Por Guillermo Correa Camiroaga
Más de 300 personas repletaron la sala del teatro de la Ex Cárcel de Valparaíso para presenciar el documental "Raúl Pellegrin, Comandante José Miguel", de la directora Michelle Ribaut. Como ella misma plantea, la idea de este trabajo es rescatar la historia de la Resistencia y la de los combatientes que lucharon decididamente en contra de la dictadura, plasmada en este caso en la figura de Raúl Alejandro Pellegrin Friedmann. Se trata solo de hacerla visible, recordarla y resaltar su valor histórico, sino además el objetivo es traerla al presente y confrontarla con la realidad y las luchas actuales.
El documental aborda la vida del Comandante José Miguel en distintos capítulos definidos por los nombres de Raúl, Alejandro, Benjamín y Rodrigo, que reflejan las distintas etapas de la trayectoria y opciones de vida asumidas por quien llegó a ser el líder máximo del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
Familiares, amigos, compañeros y militantes revolucionarios entregan pinceladas que van dibujando la figura de este destacado combatiente. Así podemos conocer características personales de su infancia y juventud, sus capacidades intelectuales y sensibilidades sociales, su activa participación en el período de la Unidad Popular; la partida hacia el exilio en donde decide usar el nombre de Alejandro como una manera temprana de asumir una nueva forma militante, el trabajo político de solidaridad desarrollado en Alemania; su llegada a Cuba e incorporación a la Escuela Inter Armas Antonio Maceo para prepararse militar e ideológicamente para combatir a la dictadura, integrándose primero, como Benjamín, a la lucha sandinista en contra del dictador Anastasio Somoza; y luego su ingreso a Chile como Rodrigo, militante y fundador del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Su destacada participación en la lucha en contra de la dictadura y sus características de líder carismático, reflexivo, cariñoso y de gran capacidad ideológica y militar, como lo definen sus propios compañeros de lucha en el documental.
A través de los diferentes testimonios entregados en el film es posible también entender la magnitud de las diferencias ideológicas que provocan el quiebre entre el Frente Patriótico y el Partido Comunista, el que, como explican algunos combatientes que aparecen el documental, se desencadena a fines del año 86 y principios del 87, cuando comienza a tomar fuerza, con el impulso del imperialismo norteamericano, el aceptar la salida pactada del dictador Pinochet mediante la participación en el Plebiscito del año 88. Con vacilaciones, pero lenta y profundamente, el Partido Comunista inicia su tarea de desmantelar el trabajo militar, abandonando la política de Rebelión Popular de Masas, lo que determina que se produzca la conformación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez Autónomo, organización que bajo el liderazgo de Rodrigo, el Comandante José Miguel, elabora una estrategia político militar de largo alcance denominada Guerra Patriótica Nacional, que irrumpe a la luz pública pocos días después del Plebiscito, con varias acciones simultáneas de propaganda armada concretadas en la toma de localidades rurales. Durante el repliegue de los combatientes que participaron en estas acciones en la localidad de Los Queñes, son detenidos el Comandante José Miguel y Tamara (Cecilia Magni), máximos líderes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez , quienes son salvajemente torturados, luego asesinados y lanzados sus cuerpos al río Tinguiririca. Así termina la vida de Raúl- Alejandro-Benjamín-Rodrigo-Comandante José Miguel, el 30 de octubre de 1988, a los 30 años de edad. Posteriormente el Frente Patriótico Manuel Rodríguez continúa sufriendo duros golpes represivos y en forma lenta se va apagando también la vida de esta Organización Revolucionaria.
Una vez finalizado el documental se realizó un Foro en donde estuvieron presentes la directora Michelle Ribaut y Patricio Ortíz Montenegro, ex militante Rodriguista, protagonista de la operación "Vuelo de Justicia", la espectacular fuga en helicóptero desde la Cárcel de Máxima Seguridad de Santiago, desde donde escapó junto a Mauricio Hernández, Pablo Muñoz y Ricardo Palma Salamanca en 1996. En parte de su intervención Patricio Ortiz manifestó:
«Quiero destacar en primer lugar el valor que tiene el documental de rescatar una historia que ha sido sistemáticamente bloqueada, obliterada y también tergiversada por los medios oficiales(...) Este documental muestra la historia de un momento de la Resistencia de nuestro país en contra de un sistema que hasta el día de hoy sigue vigente (…) Las condiciones, las motivaciones y la opción por las que uno se integra a la lucha en una organización con estas características, tiene que ver con una historia familiar y un contexto histórico determinado.
En mi caso particular hay un vínculo muy claro, fuerte, biográfico, con lo que fue el compromiso de mi padre como dirigente de la Central Unitaria de Trabajadores, miembro histórico del Partido Comunista chileno, pero también un poco más atrás en la historia de mis abuelos, donde también hay una coincidencia con la historia de la familia Pellegrin Friedmann, en donde por el lado de mi padre están los antecedentes de sus abuelos que también fueron mineros y Anarquistas. Esto es en la parte biográfica.
También es importante rescatar que hay toda una generación, hay un sector importante de la sociedad chilena que después de todo un proceso de acumulación histórica que desemboca con la conformación de la Unidad Popular, viene a catalizarse luego del golpe de Estado, a través de orgánicas políticas, como fue el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en su minuto con su política de no asilo y de Resistencia(...) En estos y otros sectores que resisten a la dictadura van conformando una respuesta a la barbarie de lo que significó la aplicación de una política de aniquilamiento por parte de los aparatos represivos de la dictadura(...)
El Partido Comunista viene a llenar posteriormente lo que se llamó un vacío histórico con la puesta en práctica de una nueva concepción política, de una nueva manera de enfrentar a la dictadura, con la política de la Rebelión Popular de Masas (...)
Ahora, desde el punto de vista personal, yo siempre me he sentido parte de un contexto más amplio, de una generación, de un sector de la generación de los años 80 que se hace cargo de los desafíos de enfrentar a esta dictadura y también, como lo he dicho en otras oportunidades, de tener ese honor de haber sido capaces, con todas nuestras deficiencias, con todas nuestras carencias, con todo nuestro proceso de aprendizaje, de haber sido capaces en algún minuto de haber disputado el monopolio del uso de la fuerza y de la violencia por parte del Estado, en una actitud, en un compromiso, en una forma de hacer la política que va a ser el sello característico de nuestra Organización.
De esta manera está presente ese rasgo contextual, el rasgo histórico de este proceso de dar cuenta de una nueva actitud, una nueva forma de ver el mundo, una nueva forma de insertarse políticamente, una nueva forma de ser izquierda.
También está el rasgo que tiene que ver con lo personal, la parte biográfica, toda esa herencia que está en la sociedad. Esta sociedad que fue castigada con la puesta en escena de un proyecto, de un experimento que se inicia con la instauración de la dictadura, pero que se va desarrollando y se va implementando hasta el día de hoy, porque el patrón de acumulación y el cambio de paradigma que se da con la dictadura, hoy día sigue plenamente vigente (...)
Lo importante, y lo vuelvo a reiterar, es que nada se da por generación espontánea, nada surge como un epifenómeno que no tenga raíces profundas, una corriente profunda de la historia que nos va mostrando que la actitud que se asumió, y la forma en que el Frente asumió la lucha, tiene que ver con toda una acumulación histórica anterior. El Frente fue parte de un proceso de Resistencia a la dictadura, y la Resistencia no la restrinjo al ámbito netamente orgánico. Raúl dice: ‘Somos Rodriguistas, porque tenemos la característica y tenemos este ímpetu de que toda chilena o chileno que esté dispuesto a terminar con la dictadura, esté dispuesto a sumar a todos los sectores que están dispuestos a confrontar a la dictadura a través de todos los medios, a través de todas las posibilidades que tengamos.’
Ahí está el pensamiento estratégico, ahí está ese giro y lamentablemente este proyecto fue abortado (...)
Este recambio, esta transacción como bien digo, no fue nunca una transición, ha sido una transacción de las elites todas (...)
El Frente fue un hito en la historia de lo que fue el desarrollo del Partido Comunista, hay una especie de disputa interna, de concepción, que en algún minuto determina que no haya una solución de continuidad en esa historia. El Frente no podía, a través de este nuevo proyecto, ser parte, de nuevamente embriagarse en la tradición institucional de esta "democracia protegida". No podíamos auto disolvernos en función de una negociación que estaba claramente definida en torno a intereses que no iban a ser los que iban a constituir una democracia avanzada. Iba a ser una transacción, iba a ser lo que efectivamente ocurrió y se mantiene hasta el día de hoy...»