambio, no muestra más que una imagen a corta distancia y sin perspectiva, pero afirma vagamente que ambas concentraciones reunieron a miles de personas.

Además, la agencia alemana destaca una declaración del general retirado Hugo Torres, ex combatiente revolucionario y actual vicepresidente del Movimiento de Renovación Sandinista, MRS, que ahora tiene estrechos contactos en Estados Unidos con senadores republicanos como Ileana Ros-Lehtinen, Marco Rubio y Ted Cruz, quienes le proporcionan financiamiento y apoyo.

En su declaración, muy destacada por la Deustche Welle, el general Torres acusa al gobierno de Daniel Ortega de no ser suficientemente izquierdista y haber traicionado al sandinismo.

Eso es muy raro, ¿verdad?… ¿Están los senadores republicanos defendiendo a un general izquierdista y sedicioso? ¿O será que ese general no es tan izquierdista como dice?

 

También la agencia alemana destacó que el Secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, don Paulo Abrao, declaró, fíjese Ud. que el gobierno de Nicaragua es el único responsable de toda la violencia. Es decir, según él, los grupos sediciosos que han intentado derrocar al gobierno, son víctimas pacíficas e inocentes.

Frente a tales afirmaciones insensatas, es preciso narrar objetivamente los hechos, sobre la base de información sólida, aceptadas incluso por la prensa internacional enemiga del gobierno del presidente Daniel Ortega.

Es preciso comenzar con la intervención de Estados Unidos en contra de la rebelión sandinista que en 1970 derrocó al dictador Anastasio Somosa, uno de los tantos favoritos de Washington. Daniel Ortega, líder máximo de la rebelión sandinista, asumió el gobierno siguiendo un modelo de dictadura socialista marxista. Con ello logró anular, además, los esfuerzos de las guerrillas "contra", que eran financiadas por el gobierno de Ronald Reagan mediante operaciones criminales de tráfico de armas y tráfico de drogas.

En 1990, tras la desintegración de la Unión Soviética, Ortega comprendió que, al igual que Cuba, Nicaragua quedaba a merced de una intervención directa de Estados Unidos, y, en consecuencia, optó por convocar a elecciones libres y democráticas de un nuevo gobierno. En esas elecciones ganó la candidata liberal Violeta Chamorro, y Ortega, vencido, se replegó a una acción política normal.

Sin embargo, 16 años después, los sucesivos gobiernos liberales de Nicaragua habían reducido al país al borde mismo de la quiebra, con un 48 por ciento de la población sumida bajo el límite de la pobreza.

Entonces Daniel Ortega volvió a postular a la presidencia, presentando un programa de gobierno con énfasis en el desarrollo social y con una economía moderadamente capitalista supervisada por el Estado. Pues bien, para consternación de Washington, Daniel Ortega arrasó en las elecciones de 2006 y fue reelegido en 2011 y también nuevamente en 2016 para un tercer período que concluye en 2021.

Y tengamos muy claro que esas tres elecciones fueron internacionalmente aceptadas como legítimas y sin ninguna objeción.

 

El enorme apoyo popular al gobierno de Daniel Ortega se basaba en hechos concretos, internacionalmente verificados y comprobados. La cifra de pobreza que superaba el 48%, disminuyó a sólo el 25%. El crecimiento económico se mantuvo permanentemente por encima del 4% anual, el Estado abrió líneas de créditos y aportes directos para desarrollar pequeñas empresas, incluyendo mini-empresas familiares.

Paralelamente, el gobierno de Ortega logró erradicar casi absolutamente las mafias de narcotráfico, y Nicaragua pasó a ser el país más seguro y libre de delincuencia de todas América Central.

A la vez, el gobierno sandinista consolidó la educación gratuita y la atención médica gratuita para la totalidad de los habitantes.

Tan es así, que ya en un reporte entregado al Congreso de Estados Unidos por la Comisión de Investigación del Senado, en septiembre 2016, se describió al presidente Daniel Ortega como la figura política más popular de Nicaragua. Y el mismo mes, un informe del Departamento de Estado reconoció que el Presidente Daniel Ortega contaba con el apoyo de una vasta mayoría de la población.

Repito: esas son cifras oficiales, reconocidas por el Congreso y la Presidencia de Estados Unidos.

Pues bien, ese mismo año 2016, durante el gobierno de Barack Obama, un informe entregado al Congreso por la funcionaria de la Casa Blanca, Marcela Escobari, señaló que la agencia USAID, de Estados Unidos para financiamiento de proyectos políticos internacionales, fíjese Ud., estaba financiando, organizando, capacitando y entrenando a más de 2.000 jóvenes y más de 60 organizaciones civiles para alcanzar impacto político. El informe de la funcionaria Escobari señalaba, textualmente, que el objetivo era crear una fuerza políticamente poderosa para crear situaciones y obtener resultados políticos, aun admitiendo que una enorme mayoría de los nicaragüenses apoyaba al gobierno de Daniel Ortega.

Por su parte, la organización NED, National Endowment for Democracy, financiada por las grandes corporaciones transnacionales, admitió haber proporcionado financiamiento a través de 54 subvenciones por más de 4 millones de dólares para producir insurrección política en Nicaragua.

Por supuesto, esos aportes financieros y las operaciones de entrenamiento de grupos insurreccionales se mantenían sigilosamente ocultos al Gobierno de Nicaragua.

Y, como ratificando los cálculos señalados, la Escobari estimaba en su informe que aún se necesitaría mantener ese programa de USAID durante dos años más, para que los grupos y las organizaciones opositoras al gobierno de Daniel Ortega estuvieran en condiciones de entrar en acción.

Dos años. Justo los dos años entre 2016 y el este 2018 en que estalló la violencia.

 

El pretexto para la insurrección violenta fue un proyecto del gobierno para financiar el sistema de pensiones, que viene acumulando un déficit desde 1990, en igual forma como está ocurriendo en prácticamente todos los países de sistema neoliberal. De hecho, en Gran Bretaña, el déficit de la Previsión Social ya supera los 35 mil millones de dólares, y en la mayoría de los países desarrollados la edad de jubilación fue aumentada a 65 años o más.

El proyecto del gobierno de Nicaragua aumentaba a 65 años la edad de jubilación, elevaba en un 5% del sueldo el aporte de los trabajadores y aumentaba en un 8% adicional el aporte de los empleadores. Todo eso, siguiendo las condiciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional como condición para aprobar un empréstito en favor de los fondos de pensiones de Nicaragua.

Ante ese proyecto, el 18 de abril se desató la más intensa, violenta y bien planificada rebelión popular. El gobierno, tardíamente, aceptó retirar ese proyecto. Pero el proceso de rebelión ya estaba en marcha. Ya desembozadamente el movimiento insurreccional alcanzó carácter sedicioso, enfocado a derrocar el gobierno.

Específicamente, la insurrección tuvo por ejes aquellos grupos de jóvenes que habían sido financiados, entrenados y capacitados desde 2016. Dos días después de las protestas iniciales, el 20 de abril varios centenares de jóvenes, no todos estudiantes, ocuparon la catedral de Managua, donde las autoridades de la Iglesia Católica estaban recolectando donaciones para ayudar a las protestas.

Cando se hicieron presentes efectivos de la policía, los jóvenes se atrincheraron al interior de la iglesia, y sólo la evacuaron cuando los curas obtuvieron del gobierno una promesa de impunidad total para todos.

El mismo día, otro grupo realizó el mismo operativo en la iglesia de otra localidad parroquial donde también los curas estaban recolectando donaciones para la insurrección. Pero ahí no fue la policía la que reaccionó, sino grupos de jóvenes sandinistas que penetraron a la parroquia y sacaron a golpes a los insurrectos mientras acusaban a los curas de ser cómplices de una sedición golpista.

En esas primeras refriegas murieron dos participantes en las protestas y un policía.

Aunque la prensa de las transnacionales insiste en que las protestas eran pacíficas y que los jóvenes estaban desarmados, ya al menos algunos medios noticiosos de la gran prensa aceptaron informar que los protestatarios estaban armados con escopetas hechizas y morteros para disparar objetos de gran calibre, además de un número considerable aunque indeterminado de armas de tipo militar y policial.

 

Inicialmente, el gobierno de Daniel Ortega trató de evitar enfrentamientos mayores y ordenó que la policía se replegara a sus cuarteles, confiando en restablecer la calma mediante diálogo auspiciado por la Iglesia. Sin embargo, esa medida resultó desastrosa.

De hecho, los dirigentes protestatarios dejaron bien claro que su propósito era forzar al gobierno, según sus palabras, a rendirse ante la presión de las protestas. El dirigente estudiantil Yubrank Suazo, de la Universidad de Managua, declaró a la prensa internacional que "si Daniel Ortega no se rinde lo vamos a obligar."

En forma perfectamente planificada, simultánea y bien provista de recursos, la estrategia sediciosa se expandió a todos los principales centros urbanos del país, y particularmente a la ciudad de Masaya, que controla el paso de la Carretera Panamericana.

De hecho, el mismo dirigente Yubrak Suazo fue designado jefe de las acciones sediciosas en Masaya, donde asediaron las casas de las autoridades, impidiéndoles salir. Paralizaron la totalidad de los servicios públicos y, el mismo Yubrank Suazo declaró ampulosamente: "Ahora tenemos el control de toda la ciudad y tenemos a la policía encerrada en su cuartel".

En seguida los rebeldes convocaron a una conferencia de prensa donde, abiertamente, declararon desconocer al gobierno constitucional de Nicaragua, y la próxima designación de un nuevo gobierno local, elegido por ellos.

Pero, además de la evidente planificación táctica del intento sedicioso, se dejó sentir una estrategia internacional concebida para provocar daño económico y paralización no sólo en Nicaragua sino en toda América Central.

De hecho, el propósito claro de ocupar la ciudad de Masaya e intentar convertirla en la Capital de una Nueva Nicaragua, apuntaba a paralizar por completo el tránsito internacional de mercancías por la Carretera Panamericana, que es la única vía terrestre de sur a norte, desde Panamá hasta México.

Según datos de la BBC de Londres, para Nicaragua el tránsito de cargas se paralizó en casi un 80% en sólo un mes, y su efecto fue el cierre de un 20% de las empresas con pérdidas de 21 millones de dólares y la pérdida de 500 puestos de trabajo.

Para Costa Rica y Panamá, el bloqueo de la Panamericana en dos meses provocó la pérdida de un 24% de las exportaciones, y las exportaciones desde Honduras, El Salvador y Guatemala, vieron su volumen de carga paralizado en más de 20 mil contenedores en tránsito.

Es decir, la táctica del movimiento sedicioso incluía provocar un máximo de daño económico, pérdida de puestos de trabajo y aislamiento para su propio país y, además, daños también en los países vecinos a fin de provocar irritación y resentimiento contra Nicaragua.

 

En momentos en que el Secretario de Derechos Humanos de la OEA afirma que el único culpable de la crisis y las muertes en Nicaragua es el gobierno, resulta más que comprensible que haya una enorme movilización de gentes que consideran que, por el contrario, el único culpable es el movimiento sedicioso que, según demasiados indicios, fue planificado y financiado en Estados Unidos siguiendo el mismo modelo que antes aplicaron contra Venezuela y Siria.

Los supuestamente "pacíficos" jóvenes desarmados, claramente están infiltrados por elementos bien entrenados para la violencia y el uso de armas. En las 10 ciudades más importantes de Nicaragua, y en forma simultánea, fueron atacados dos diarios y una estación de radio, la Radio Ya, que fueron destruidos con bombas molotov.

Cinco sedes del Movimiento Sandinista fueron atacadas con bombas incendiarias. También fue incendiada y saqueada la municipalidad de Concepción y la casa del Frente Sandinista de la misma ciudad.

Fuera de las muertes por enfrentamientos callejeros en que jóvenes militantes sandinistas han salido a pelear en defensa de su gobierno, hay también una serie de acciones criminales muchísimo más graves. Por ejemplo, el asesinato a sangre fría del periodista Ángel Gahona, el de la estudiante brasilera Raineya Lima, de un balazo a quemarropa en el pecho, en el interior de una universidad tomada, y el intento de asesinato del líder estudiantil Leonel Morales, quien había criticado el plan sedicioso contra el gobierno. El 12 de junio el joven estudiante fue secuestrado. Le dispararon tres veces a quemarropa y lo dejaron por muerto en una zanja, con miras a culpar al gobierno de su muerte. Sin embargo, el muchacho logró sobrevivir y reveló los detalles de ese intento criminal.

Es por completo evidente que la violencia y las muertes de más de 300 nicaragüenses en pocos meses, es producto de un plan sedicioso y su enfrentamiento con jóvenes dispuestos a defender su gobierno.

Ahora, el Gobierno ha reabierto la Carretera Panamericana y está despejando los centenares de barreras de ladrillo que paralizaban el tránsito en casi todas las ciudades. También el gobierno ha decretado pago de indemnizaciones a las familias víctimas de la violencia y la paralización del país.

Lo que parece haber sido el último enfrentamiento sangriento del intento sedicioso, fue el desalojo de la iglesia de la Misericordia, en Managua, en la noche del 13 al 14 de julio, donde se habían parapetado 155 jóvenes rebeldes. Atacados a balazos por jóvenes sandinistas, los sitiados se ocultaban tendiéndose bajo los bancos, hasta que efectivos policiales acudieron a garantizarles la salida, junto a varios sacerdotes. En el lugar resultó muerto un estudiante que se mantenía fuera de la iglesia, en una barricada, y recibió un disparo en la cabeza.

La realización de las dos concentraciones en la capital nicaragüense, ayer, sin que se produjeran nuevos estallidos de violencia, permite esperar que la aventura sediciosa haya cedido el paso a lo que debió siempre haber sido el camino. ¿Quieren otro gobierno?… Pues tendrán que ganárselo con votos y cumpliendo con la ley. Tal como finalmente ocurrió en Siria, en el intento sedicioso de derrocar al gobierno de Basher Assad, el cual, finalmente, quizás podrá ser destituido en las próximas elecciones.

 

Desde el derrocamiento militar del presidente de Honduras, Manuel Zelaya, siguiendo por el del presidente Lugo, en Paraguay, la destitución de la Presidente de Brasil, Dilma Rousseff, la agresión judicial contra los ex presidentes Cristina Fernández, de Argentina, Lula da Silva, de Brasil, y Rafael Correa, de Ecuador, las elecciones escandalosamente truchas en Honduras el año pasado...

¡Y el cúmulo de escándalos de corrupción, de robo y descomposición moral de la clase política sudamericana!… ¿Se trata sólo de que nuestras naciones se están desintegrando moral e intelectualmente?

¿O será que nos tienen metidos en un monstruoso experimento social en que nuestra América Latina es el tubo de ensayo?…

Muchos gobernantes y mucha gente de nuestra región consideran que ser perro es mejor que ser humano. El viejo dicho que le atribuyen a Diógenes, que dice "Mientras más conozco a la gente más quiero a mi perro", en realidad es una pequeña trampa que denunció el gran poeta estadounidense Ezra Pound, diciendo... "Mientras más observo a los hombres, más admiro a los perros. Pero cuando observo la conducta de los perros, ¡Ya no sé qué pensar!"

 

Hasta la próxima, gente amiga. Hay que cuidarse. Hay peligro. Incluyendo el peligro de convertirse en perro de un mal amo.

 

*Imagen de HispantV

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