Por Fútbol Rebelde
El tema es repetido, lo hemos visto, escuchado y vivenciado en innumerables oportunidades; grupos de hinchas de diferentes equipos se enfrentan en sus barrios, en las inmediaciones y al interior de los estadios solo para defender una camiseta, unos colores que los representan. El pasado domingo, en Playa Ancha dos barras de futbol se enfrentaron buscando masacrar a sus rivales solo por creer en la falsa ilusión de que la camiseta que portan los hace totalmente diferentes y superiores al resto. También vimos como el sistema Neoliberal nos sigue ganando espacios gracias a la contribución voluntaria que los dominados y oprimidos le prestan, porque al final del día quienes ganan con estos episodios no son las barras que se jactan de recuperar un lienzo o haber golpeado a determinado número de hinchas rivales, los que sacan jugosos dividendos son los empresarios, sean estos los dueños de los clubes o quienes están detrás del CDF e inclusive las empresas de seguridad que proporcionan los guardias para los partidos de futbol.
Nuevamente la falsa ilusión de que el color de una camiseta nos divide triunfa, y claro que esto conviene a los poderosos toda vez que existen cada día más abonados al CDF; la gran fuente de ingresos de los clubes chilenos. Porque mientras ayer algunos desclasados se intentaban masacrar, arriba los empresarios -sentados en sus cómodos palcos- observaban toda la situación rasgando vestiduras y tratándolos de delincuentes siendo que ellos mismos han sido participes de esta dinámica aportando dinero y otorgándole facilidades para la organización de las barras bravas, total, a la hora de hacer campañas políticas estos grupos son los primeros en andar pegando lienzos y palomas con las caras de los políticos.
Al parecer lo que no advierten estas barras es que su estúpida lucha contra el falso enemigo es tremendamente útil para mantener el sistema, incluso para profundizar el modelo de fútbol negocio, porque con estos episodios se aumenta el absurdo control policial, crece el número de abonados al CDF, las empresas de seguridad podrán encarecer sus servicios argumentando el peligroso trabajo que tienen los guardias - pero escatimando recursos en mejores pagos o en mejorar sus condiciones laborales- de esa forma el costo de estos servicios lo traspasarán progresivamente a las entradas, los empresarios consolidan su poder al interior de las SADP con discursos que los muestran dispuestos a erradicar la violencia y por último toda la clase política pide mano dura contra los delincuentes, penas de cárcel para ellos -pero no para quienes delinquen de cuello y corbata como Jovino Novoa- y asegurando que esto es una muestra más de cómo el país está en un estado de permanente inseguridad, de que la delincuencia se ha tomado todos los espacios y que por ende se deben tomar medidas estrictas de control sobre estos espectáculos.
Como espacio nos posicionamos de manera crítica respecto a lo sucedido ayer, principalmente porque estos incidentes profundizan el modelo de futbol negocio, son un caldo de cultivo para que los impulsores del modelo Neoliberal ofrezcan sus alternativas para sanar el futbol chileno, manteniendo alejados a los socios, hinchas y simpatizantes de los clubes y del estadio y asentándolos aún más en la comodidad de sus sillones vistiendo la última camiseta que la marca deportiva de turno dispuso con nuevos colores. Mientras los hinchas explotados, marginados y endeudados sigan peleando entre sí solo por ver en otro una camiseta de distinto color no podremos avanzar hacia un frente común de lucha contra las SADP, los empresarios siguen ganando por goleada porque su estrategia de dividir para vencer ha dado muy buenos resultados.
Por último, si toda la rabia y descontento que se demostró ayer contra los de la misma clase, fuera organizada y canalizada contra quienes están en las posiciones de poder, otro seria el cuento. Porque resulta muy fácil combatir entre los iguales -en la guerra los pobres son siempre los únicos vencidos, sin importar el bando al cual defiendan- pero a la hora de enfrentar a los poderosos, a las empresarios dueños de los clubes, a los corruptos de la ANFP a la clase política que precariza nuestras vidas, ahí parece que se diluyen las ganas de combatir.
La única lucha que vale la pena y que debería ser prioridad en nuestras vidas es contra el despojo de nuestros derechos esenciales, tales como la educación, salud, vivienda y recreación, debieran ser estos nuestros motivos de combate y no el hecho de poder apuñalar a un compañero de otro equipo, de lo contrario, el infantilismo en el que están sumidas las barras bravas seguirá siendo útil y servicial para quienes controlan el poder.