No sabemos su nombre. Además importa poco porque no estaba registrado. Era uno de los tantos "sin papeles" de Europa. Pero claro, no era su culpa. Qué culpa podía tener a los tres meses de nacido. Tampoco era culpa de sus padres. Desde el pasado 12 de febrero, los recién nacidos no pueden obtener el número nacional de identidad a causa de un desacuerdo entre los partidos políticos sobre la nueva denominación de las comunas de la República Srpska, la entidad serbia del país. Así que por esto, todos los bebés nacidos después de esta fecha son unos «sin papeles».
No importa su nombre. El tema es que era muy pequeño para que el papá lo deje solo. Pero no tenía pasaporte porque los partidos políticos no se ponían de acuerdo. Cuándo el papá llegó al aeropuerto no lo dejaron subir al avión. Las protestas fueron obvias. Y a las del papá siguieron las de los que viajaban en el mismo vuelo; las de los que estaban en el aeropuerto; las de Banja Luka: capital de la entidad serbia; las de Sarajevo: capital del país; las de toda la república. A la hora que escribo esto ya llevan una semana de movilizaciones.
El 6 de junio, cientos de personas se concentraron delante del Parlamento de Sarajevo. Tenía que resolverse el tema, no podía ser que los parlamentarios no se pusieran de acuerdo en algo tan elemental. La multitud no paró de crecer a lo largo de la jornada, y los manifestantes decidieron «sitiar» el edificio, para evitar que los diputados salieran sin haber arreglado el problema. El texto no fue enmendado, pero el «sitio» fue levantado después de las 4.00 de la mañana. Después, el movimiento continuó. Los estudiantes entraron en acción, y también, al igual que Sarajevo, Banja Luka, las manifestaciones se sucedieron en Zenica, Tuzla, Prijedor, Brcko y otras ciudades más pequeñas.
Algo inédito desde 1995, se terminaron los pleitos entre bosnios y croatas. Los carteles aparecieron escritos en alfabeto cirílico y latino. «Abajo el nacionalismo, viva la Bosnia-Herzegovina ciudadana» decía el lienzo que flotaba por encima de la multitud que se congregó frente al Parlamento en Sarajevo. Eran más de diez mil personas: agricultores y asalariados que llevan meses sin cobrar, en un mismo cortejo. En solidaridad, los taxistas de Sarajevo bloquearon el tráfico durante varias horas.
En realidad los problemas en Bosnia-Herzegovina son graves. La explosión estaba contenida. Para Darko, militante de un pequeño grupo anarquista de Sarajevo, «el vaso llevaba lleno mucho tiempo. Nos preguntábamos cuándo saltaría la chispa que provocaría el incendio». Faltaba algún pretexto. Sobre todo porque el pueblo no se ponía de acuerdo. Unos hablaban un idioma, el resto otro. Pero un bebé de tres años no habla. El estaba llamado a unificar a los dos pueblos.
Foto: RT
+ Lola Mento