Bayron Velásquez es profesor de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad Austral de Valdivia y Magister en Historia por la Universidad de Santiago de Chile, valdiviano de origen, nos entrega un libro productos de su investigación de posgrado; a través de la editorial Escaparate de Concepción se publica este importante ensayo histórico sobre uno de los asuntos más dolorosos de la actualidad en Chile: la vulneración de derechos de las infancias.
Por Robinson Silva Hidalgo Universidad Austral de Chile-Valdivia
Bajo el título "Infancia irregular en dictadura. Institucionalización, desarraigo y resistencia. La política de protección infanto-juvenil 1979-1990" la publicación da cuenta del enfoque político que utilizó la dictadura para tartar a las infancias pobres, cambiando el sentido de protección del periodo anterior, al control para "regenerar" a esa población, potencialmente peligrosa para su proyecto social y político, develando uno de los aspectos más ocultos y -al mismo tiempo- ideológico de su accionar.
El actual debate político, cerrado entre la inseguridad marcada por el narcotráfico y la corrupción de las instituciones, ha vuelto a olvidad a las y los niños de sectores populares, pero este trabajo nos da un llamado en sentido contrario. En esta entrevista se definen los puntos centrales de la investigación de Velásquez, dándonos claves para comprender de mejor forma este problema que aún sigue maltratando la conciencia nacional.
Antes del golpe de Estado Chile desarrolló un tipo de política social que avanzó en mayor protección para los sectores populares ¿Cómo trató el Estado de Chile el problema de la llamada «infancia abandonada» durante el siglo XX?
Podríamos sostener que la forma en que el Estado en Chile abordó el problema de la "infancia abandonada" durante el siglo XX estuvo cruzada, por un lado, por el abordaje que le dieron a la infancia y la crianza las distintas disciplinas y saberes pertinentes (medicina, psicología y pedagogía por nombras algunas), y por otro, por la concepción de infancia que tenían los distintos proyectos políticos e ideológicos que se disputaban la conducción del país. En síntesis, la infancia fue vista permanentemente como un actor que debía ser "salvado", "recuperado" y "regulado", a modo de combatir los vicios del mundo pobre y asegurar la existencia de hombres y mujeres futuras que fueran un aporte para la construcción nacional. Esta mirada, que en esencia no situó a la infancia como un sujeto histórico con capacidad de agencia, no tuvo mayores variaciones a lo largo de las décadas, y de alguna u otra manera, fue un lineamiento presente en la concepción de infancia que manejaban los distintos proyectos políticos. La diferencia estaba en que, mientras los sectores conservadores buscaban en la infancia la proyección de un hombre que en el futuro pudiese sostener los valores familiares y patrióticos, las izquierdas buscaban el hombre nuevo que podría protagonizar la transformación de las sociedades. En suma, ningún proyecto o "saber" le dio a la infancia valor en sí misma, sino que valorizó lo que podría llegar a ser si es que se regulaba correctamente. Es importante en este punto destacar el accionar del mundo popular hacia la infancia, pues aun cuando no fuese hegemónico, constituyó un ejemplo de incorporación efectiva y genuina de la infancia a las dinámicas de organización social y popular, dándole roles importantes dentro de la comunidad. Ahora bien, la dictadura sí marcó un giro importante en esta concepción de infancia que se desarrolló durante el siglo XX, porque reforzó de forma importante la idea de que los niños y jóvenes representaban, en caso de no intervenirse, peligros de subversión.
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Defines como infancia irregular la situación de la infancia durante el periodo que aborda tu investigación ¿A qué obedece ese concepto?
El concepto de "infancia irregular" ya está en desuso. Es más, no está bien visto por parte de distintas disciplinas referirse a las infancias pobres o vulneradas en derechos como infancias irregulares debido que las sitúa por fuera de lo que sería "normal", como si existiese una sola forma regular o normal de experimentar la infancia. No obstante, desde el punto de vista del análisis histórico, especialmente desde el abordaje teórico-metodológico que empleo en la investigación, no hay otra categoría que nos permita aprehender tan precisamente las diversas experiencias infantiles sobre las que la dictadura proyecto su política de protección infanto-juvenil, toda vez que la infancia irregular, para el régimen, no eran sólo los niños que cometían delitos o eran abandonados, sino que todos aquellos que estaban lejos de lo que se consideraba su espacio natural: la familia tradicional. Por ende, la infancia que estuvo bajo el lente de la dictadura fueron todos aquellos niños o niñas menores de edad que eran hijos de "madres solteras", los que ayudaban a sus madres o padres en el trabajo o los que trabajaban por su propia cuenta, los que no asistían a las escuelas, los que vagaban, los que eran criados por sus abuelos o tíos, etc. Por ende, para reconocer y analizar el conjunto de experiencias infantiles sobre las que recayó la política de protección infanto-juvenil de la dictadura, fue necesario utilizar la categoría utilizada por las instituciones y saberes del escenario histórico en cuestión, pues de otra forma se corre el riesgo de que parte de esa infancia que el régimen intentó regular nos quedara fuera.
Y durante la dictadura civil-militar ¿Cuáles son los elementos esenciales que llevan a la creación del Sename?
En la investigación realizada, lo que sostenemos es que la dictadura cívico-militar configuró una nueva política de protección de menores motivada por la necesidad de regular a una infancia y juventud que considerada actores claves en su proyecto de "regeneración nacional". Al respecto, se plantea que el régimen concibió a la infancia y juventud como un sujeto con dos dimensiones: en una eran los hombres y mujeres del futuro que debían consolidar y resguardar el desarrollo de la nación, y en otra eran sujetos pasibles de ser atraídos por ideas revolucionarias o contrarias al régimen. Por ende, regular a la infancia irregular implicaba una tarea urgente en la materialización del proyecto dictatorial. Esta mirada sobre la infancia pobre se respaldó específicamente en dos directrices ideológicas que orientaron las políticas infanto-juveniles del régimen: el desarrollismo de la OEA, que proponía la necesidad de garantizar condiciones básicas de vida para evitar que los pueblos optaran por "caminos catastróficos" alternativos a la democracia.
En contraposición a la política institucional relatas diferentes cuestiones respecto a las organizaciones que tratan las infancias populares ¿Qué se puede rescatar de sus experiencias históricas, en función de su aporte a un proyecto popular?
En contraposición a la lógica institucionalizante de la política de protección infanto-juvenil de la dictadura, se desarrollaron diversas iniciativas a través de las cuales el mundo social y popular buscó acompañar a las infancias pobres, no concibiéndolos simplemente como un actor que requería de cuidados, sino que incorporándolo como un sujeto más en las dinámicas de resistencia y solidaridad que se suscitaban en los sectores empobrecidos de Santiago y el país. De este modo, las infancias pobres fueron parte activa de espacios educativos, recreativos y culturales que organizaban distintas comunidades, involucrándose de ese modo en los procesos de rearticulación del tejido social que experimentó el mundo popular conforme se desarrolló la dictadura cívico-militar. Por otro lado, al mismo tiempo que se hacían parte de estos procesos de rearticulación, las infancias y juventudes populares fueron protagonistas en las jornadas de movilización que comenzaron a reanimarse en los años ochenta, en un contexto de acumulación y expresión del descontento contra el régimen. Por tanto, la infancia irregular sobre la que la dictadura desplegó su política de protección fue, sin lugar a dudas, un actor relevante en la configuración del mundo popular en el escenario histórico en cuestión.
La imagen construida de los menores en el SENAME es de gran violencia contra ellos, tú hablas de Resistencia ¿Qué referencias históricas llevan a presentar sus acciones como resistentes?
En la investigación realizada, la perspectiva teórica y metodológica nos llevó a ver que la infancia institucionalizada (o que fue objeto de la institucionalización) no fue un mero receptor de la política de protección infanto-juvenil de la dictadura, sino que intentó resignificar e inclusive resistirse a la experiencia de la institucionalización permanente. Las fuentes nos hablan de menores que buscaban internarse voluntariamente para pasar los periodos más crudos del año bajo techo y con al menos mínimas raciones de comida, para luego fugarse y volver a sus espacios sociales de origen y a sus dinámicas de sociabilidad habitual. Nos hablan también de sistemáticas fugas y motines, entre las que se encuentran algunas de importante masividad que terminaron, como en el Caso de la Cárcel de Menores de Puente Alto, con 120 menores fugados al mismo tiempo. Según nuestro planteamiento, estas prácticas no respondían a acciones "salvajes" o "criminales" como lo definió la prensa, sino que hablan de un actor que se resistencia a una política de protección que los desarraiga de sus espacios sociales, los que, aun presentando terribles condiciones, ofrecían cuestiones que para las infancias podían ser irremplazables (vínculos, identidad, solidaridad, etc.). Esta observación histórica no podría aparecer si es que no reconocemos a los niños y niñas como sujetos con agencia, tal como lo han planteado importantes historiadores de las experiencias infantiles.