La extensión de la zona de ruptura y del área afectada, así como la cantidad de estructuras diseñadas de acuerdo a códigos modernos de sismorresistencia que se vieron sometidas al sismo del 27 de febrero de 2010 -uno de los de mayor magnitud registrados en la historia mundial desde que se tienen registros científicos-, hacen propicio revisar la información de lo que funcionó y lo que no lo hizo, así como conocer los avances y estudios sobre la normativa sísmica.
Con ese objetivo, y en el marco de la celebración de los 40 años de Ingeniería Civil UdeC, la Cámara Chilena de la Construcción y la facultad de Ingeniería UdeC organizaron un foro panel sobre norma sísmica, el que fue antecedido por una charla a cargo del especialista Mario Valenzuela.
Refiriéndose principalmente a la respuesta sísmica y al diseño sismorresistente, el ingeniero geotécnico, y académico de la facultad de Ingeniería, realizó un diagnóstico del gran daño sísmico vivido en Concepción, especialmente en edificios de mediana y gran altura -20 pisos-, para lo cual se refirió al efecto del suelo en los diseños sísmicos y explicar las problemáticas.
La ingeniería geotécnica, explicó, se aboca a la interacción entre el suelo y el edificio, estudiando el comportamiento de la transmisión de fuerzas. En ese sentido, se refirió a la clasificación sísmica de los suelos, ocupándose en esta ocasión principalmente de los suelos blandos, que son los que más se encuentran en Concepción.
"Un edificio fundado en suelo blando tiene un mayor daño sísmico que otro construido sobre otra superficie", señaló Valenzuela. Esto se debe a que los suelos blandos amplifican las ondas sísmicas aumentando el movimiento y, por lo tanto, los daños en las construcciones.
En ese sentido el ingeniero señaló que "en Concepción tenemos un problema de suelos, pero tenemos que aprender a vivir con ello. Deberíamos adecuar el tipo de arquitectura y edificaciones de acuerdo a nuestra realidad sísmica".
Luego de revisar el historial de la normativa sísmica en Chile, Valenzuela se refirió también a la evolución de las construcciones en altura en los últimos 40 años. En 1962, dijo, los edificios más altos alcanzaban los 9 pisos, lo que en 1980 ascendió a los 20 pisos. Hoy, en cambio, la altura máxima de los edificios alcanza los 70 pisos, o 300 metros.
A su juicio, gracias a la mayor cantidad de herramientas computacionales, la gran demanda por edificaciones, las exigencias de mercado y la mayor competitividad han llevado a una pérdida del concepto de edificio tipo, diseños más avezados con plantas irregulares, una discontinuidad de elementos verticales, muros más delgados y eliminación de dinteles.
En ese escenario, el profesional llamó a aprovechar el terremoto como un laboratorio natural que permite revisar el estado de las construcciones y el funcionamiento de las normas sísmicas.
Por Ximena Cortés/ Panorama UdeC