El nuevo régimen político que se construirá en la nueva Constitución vuelve menos relevante el resultado de las elecciones del día de hoy, pues el cambio de sistema debería convocar a la renovación de los cargos, mientras otros probablemente dejen de existir. No obstante, los resultados servirán para terminar por conocer la actual correlación de fuerzas políticas en Chile y su proyección para la nueva institucionalidad que comenzará con la nueva carta magna.
Por Alejandro Baeza
Si bien, y por razones lógicas la disputa presidencial se lleva la mayor atención, el día de hoy se eligen también consejeros regionales, diputados y diputadas, así como la mitad del Senado.
Una elección que se produce cinco meses después de las constituyentes y prácticamente a un año del plebiscito, ambos comicios con un resultado 80-20 en favor de las opciones transformadoras.
Sin embargo, ninguna candidatura presidencial ha sido capaz de recoger del todo ese espíritu renovador en Chile.
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La fragmentación del voto entre siete opciones, una de ultraderecha, dos de derecha liberal, una de centro, dos de centro-izquierda y una de izquierda, sugieren que lo más probable es que no se resuelva el resultado esta jornada y las dos alternativas más votadas pasen a un balotaje en diciembre. Si bien todas las encuestas apuntan al candidato de Apruebo Dignidad y al candidato del pinochetismo como los ganadores, el descrédito de las empresas de sondeos es tal que nada hace indicar que ésa sea finalmente la realidad que se imponga, estando el resultado más bien abierto, con el candidato Boric, eso sí indesmentiblemente, con las opciones más claras.
En cuanto a las legislativas, si se hubiesen utilizado las reglas de las elecciones constituyentes, es decir, paridad de género, escaños reservados para pueblos originarios y listas de independientes, lo más probable es que el nuevo Congreso fuera una reflejo muy parecido a la Convención Constitucional. De hecho, los resultados de esta elección de mayo hizo que partidos del Frente Amplio y Comunista echaran pie atrás en sus propuestas de repetir el modelo, siendo ésta una elección más con el sistema clásico, y por ende, no la primera del nuevo ciclo, sino la última del viejo.
Con ello, los sectores más progresistas participando, representados en buena medida en el pacto Apruebo Dignidad (pero no solamente ahí) se aseguran un gran crecimiento, mientas la derecha lo más probable es que viva su retroceso más grande en 30 años en el Congreso.
Aunque, lo más importante, es que la Convención Constitucional está reescribiendo el ordenamiento jurídico en Chile, por lo que existe una probabilidad altísima de restructuración del Estado en muchos niveles, desde el cambio de régimen desde el hiperpresidencialismo actual a uno semi presidencial o derechamente parlamentario, la disolución del Senado como un hecho de la causa a estas alturas y un posible reordenamiento territorial en cuanto a autonomías locales, territorios indígenas y regiones, que obligue a un cambio de las autoridades regionales, por lo que lo más probable es que se llamen a nuevas elecciones, entre ellos para renovar la autoridad presidencial bajo el nuevo régimen.