Bacigalupe sobre anuncios de desconfinamiento: "quieren controlar la velocidad del contagio, pero no necesariamente cortarlo"

Si bien no es correcto hablar de desconfinamiento en Los Ríos y Aysén, pues nunca hubo confinamiento, sino sólo toque de queda y militares en las calles, medidas que al parecer se mantendrán, el ministro de Salud anunció el fin de algunas medidas restrictivas para el retorno a la productividad. Consultado el experto Gonzalo Bacigalupe señala que "Lo único que podemos concluir es que ellos quieren controlar la velocidad del contagio, pero no necesariamente cortarlo y eso me hace pensar que continuamos con la misma estrategia".

Por Valentina Riveros Soto

A casi cuatro meses del inicio de la Fase 4 en Chile, la situación ha empeorado de manera exponencial: no existe trazabilidad en la población contagiada, se han implementado cuarentenas de forma dinámica, un cruel experimento social que continúa obligando a gran parte de la población del país a moverse entre ciudades para seguir trabajando. Esta seguidilla de hechos no ha hecho más que evidenciar los graves problemas sociales del país, como la extrema pobreza en aquellas comunas más marginadas, la hambruna y desigualdad, cada vez más notoria e imposible de ocultar.

Contrario a cómo se ha procedido en otros países, cuando Chile se encuentra en el período con más cantidad de contagios, disminuye la capacidad de testeo, sobre todo en regiones -que desde el inicio contaron con menos insumos para poder diagnosticar los contagios de Covid-19- y con cifras que se acercan más a los 10 mil test en comparación a los 23 mil que se realizaban en semanas previas.

Además, desde el Ministerio de Salud, encabezado por el ministro Enrique Paris, anuncia medidas de retorno a la productividad para las regiones de Aysén y los Ríos, que incluyen la reapertura de cines, mall y restaurantes hasta un 25% de capacidad, afirmando que el país lleva 24 días de mejoría y un una disminución del 20% en la tasa de positividad (pese a la baja en la capacidad de testeo).

Sobre esto conversamos con el profesor Gonzalo Bacigalupe (Universidad de Massachusetts, Boston). Dr. en Psicología y Magister en Salud Pública de la Universidad de Harvard, quién forma parte de "Los 40 de la carta", un grupo de científicos/as e investigadores/as que expusieron importantes datos y proyecciones sobre la pandemia en el país, y que se reunieron durante la jornada de 7 de julio con el ministro de salud.

¿Qué te parece la implementación de nuevas medidas para acelerar el desconfinamiento en las regiones de Los Ríos y Aysén?

"Lo primero es que fue una sorpresa para muchos de nosotros, porque en una reunión que tuvimos con el ministro (los 40 que firmamos la carta), él nos dijo que veía el desconfinamiento con mucho cuidado, dependiendo a indicadores que tenían que ver directamente con el punto de vista sanitario, y es claro que la decisión se está tomando de una manera apresurada de incluso improvisada. De hecho, al parecer, no se consultó con las autoridades locales. La Seremi de Los Ríos informó que no había leve mejoría en su región para poder declarar los planes de desconfinamiento, porque se tienen que elaborar en conjunto con las autoridades y comunidad local, tiene que haber una especie de acuerdo respecto a cómo se tiene que hacer. Es claro que no se cumplen las condiciones funciones que sugiere la OMS en términos de la participación a distintos niveles de la sociedad para poder decidir cómo va a ser este desconfinamiento".

La falta de coordinación entre autoridades nacionales y locales no es el único problema que se presenta ante el anuncio ministerial, ya que esta respuesta justificación entregada no tiene relación con el panorama que enfrentan aquellas regiones (y tampoco con lo que sucede en los servicios de salud y comunidades del país). Una de las grandes causas del aumento de casos en Chile es la falta de trazabilidad.

"Segundo, es que plantea esto de la trazabilidad, pero la misma subsecretaria Daza dice que todavía están planificación, que todavía la plataforma no existe, no existen los datos para saber si efectivamente hay un 80% de trazabilidad, no los tenemos. Y es bastante complicado decir que sabemos cuál es la positividad en regiones porque el mismo ministro ha reconocido que los test PCR en regiones están a un nivel mucho más bajo que en Región Metropolitana. No sabemos realmente cuál es el indicador de contagio, cuál es el RO (número de reducción). Tampoco tenemos claro, y eso es muy importante, cuál es la estructura hospitalaria en regiones, que es mucho más precaria que en la RM. Faltan datos, pero los datos que tenemos indican que no es el momento para ingresar a desconfinar", agrega Bacigalupe.

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Pese a las indicaciones de quienes conforman la Mesa Social Covid y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las cuales indican que para comenzar este proceso de retorno es necesario tener un mínimo de positividad, el gobierno ha insistido (en más de una ocasión) para que las personas vuelvan a sus actividades no esenciales o las continúen realizando pese a la implementación de cuarentenas dinámicas.

"La misma presidenta del Colegio Médico ha dicho que lo del 80% pareciera no ser efetivo, que no existía ninguna auditoría. Tenemos la impresión de que nos adelantamos a hacer un anuncio sin estar preparados, sin tener indicadores claros, sin que todo el mundo esté de acuerdo, que permitan tomar esa decisión. Más aún, no sabemos cuáles serán los criterios que se van a determinar para confinar de nuevo en caso de que (de nuevo) estos indicadores varían. A mi me preocupa que a pesar de que la OMS dice que la positividad debe estar bajo el 10%, no se trata de que esté en 9,8%, se necesita un rango, porque esto varía mucho en el día a día; se necesita una positividad más cerca al 5% y que estaremos seguros de que vamos a estar todo el tiempo bajo el 10%", añade el especialista en salud pública.

 

Una falsa sensación de mejoría

Durante la última semana, se ha enfatizado desde el gobierno en que las cifras de contagio dan luz de una "leve mejoría" de la situación sanitaria, apelando a una disminución en la cantidad de contagios a lo largo del país (enfocándose mayoritariamente en la Región Metropolitana). Si bien los datos dan cuenta de ello, se ignora al momento de comunicar esta información a la población que esto se debe a que la cantidad de test realizados ha disminuido de manera considerable: "Lo obvio para todos es que los test han bajado, antes estábamos entre los 20 y 23 mil, y ahora estamos más cerca de 10 mil que de 20 mil, y eso indica que tenemos muchos menos datos para saber cuáles son los contagiados reales. Sí, hubo una leve mejoría, pero esa tendencia se puede revertir si se toman medidas que hacen laxa la cuarentena (que es bastante laxa)", sostiene.

Ante eso, ¿cuál sería la justificación para implementar esta nueva medida en dichos territorios?

"Esto responde a una estrategia de lo que ellos han denominado el ‘contagio progresivo’. Yo sinceramente creo que (y eso incluso lo dijo el ministro) hay que cambiar la estrategia para salvar vidas, y eso consistía en cortar la cadena de contagios, y el ministro fue bastante claro diciendo que esa estrategia no iba a cambiar. Lo único que podemos concluir es que ellos quieren controlar la velocidad del contagio pero no necesariamente cortarlo, y eso me hace pensar que continuamos con la misma estrategia anterior que nunca ha sido cortarlo, sino mantener un contagio 'bajo'. De hecho, la leve mejoría en la Región Metropolitana es una mejoría en promedio, y poca gente lo discute, porque la mortalidad y el nivel de contagio en diferentes comunas es bastante distinto. Si uno vive en una comuna como Cerro Navia, Pedro Aguirre Cerda, Puente alto, uno puede tener tres veces más la posibilidad de contagiarse que si vive en Vitacura, Lo Barnechea, Las Condes. Entonces no basta simplemente hablar de promedios porque hay que mirar la ciudad como un todo, con sus distintas características. Hay que pensar territorialmente, no en promedio de toda la región, hay que pensar en las dificultades que pueden tener comunas mucho más precarizadas".

 

Plan de retorno: un reflejo de la desconexión con la realidad

Desde la llegada del Covid-19 a Chile, se insistía desde el Ministerio de Educación en que al corto plazo se retornaría con normalidad a las actividades académicas, situación que les llevó a determinar un adelanto en las vacaciones de invierno con la esperanza de volver a las aulas durante fines de abril, algo que no ocurrió. Por el contrario, se debió implementar de manera apresurada un sistema de educación virtual que no consideraba la realidad de la gente en los diferentes territorios.

"A mi me parece que los anuncios del Ministerio de Educación para todo el país no son responsables, porque yo creo que no ayudan a entender lo difícil que es para profesores, profesoras, estudiantes, para los padres y madres que están en las casas, hacer educación remota. Es muy difícil. La idea de que todos están conectados a un computador es una idea mágica, porque hay mucha gente que no tiene internet, computador, que tiene que ir a buscar pautas o que los profesores las reparten en vehículos a las casas. La educación remota en Chile, al ser implementada de manera rápida, presenta una serie de falencias, genera una serie de expectativas que son falsas", detalla Bacigalupe.

¿Cómo se proyecta la continuidad del año escolar?

"Nosotros estamos en una gran crisis, y creo que hay que asumir que el año escolar nunca va a ser igual, que no debiera crearse expectativas sobre volver al colegio cara a cara este año, a excepción de algunos lugares o algunas comunidades donde no hay contagio o fatalidades (el 40% de las comunas en Chile no tienen fallecidos). Entonces en algunos de esos lugares se pueden establecer cordones sanitarios alrededor del pueblo o de la ciudad, y quizá se puedan empezar a abrir algunas escuelas como lo hicieron en Rapa Nui, pero eso va a ser excepcional y debe ser determinado por las autoridades locales. A nivel de la Región Metropolitana, Valparaíso, O'Higgins, Tarapacá, Antofagasta; es imposible pensar en abrir las escuelas, eso sólo llama a la posibilidad de rebote. Y eso no es sólo por lo que sucede dentro de la escuela: en el transporte, en el camino, el movimiento que se produce. Entonces lo que se debe hacer es ver cómo repensamos el año escolar haciendo del modo menos negativo su impacto, de forma en que la gente pueda mantener su sanidad mental. Y sabemos (la evidencia de esto es súper grande) que en países como España una de las grandes cuestiones negativa que se vio, tratando de terminar el año escolar de manera remota, fue justamente la presión que sentían apoderados, niños y niñas, y también los profesores, de llevar un año normal. No se puede hacer en estas condiciones, porque es una situación donde no se trata sólo del contenido de una pauta, es sobre lo que sucede en la sala de clases, en la escuela".

Respondiendo a ello, ¿cuál debería ser el foco de las autoridades sanitarias y de la educación para enfrentar este problema?

"En vez de hacer este tipo de anuncio, lo que debería hacer el Ministerio de Educación es empezar a pensar cómo reformar la educación, empezar a hablar de los temas grandes: cómo vamos a mejorar la infraestructura de la educación, trabajar con el Ministerio de Obras Públicas, porque la estructura pública de la educación no es buena (…) Eso requiere todo un cambio, una planificación mucho más compleja. Lo ideal sería que tuvieran mucha más incidencia aquellas autoridades locales y regionales para decidir si es que algunas escuelas retornan a algunas actividades (…) Tenemos que tener acceso para poder lavarnos las manos, y no es algo fácil en las escuelas donde hay un baño para hombres, uno para mujeres y uno para profesores/as, o donde es limitado el acceso al agua. Esos son los problemas de más largo plazo que hay que empezar a resolver y planificar ahora en vez de todos los dias ver si hay o no hay apertura de escuela".

"La gente está agotada, los expertos han sido claros: los profesores están agotados, los padres también, hay mucha angustia en los niños. Yo creo que hay que enviar un mensaje para cuidar a los niños y adolescentes, en vez de pensar en hacer un año como si fuera normal. Creo que alargar el año también es una cuestión que no hace sentido, tenemos que repensar, traer a los expertos, a quienes saben hacerle conjunción al aprendizaje. Esto no se puede tomar en la oficina de un burócrata", concluye el experto.

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