Por Ruperto Concha
Hace poco, en un foro sobre política internacional en la venerable Universidad de San Marcos, de Lima, un premio Nobel de Literatura comentó que se está exagerando la importancia de los países del Medio Oriente. Según él, los grandes temas que hacen crisis dependen de las decisiones que tomen las grandes potencias, y no unos cuatro gatos musulmanes que se dedican a odiarse mutuamente.
Como fuere, en estos momentos, y en este tan gatuno mes de agosto, son justamente esos cuatro o cinco gatos del Medio Oriente Islámico, los que están protagonizando el Tercer Acto de la tragicomedia de una nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia.
Entre las más estrambóticas noticias de esta semana, se cuenta la explicación que dio el general estadounidense Charles Cleveland, respecto de una compañía de comandos destacada para aplastar a los insurgentes talibanes de Afganistán. Los comandos estadounidenses entraron en combate pero tuvieron que retirarse con tanto apuro que dejaron abandonadas armas, municiones y equipamiento tecnológicamente muy valioso, además de efectos personales que incluían documentos de identidad.
El general Cleveland admitió los hechos, pero destacó que los comandos habían tenido que combatir heroicamente contra fuerzas muy superiores. Pero enfatizó que no había sido una derrota.
En cuanto al armamento, equipos y documentación que quedó en manos de los talibanes, el general Cleveland dijo que se trataba de salvar la vida de los soldados, y eso vale más que las pérdidas materiales.
Bien dicho, ¿no es cierto? Las tropas se retiraron muy rápido, abandonando material de guerra para salvar sus vidas. Pero según el general eso no fue una derrota. Bueno, eso es lo que se llama "un estrambote". Una frase estrambótica. Una frase con un agregado que suena chistoso o absurdo, sobre todo cuando cierra una declaración que trataba de ser seria.
Otra noticia estrambótica de los gatos del Medio Oriente islámico, fue la captura de una supuesta periodista estadounidense, Lindsey Snell que dijo haber escapado de los terroristas de Al Qaeda que la tenían prisionera en Siria
Ella había cruzado clandestinamente desde Turquía a Siria, donde habría sido tomada prisionera por los terroristas, y tras su rescate o fuga, cruzó de nuevo la frontera en forma clandestina, pero esta vez fue detenida por la policía turca, que la mantiene presa bajo acusación de espionaje. Según el informe policial, la mujer fue arrestada en momentos en que helicópteros estadounidenses sobrevolaban el lugar en un intento infructuoso de evitar que Lindsey Snell fuese capturada por las fuerzas turcas.
Según la prensa de Turquía, Lindsey Snell habría sido reclutada por la CIA para realizar espionaje y operaciones encubiertas a través de la frontera entre Turquía y Siria.
Según informes de Estados Unidos, Lindsey Snell efectivamente había trabajado como periodista para diversos medios norteamericanos, pero ahora se desempeñaba como activista de Amnistía Internacional.
Recordemos que tres días antes, había sido capturado en Turquía un funcionario de la NASA provisto de doble nacionalidad, estadounidense y turca, que aparece claramente implicado en el fallido golpe militar del 15 de julio que intentó derrocar al presidente Tayyip Erdogan.
En realidad, para la prensa de todo el Oriente Medio y de Asia, ya hay demasiados indicios que llevan a suponer que Washington realmente habría apoyado la intentona golpista, o, al menos, habría estado en conocimiento de aquel plan, sin hacer nada por impedirlo.
De hecho, el intento golpista podría haber tenido éxito, de no haber sido que los servicios de inteligencia rusos detectaron la conspiración y alertaron al presidente Erdogán cuando faltaban sólo unas horas para el comienzo de las acciones militares insurgentes.
Con ello Erdogán alcanzó a movilizar a su propia gente, se desplazó a Estambul y lanzó su llamamiento a las fuerzas leales y al pueblo para que saliera a las calles.
Por supuesto, la oscura maraña de intrigas y operaciones encubiertas sólo podremos conocerla, aunque sea en parte, después que la crisis del Medio Oriente haya llegado a su desenlace.
Como sea, desde mucho antes del intento golpista la prensa de Estados Unidos y Europa había iniciado una durísima campaña en contra del gobierno de Turquía, a la vez que se estaba apoyando a un movimiento islámico de oposición. De hecho, al producirse los primeros actos de la intentona del 15 de julio, la poderosa red de TV NBC, vinculada al partido demócrata, cometió el error de difundir como hecho cierto y consumado que el presidente Tayyip Erdogán ya había sido derrocado y habría huido de su país y estaba solicitando asilo en Alemania.
En tanto la prensa de Rusia estaba por su parte ya aclarando la verdadera situación de Turquía, a la vez que identificaba con precisión cuáles eran las unidades que se habían sumado al golpe y que habían realizado ataques contra edificios de gobierno y cuarteles de la policía.
Y por cierto uno de los hechos que aparecen como más acusadores sobre una supuesta posible intervención de Washington en favor de los golpistas, fue que precisamente la principal fuerza aérea en rebeldía fue la de la base de Incirlik, en la frontera de Siria, que es también el emplazamiento de la principal base militar de la OTAN en Turquía, y en la cual se encuentran almacenadas las bombas y las cabezas nucleares de Estados Unidos.
Más aún, fíjese Ud., dos de los pilotos de la fuerza aérea turca que participaron en el intento golpista, fueron precisamente aquellos que meses antes habían atacado a traición a un avión ruso SU-24, desprovisto de armamento de combate aéreo, que regresaba de bombardear posiciones del Estado Islámico.
Aquella acción artera provocó de inmediato la peor crisis entre Turquía y Rusia. De hecho, determinó la interrupción inmediata del oleoducto y gasoducto desde Rusia a Turquía, y el bloqueo absoluto total a la fuerza aérea turca de penetrar al espacio aéreo de Siria.
Al reanudarse los contactos entre los gobiernos de Ankara y Moscú, el presidente Erdogán declaró que él no sabía que se había derribado un avión ruso. Más aún, señaló que jamás habría autorizado aquel ataque.
En ese momento, Erdogán no tenía la credibilidad para sus palabras de inocencia, pero luego aparece la sospecha de que efectivamente la orden de atacar al SU-24 ruso fue dada directamente desde la base de Incirlik, y tuvo precisamente el efecto que parecía más conveniente para provocar la ruptura ruso-turca como lo deseaba la OTAN.
Tanto Rusia como Turquía confirman que el intento de golpe militar fracasó específicamente por la oportuna intervención de los servicios de inteligencia rusos, que al alertar al gobierno turco permitió que el presidente Erdogán movilizara tanto a las fuerzas armadas leales como a la base popular que lo apoya.
La intensidad de la purga iniciada por el gobierno eliminando los focos golpistas y sus ramificaciones, ha llevado ya a un total de más de 60 mil militares, funcionarios públicos y dirigentes políticos, destituidos, y supuestamente alrededor de 10 mil que se encuentran en prisión.
Más allá de cualquiera consideración a favor o en contra de esa purga, ella indica claramente cuán extensa, organizada y bien provista de dinero había llegado a ser la oposición dispuesta a provocar un cambio de régimen a cualquier costa, siguiendo el modelo del cambio de régimen en Ucrania, donde Estados Unidos ya no intenta ocultar o disimular su participación.
La torpeza y la desorganización de los militares golpistas permitió que se desintegrara una iniciativa, un plan, que habría cerrado implacablemente el paso a Rusia hacia el Mediterráneo, y habría liquidado la guerra contra el gobierno del presidente de Siria, Basher Assad, eliminándolo.
Una coalición formada por Arabia Saudita, Irak, Jordania, Siria y Turquía haría desaparecer de un papirotazo a la República de El Líbano y encerraría a Irán, mientras Paquistán y Afganistán quedarían en calidad de clientes pobres.
O sea, la apuesta que se venía detrás del golpe era el triunfo inmediato de eso que llaman Mundo Occidental, y la consolidación del Nuevo Orden Mundial dirigido y controlado desde Washington.
Y fue así que el martes pasado el presidente de Turquía Tayyip Erdogán viajó a Rusia para reunirse con el presidente Vladimir Putin, en la ciudad de San Petersburgo.
Por supuesto, Erdogán iba preparado y entendía cuáles serían las condiciones que plantearía su colega ruso. De hecho, el mandatario turco se había hecho acompañar por el jefe de sus servicios de inteligencia, Hakan Fidan. Fueron dos días de intensas conversaciones, tras las cuales quedó re-definida la relación ruso-turca, que implica también la relación de Turquía con Irán y con los países de Asia Central. Una relación a la que todavía no le han puesto nombre. Quizás una alianza, quizás una semi alianza, quizás una entente, pero en todo caso el surgimiento de un bloque tremendamente poderoso.
Por lo pronto, el presidente Erdogán declaró ante la prensa mundial que su gobierno y el de Rusia concuerdan en que el término de la guerra en Siria tiene que darse en términos políticos, pasando por la rendición de las armas de todos los grupos violentos, y con la elección democrática de un nuevo gobierno que deberá ser laico e inclusivo, en el que se respetarán todas las creencias, todas las ideologías y todos los grupos étnicos, sin excepción.
Con ello, implícitamente, se establece que el actual presidente de Siria, Basher Assad, podrá participar en la transición política y, si lo desea, podrá también presentarse como candidato en las nuevas elecciones. Es decir, exactamente las mismas propuestas ya planteadas tanto por Rusia e Irán como por el propio presidente Basher Assad.
Con ello se bloquea por completo el enfurecido empeño de la dupla Barack Obama-Hillary Clinton, de derribar y eliminar al presidente Basher Assad. Ahora, incluso las fuerzas aéreas de Turquía y Rusia se coordinarán para eliminar los focos restantes del Estado Islámico, compartiendo estrechamente información y tareas tácticas.
Rusia, por su parte, anunció su acuerdo con el gobierno de Siria para ampliar sus bases militares en la costa del Mediterráneo junto a la frontera turca. La nueva base tendrá permanencia indefinida y contará con instalaciones, sistemas de misiles de largo alcance y medio alcance, y los más modernos sistemas antiaéreos y anti-navales. El propósito en realidad es establecer una base rusa tanto o más poderosa que la base de la OTAN en Turquía.
Asimismo, con la participación de Turquía en los bombardeos antiterroristas sobre territorio de Siria, se prevé un desenlace próximo en la batalla por la ciudad de Alepo, en el norte de Siria. Si las fuerzas leales apoyadas por Rusia e Irán, y ahora también por Turquía, logran la rendición de los rebeldes y los terroristas, el final de la guerra puede ser casi inmediato.
Pero ¿qué significa esto para los estrategas de Estados Unidos y de la OTAN?…
Por lo pronto, la jefatura de la OTAN, en un tono muy cercano al pánico, declaró en conferencia de prensa que de ningún modo se ha pensado suspender o disminuir la participación de Turquía.
Pero la prensa afín a los gobiernos de Washington y de Bruselas está elevando el tono de sus denuncias contra el gobierno turco, al cual ya están representando como una dictadura de corte fascista-islámico.
Publicaciones de gran influencia en Estados Unidos están exigiendo que Turquía sea expulsada de la OTAN, y que, por supuesto, Estados Unidos debe retirar de inmediato el arsenal de bombas atómicas que tiene almacenado en la base turca de Incirlik.
El 24 de agosto, el Secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, viajará a Ankara para ser recibido por el presidente Erdogán. Y ciertamente al gobierno ruso no le parecerá nada de mal que Tayyip Erdogán analice con Kerry el sentido y el alcance de los flamante acuerdos.
Si Ud. mira un mapamundi podrá advertir el bloque formidable que se ha formado con los nuevos acuerdos que unen desde Belarus y Rusia, pasando por Irán y Turquía hasta la integración de infraestructura con Afganistán y Paquistán que, entre otras cosas, están ya construyendo los oleoductos y gasoductos que abastecerán de combustible a la China y la India.
En tanto, casi todos los aliados de Estados Unidos en el Pacífico, incluyendo al Japón, ya dejaron en claro que no participarán en nuevas acciones de desafío y provocación en el Mar de la China. De hecho, el tono prevaleciente es de buena disposición a un diálogo y una negociación directa con la China.
El caso más notable fue el del naufragio de un buque pesquero chino que fue embestido accidentalmente por un buque de carga en las inmediaciones de las islas llamadas Diaoyu por la China y Senkaku, por el Japón. Conocida la tragedia, lanchas guardacostas chinas y japonesas dejaron de lado las tensiones de soberanía y colaboraron juntas, estrechamente, en el rescate de los náufragos.
La distensión de las pretensiones de soberanía en la cuenca del Pacífico por cierto no favorece a la estrategia de Estados Unidos, sobre todo ahora que la candidata presidencial Hillary Clinton, postulante a ser sucesora de Barack Obama, ya declaró en conferencia de prensa que se opondrá definitivamente al Tratado Trans Pacífico, el famoso TPP, que fue el proyecto estratégico esencial de Obama para enfrentar a la China.
Al parecer, Estados Unidos no está consiguiendo aislar al resto del mundo.
Otro tema de enorme importancia es el acontecer que está dándose en nuestra América Latina, donde parece estar produciéndose un torbellino que se acelera cada vez más y que realmente no sabemos a qué locuras pudiera arrastrarnos.
Pero, en fin, de eso podemos conversar el domingo próximo.
¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense, es necesario. Uds. ven, hay peligro. Pero las cosas se van dando como si una mano no humana las estuviera manejando.