El canciller ruso, Serguei Lavrov, afirmó hoy que Estados Unidos y Ucrania deberán responder más tarde o más temprano interrogantes dentro de la investigación sobre el avión de Malaysian Airlines, siniestrado cerca de Donetsk con 298 personas a bordo.
Advirtió el jefe de la diplomacia del Kremlin en declaraciones al canal de noticias Rossiya-1 que permanecen sin respuesta una serie de interrogantes que atañen a las autoridades de Washington y de Kiev.
¿Dónde están los datos de los satélites norteamericanos que monitoreaban el área ese día?, ¿Dónde están los datos de los aviones que volaban sobre esa área?, ¿Dónde están los testimonios de los controladores aéreos de Dnipropetrovsk responsabilizados con mantener el corredor aéreo en esa parte de Ucrania?, preguntó.
Hemos reclamado durante largo tiempo el libro de registro de toda suerte de aviones de combate ucranianos basados en esa área de vuelo ese día, dijo, y añadió que nada ha sido hecho por la contraparte.
La única respuesta recibida son las acusaciones de que Rusia es culpable de todo, que las milicias son culpables de todo y que nuestras preguntas son formuladas con el único propósito de entorpecer la investigación, agregó.
En opinión del Ministro de Asuntos Exteriores, a la larga la verdad se abrirá paso hacia la superficie. Resulta imposible pretender ignorar preguntas específicas que son formuladas una y otra vez, consideró.
Hemos abierto un caso criminal. Será imposible ignorar este proceso y las preguntas tendrán que ser respondidas, concluyó el canciller.
El Comité de Investigaciones de Rusia (CI) informó que un tal «capitán Voloshin» es el primer sospechoso del derribo del avión, según revelaciones de un presunto testigo.
Sin identificar el nombre de la fuente por razones de seguridad, Vladimir Markin, portavoz del CI, confirmó el interrogatorio en el que el testimoniante reiteró la versión ofrecida previamente en declaraciones al diario Konsomolskaya Pravda.
El exmilitar ucraniano sostiene que un avión SU-25 de la Fuerza Aérea de ese país pilotado por un cierto «capitán Voloshin» despegó el día de la tragedia desde una base en las afueras de la ciudad de Dniepropetrovsk, 400 kilómetros al sur de Kiev, donde él prestaba servicio.
La fuente, quien reafirmó la autenticidad de su versión en el polígrafo detector de mentiras, subrayó que el aparato estaba artillado con misiles aire-aire R-60, algo inusual pues los rebeldes carecen de fuerza aérea, y que al aterrizar se percató de que ya no tenía los cohetes.
Para el denunciante resulta más sospechoso aun el nerviosismo de Voloshin y su expresión de que «se encontraba en el lugar inadecuado en el momento inadecuado» al referirse supuestamente al vuelo comercial MH-17, en el que murieron 298 viajeros.
Markin consideró esta declaración una prueba importante, pero no la única de que en el siniestro estuvieron implicadas las Fuerzas Armadas ucranianas, mientras Kiev reconoció que Voloshin sirve como piloto en la Fuerza Aérea.