Boko Haram y el laberinto africano

Por Daniel Mathews para resumen.cl

Se dijo en su día para la red Al-Qaeda y se puede decir hoy para la organización «Estado Islámico» (EI o Daesh según su acrónimo árabe): estas estructuras funcionan, en el plano internacional, como otras tantas «franquicias»…

Los contratantes están autorizados a utilizar el nombre de la «marca» a condición no de pagar una contribución financiera sino de consagrar la supremacía político-ideológica del núcleo central de la organización. El sábado 7 de marzo, Boko Haram, el movimiento sectario yihadista creado en 2002 en el noreste de Nigeria (más precisamente en Maiduguri), juró fidelidad a la organización «Estado Islámico» que ocupa territorios en Siria e Irak desde junio de 2014. Se supone que esta declaración de fidelidad hecha al «califa» autoproclamado Abu Bakr al-Baghdadi dará una dimensión más espectacular aún a las acciones de Boko Haram. No hay duda alguna de que la relación entre la secta nigeriana y el núcleo de Daesh, que se encuentra en Medio Oriente, no es por el momento más que de orden simbólico y virtual.

De ese modo, Boko Haram quiere internacionalizar el conflicto que le opone a las estructuras del Estado federal nigeriano; un Estado oligárquico y extremadamente corrupto cuyas respuestas -que, a menudo, golpean más a la población civil que al enemigo yihadista- han contribuido, por otra parte, al crecimiento inicial del movimiento. Por más que Boko Haram sea un movimiento ultraviolento, ésa no es su única dimensión.

La secta posee una cierta base social, que se funda en primer lugar en al rechazo al régimen nigeriano, que priva a ese pueblo de 177 millones de personas de la casi totalidad de los frutos de la renta petrolera. Su nombre, traducido a menudo del idioma hausa como «la educación occidental es pecado», significa más bien en una traducción más matizada, «la astucia de las élites educadas es contraria a la religión».

Si esta secta tiene una cierta base social se debe, también, a que ha distribuido tierras situadas en las fronteras de Nigeria y Camerún a campesinos pobres… ¡aunque esta «reforma agraria» estilo yihadista haya podido ser realizada sobre todo gracias a que campesinos animistas y cristianos habían sido expulsados anteriormente!

El asalto del ejército nigeriano en 2009, durante el cual el fundador de la secta Mohamed Yusuf fue abatido (y quizá más o menos fríamente ejecutado), tuvo por resultado radicalizar la secta más que frenarla. Hoy, su violencia no tiene prácticamente límites: del 6 al 8 de enero de 2015, Boko Haram ha hecho 2000 muertos en solo tres días, destruyendo dieciséis pueblos considerados como enemigos.

Desde comienzos de año, la secta ha internacionalizado cada vez más el conflicto, y en concreto, desde finales de febrero, extendió la guerra a Níger. Los combates en la zona fronteriza con Camerún son ya más antiguos y Boko Haram transformó hace tres años el extremo norte de ese país en una base de repliegue. Por su parte, el régimen camerunés más bien había dejado hacer, utilizando el argumento de la necesaria lucha contra el terrorismo para intentar aprovecharse de la situación solicitando un apoyo internacional y adoptando (el 4 de diciembre de 2014) una «ley antiterrorista» con una intención general ultra represiva.

Ahora bien, desde hace algunas semanas, y bajo la presión del expansionismo de Boko Haram sobre todo hacia Níger, las cosas han cambiado, y existe una coordinación de los gobiernos de la región para luchar más eficazmente contra la secta. Hoy es sobre todo el régimen chadiano, gran potencia militar de la región bajo la protección de Francia (a la que la dictadura chadiana ayudó en Malí en 2013-14), quien puede aprovecharse del efecto de la legitimación: ser el primer adversario militar de Boko Haram… Lo que no cambia nada del carácter sanguinario del régimen de Idriss Déby (Presidente de Chad).

La propia política francesa empuja a sus peones para reforzar su presencia militar en la región, sin querer -por el momento- combatir directamente en primera línea contra Boko Haram. Actualmente, Francia, cuyo ministro Laurent Fabius ha visitado Chad, Camerún y Níger los días 21 y 22 de febrero, favorece sobre todo los esfuerzos militares de los regímenes locales y les promete una ayuda logística.

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