El pasado domingo 24 de marzo, la Policía Federal de Brasil, por orden del juez del Supremo Tribunal Federal (STF) Alexandre de Moraes, detuvo a tres personas indiciadas por haber mandado a matar a la concejala de Rio de Janeiro, Marielle Franco, hace 6 años.
Por Silvia Adoue
Los detenidos son los hermanos Domingos Brazão (miembro del Tribunal de Cuentas de Río de Janeiro) y "Chiquinho" Brazão (diputado nacional), ambos empresarios del negocio inmobiliario, junto a ellos Rivaldo Barbosa (ex Jefe de la Policía Civil de Río de Janeiro), acusado también de haber usado su cargo para dificultar la investigación.
El 14 de marzo de 2018, la concejala de izquierda, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) de la ciudad de Río de Janeiro, Marielle Franco, fue acribillada a balas junto con su chofer Anderson Gomes, cuando un automóvil se detuvo a la par del suyo. Marielle, como es llamada cariñosamente, venía de una reunión con mujeres en la "Casa das Pretas", en el popular barrio de la Lapa. En su coche también estaba la asesora de la concejala y también militante Fernanda Chaves, que sobrevivió al ataque.
Era un período de ascenso de la derecha en todo el país. El presidente era Michel Temer, un político de centro derecha que había sido vicepresidente de Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores, derrocada por un impeachment que tuvo la complicidad de su vice.
El exmilitar Jaír Messias Bolsonaro, también de Río de Janeiro, crecía en intenciones de voto. El estado de Rio de Janeiro había declarado "estado de calamidad pública", por la falta de recursos que le impedía pagar salarios de los empleados públicos y enfrentar la criminalidad.
El presidente Michel Temer respondió interviniendo militarmente el estado en febrero de 2018, utilizando el instrumento constitucional de «Garantía de Ley y Orden». Nombró interventor al entonces Comandante Militar del Este, el general Walter Braga Netto, que después sería jefe de gabinete del presidente Bolsonaro.
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Inmediatamente después de la ejecución de Marielle, la pregunta repercutió por el mundo fue ¿quién mató a Marielle? La actuación de la concejala, negra, lesbiana e izquierdista, nacida en una favela muy poblada de la ciudad, era multifacética y afectaba intereses de muchos sectores conservadores. Sin embargo, desde el comienzo, las sospechas recaían sobre las milicias.
Las milicias son una red parapolicial integrada con policías y militares de la reserva, pero con vínculos con miembros de las fuerzas seguridad legales en actividad. Surgidas de la "mano de obra desocupada", los cuadros de la represión durante la dictadura, que no se adaptaban a los tiempos de gobiernos civiles, comenzaron prestando servicios de sicariato y disciplinamiento en barrios, muchas veces disputando el control territorial con las organizaciones de narcotraficantes.
De hecho, las actividades a las que se volcaron eran espejo de esas organizaciones. Diversificaron sus ramos económicos con la distribución de gas, conexiones ilegales de electricidad e internet. Pero la actividad más lucrativa a la que se dedicaron en el estado de Río de Janeiro es el negocio inmobiliario. Actuando fuera de la ley, pero con ramificaciones dentro del Estado, conseguían la titulación de tierras del espacio urbano y la construcción de viviendas fuera de los estandares de seguridad. No se trata sólo de la apropiación del espacio urbano, de tierras públicas, como mercadería. El control de ese espacio permitía también negocios con los servicios dentro del territorio.
Las ramificaciones de las milicias dentro del Estado no se limitan a las fuerzas de seguridad. Concejales y diputados estaduales son elegidos por las campañas clientelares de las propias milicias, y representantes de las mismas hacen vista gorda dentro del Tribunal de Cuentas. Bolsonaro, que había ingresado en el ejército en 1973, en plena dictadura, no pasó del grado de capitán y fue expulsado por insubordinación en 1988. Formaba parte del bajo clero del ejército de la dictadura que no conseguía adaptarse a los "nuevos tiempos". Ya en 1989 comenzó su carrera dentro de la política institucional como concejal. Y en 1991 ya fue electo diputado federal, dentro de ese esquema clientelar de las milicias. La particular coyuntura de Brasil lo catapultó a la presidencia de la república en 2019. Cuando los partidos tradicionales de la derecha no satisfacían las expectativas de aceleración de la acumulación por despojo, lanzaron mano de un candidato marginal, pero dispuesto a pasar por arriba de los marcos legales para propiciar la expoliación. En síntesis, ese fue el papel del gobierno de Bolsonaro.
Marielle Franco, con su acción de denuncia y apoyo a la organización autónoma de los vecinos, amenazaba los negocios inmobiliarios de las milicias, base electoral inicial de Bolsonaro. El interventor militar de Río de Janeiro nombró a Rivaldo Barbosa jefe de la Policía Civil (responsable por las investigaciones policiales). Rivaldo Barbosa asumió el cargo exactamente el día anterior al asesinato de Marielle. Las investigaciones sobre el crimen giraban en falso, hasta que el general Richard Nunes, del equipo interventor, declaró en diciembre que los asesinos eran miembros de las milicias.
En marzo de 2019 (un año después del crimen, fueron presos los milicianos: Ronnie Lessa, apuntado como ejecutor, y Élcio Queiroz, que actuó como chófer. La policía llegó a localizar gran cantidad de armas (117 modelo M-16) en la casa de un amigo de Lessa. Los asesinos admitieron el crimen. Entonces, la pregunta sobre quién había matado a Marielle fue sustituida por quién mandó a matar a Marielle.
Es necesario decir que la casa de Ronnie Lessa estaba localizada en el condominio de lujo del barrio de Tijuca, en el que vive la familia de Bolsonaro. En octubre de 2019, cuando éste ya era presidente de la república, un reportaje de la TV Globo descubrió que, en la tarde de 14 de marzo de 2018, Queiroz había llegado al condominio pidiendo al portero que Bolsonaro autorizase su ingreso. El presidente negó públicamente que él hubiese autorizado el ingreso de Queiroz.
El hijo del presidente, Carlos Bolsonaro, retiró inmediatamente todos los registros de la portería. Y esos datos levantados por el reportaje fueron desestimados por la investigación policial. Hubo varias muertes de milicianos consideradas "quema de archivo". La más espectacular fue la de Adriano da Nóbrega, que había sido miembro del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) de Río de Janeiro, antes de tornarse jefe de la milicia. Había sido condecorado en 2005, cuando cumplía pena de prisión, por Flávio Bolsonaro, otro de los hijos del futuro presidente.
Con las prisiones del último domingo, y un gran número de indiciados, parece que la pregunta sobre los móviles y los mandantes quedó respondida. Sin embargo, hay una cadena de complicidades más allá de los indiciados, más allá de las instituciones de Río de Janeiro. Por un lado, está la red de negocios y clientelismo electoral de la milicia en el estado, por otro, la proyección de esa red en las fuerzas armadas, involucradas hasta la médula en el gobierno de Jaír Messias Bolsonaro.
Es bueno considerar que el avance de esta investigación esta protagonizado por Alexandre de Moraes, juez del Supremo Tribunal Federal (STF). Representación política estable de la derecha tradicional, el STF se polarizó con el poder ejecutivo durante el gobierno de Bolsonaro. Desde el 8 de enero de 2023, la demostración de fuerza de los sectores militares que propiciaron la invasión de las sedes de "los tres poderes" (incluido el judicial), el presidente Luiz Inácio Lula da Silva viene mostrándose "cuidadoso", por no decir débil y claudicante, con los militares. Suspendió todos los eventos oficiales recordando el golpe de 1964, por la memoria, la verdad y la justicia. Calcula que, si no toca a los militares, estos no lo tocarán a él.
Alexandre de Moraes está cerrando el cerco sobre Jaír Bolsonaro, muy lentamente. Es probable que guarde la cereza de la torta para fechas más próximas a las elecciones. El expresidente ya tiene el pasaporte incautado, para evitar una fuga, ya que está sufriendo varios procesos. El New York Times descubrió que febrero de este año, que Bolsonaro pasó dos días en la embajada de Hungría. Y ahora Alexandre de Moraes le dio 24 horas para explicar los motivos. Parece que Bolsonaro está ensayando un exilio en las tierras del presidente Viktor Orbán.