Flavio Araneda Hidalgo / resumen.cl
A 50 minutos de Concepción, se encuentra la localidad de Copiulemu, perteneciente a la comuna de Florida. En este lugar viven alrededor de 300 familias y su nombre ha sido conocido dentro y fuera del país por un grupo de mujeres bordadoras de lana que tienen una vasta trayectoria de 42 años creando y promoviendo este arte.
Esta experiencia se originó gracias a la iniciativa de Rosmarie Prim, quién en 1974 llegó a Chile desde Alemania motivada por un amor latinoamericano. Desde sus primeros días en territorio de la región del Bío Bío, se conmovió profundamente con los paisajes que Copiulemu le presentaba día a día. Fue en esos momentos de contemplación de la localidad cuando decidió levantar el primer jardín rural en Chile. Posterior a ello vio la necesidad de tener un punto de encuentro con las personas de la localidad más allá del jardín infantil. "Yo no quería limitarme solo al jardín, sino integrar a los padres en un trabajo realizador. Entonces leí en una revista que existía un grupo de bordadoras en Isla Negra, algo que me pareció fabuloso porque ellas viven a las orillas del mar y nosotras al borde del bosque entonces lo encontré una buena motivación de creación para que las madres pudieran realizar y juntarse además que tuvieran algún ingreso económico aparte. Me decidí y un día llegue con un saco de harina, aguja, lana multicolor y las invité a crear lo que quisieran en el bordador, sin copiar de algún libro. Antes de cumplir un año ya estábamos exponiendo nuestros trabajos (Sala Universitaria de Concepción, 1975)", recuerda.
En un comienzo eran 20 mujeres que participaban del taller, hoy son 40 las bordadoras que se reúnen mes a mes para ver el avance de sus trabajos en el Centro Artesanal de Copiulemu. "Hay mujeres que han participado junto con 4 generaciones bordando esta artesanía, una niña o joven es reconocida como bordadora como tal, al finalizar completo su primer paño. Esto quiere decir que posee cierto conocimiento básico que le dará completa autonomía para llevar a buen término una confección. La prolongación de esta actividad durante años ha proporcionado a la bordadora de una propia identidad, para ella y su familia, que a base de pequeños gestos y matices permite la identificación de los paños. La transmisión de este conocimiento implica intrínsecamente la particular forma en que estas mujeres habitan y trabajan el mundo", relata Rosmarie Prim.
Frente a las dificultades que han enfrentado como organización, su precursora afirma que, a pesar de haber iniciado el taller de mujeres en la incipiente dictadura militar chilena, no hubo problemas en un comienzo. "No hubo ninguna objeción para este hermoso proyecto, tampoco para el jardín rural. Sin embargo, una vez se nos acercó CEMA Chile para ofrecernos que se harían cargo de nuestro trabajo. Entonces les respondí que yo no era dueña de nada, de ningún trabajo de las mujeres, que si querían involucrarse yo renunciaba; afortunadamente nunca más se nos acercaron", afirmó.
En 1987 el papa Juan Pablo II visitó Chile, deteniéndose en diversas ciudades, entre ellas Concepción. Este evento fue la primera aparición internacional de las bordadoras de Copiulemu, ya que las artesanas confeccionaron un lienzo de 20 metros cuadrados, compuesto por 42 paños ilustrativos del mundo del trabajo y las 14 estaciones del vía crucis. La obra se tendió como telón delante el cual Karol Wojtyła hizo su sermón. Actualmente, se exhibe en la parroquia "Nuestra Señora de la Candelaria", en San Pedro de la Paz.
En 1989 fueron invitadas a exponer a la ciudad alemana de Bonn y luego, en 1991, acudieron hasta la inglesa Nottingham. En 2010 las bordadoras fueron distinguidas con el sello de Excelencia de Artesanía de la Unesco, y en 2004 recibieron el premio Lorenzo Berg, otorgado a artesanos y artesanas destacados de Chile. Próximamente, sus trabajos se expondrán en el futuro Teatro Regional de Bío Bío.
Actualmente se encuentran en una difícil situación ambiental, ya que el vertedero que existe en Copiulemu, a solo metros de la localidad, Hidronor, prontamente recibirá desechos industriales de distintos puntos del país. Esta situación que traería nocivas consecuencias para la población de esta localidad y sus alrededores. "Estamos totalmente en contra de que esta empresa se siga desarrollando, y, peor aún si traen desechos tóxicos de todo el país. Van a seguir ensuciando el nombre de Copiulemu y sus hermosos paisajes que nos trae mucha inspiración para nuestros trabajos", aseveró Rosmarie Prim.