Sr. Director.
Diciembre siempre es una fecha difícil para las y los profesores. Es sabido que es el mes preferido para anunciar los despidos, continuaciones o modificaciones en la relación contractual con el empleador.
Muchas veces, el empleador espera los últimos días de diciembre para comunicar una decisión que, quizá, tiene tomada desde hace bastante tiempo. Pero para qué avisar oportunamente si puede dejar en vilo durante semanas a profesores y profesoras que no saben qué les deparará el año siguiente.
Poco antes de navidad, o en algunos casos poco antes de año nuevo, ha sido la fecha preferida por los empleadores; esos mismos que exigen capacidades, habilidades y conocimientos totales que sean impregnados por los valores de su institución. Y si no lo haces como esperan -y muchas veces sin retroalimentación alguna que permita orientar nuestro trabajo-, bienvenido al vilo que se mantiene hasta el llamado a Dirección.
No es la primera ni la última vez, pero este diciembre ha sido igual. Solo que, pese a que la población en general sabe de esta situación, nunca se ha hablado en profundidad respecto a qué hacer ante una práctica tan naturalizada.
Ojalá, alguna vez, el regalo de navidad sea la seguridad y certeza de mantenerse en el trabajo.
Por Andrés Palma