[resumen.cl] El historial del dos veces desaforado diputado derechista por Chillán, el RN Rosauro Martínez Labbé, se sigue develando y provocando nauseas. Esta vez no es la labor de la justicia la que lo revela sino una investigación periodística realizada por CIPER Chile y dada a conocer esta semana. La mascarilla con que este criminal se había disfrazado tiene mucha similitud con la mascarada de democracia que heredamos.
No por nada este sujeto fue premiado por el dictador, a causa de sus méritos criminales, designándolo como alcalde de Chillán, cargo en el que se mantuvo hasta 1992, dos años después del retorno a la democracia tutelada, o del inicio de la eterna transición. Rosauro Martínez fue premiado también por las corrientes derechistas pro dictadura quienes lo designan diputado por un distrito de la misma provincia de 'uble. El partido RN lo designa como candidato, pero sabemos que con el sistema binominal la designación equivalía a ser elegido. Allí se mantuvo el comando por 12 años. De alcalde a diputado. Hasta que en el año 2014 fue desaforado por requerimiento de los querellantes en la causa que investiga los crímenes cometidos por la dictadura en la localidad de Neltume en el año 1981. En esa oportunidad fue desaforado para someterse a la investigación judicial por el caso de tres de los nueve asesinatos que en aquella ocasión se cometieron. Dos meses después, en septiembre de 2014, fue procesado en calidad de autor de estos tres crímenes.
Sin embargo, el ridículo sistema de protección de los poderosos le ha permitido a este desaforado y procesado criminal seguir recibiendo la dieta y los millonarios goces económicos de que se sirven los parlamentarios activos. Ha recibido una renta de centenas de millones, gratuita, sin gasto alguno, injusta, inmoral, un robo descarado, pero, como dicen los políticos ladrones, completamente legal. Vaya legalidad que tenemos.
Peor aún. En marzo de este año 2017, Rosauro Martínez fue nuevamente desaforado. Esta vez por la investigación de la causa de otras cuatro víctimas de los episodios de Neltume. Pero de su sueldo nada cambia; la impudicia se mantiene.
Tampoco eso extraña en estos criminales que usaron uniforme porque el robo, el uso de recursos del estado para enriquecerse fue otra de las prácticas en que se especializaron durante el tiempo de dictadura, perfeccionaron en estos tiempos de corruptela al por mayor y al por menor, a granel y al detalle, dependiendo las diferencias solo del monto de lo robado. Y el monto de lo robado depende solo del rango, de la posición de poder, del status de riqueza que tengan los ladrones.
El reportaje de CIPER revela y devela lo que ya se sabía desde los episodios de Neltume. Rosauro Martínez es un criminal que mientras vistió en uniforme dio rienda suelta a sus instintos y aplicó a rabiar las enseñanzas de odio y maldad que recibió en sus cursos y escuelas de comando, tanto en las escuelas yanquis a las que concurrió como en las escuelas nacionales, dirigidas por otros criminales de uniforme.
Llegó a la DINA y siguió en la CNI. En ese período entre marzo de 1976 y diciembre de 1978 ejerció de instructor y de formó parte del grupo de protección del tirano, donde también llegaron como premio y a hacer escuela otros prominentes integrantes de la mortífera Brigada Mulchén de la DINA, la antecesora de la UAT de la CNI.
En el reportaje se relatan parte de los métodos y recursos que utilizaba Rosauro Martínez para "instruir", para entrenar, para formar a otros agentes represivos. De voz de uno de estos "alumnos" se cita:
"Entró a otra pieza y del interior de un cajón grande sacó un cadáver de un tipo que estaba desnudo, sangrando de la boca, de la cara, estaba tajeado entero, totalmente maltratado, muy flaco, el pelo..., tenía mechones solamente de pelo, como si hubiera tenido una enfermedad, como si se le hubiera caído el pelo. Se notaba un tipo joven pero muy envejecido...estuve una noche completa debajo de él. Me puso el cadáver encima de la parrilla y yo estuve abajo, estuve toda la noche viendo eso. Yo ahí quise morirme. Fue terrible, yo lo único que tenía era movimiento en la cabeza y me golpeaba la cabeza, yo quería liquidarme, yo no quería saber más de esto, yo no podía, era desesperante, me caía la sangre a mí en la cara".
Y más adelante agrega:
"Este mismo tipo en la mañana llegó temprano. Andaba lleno de sangre. Venía histérico, y me sacó de allí. Yo no quería nada... estaba totalmente jodido. A él le llamó la atención que yo estuviera así, se reía, me tomó y me dijo: 'Tómate este trago'. Me tiró fuera del galpón donde otros tipos que trabajaban allí me limpiaron, me lavaron, me ofrecieron desayuno y me dieron unas pastillas. 'Para que te relajes', me decían. 'Nosotros somos tus amigos, ¡este gallo está loco!, ¡este gallo es peligroso! Nosotros le tuvimos miedo también, trata de no meterte más con él', me repetían. Y ahí ese día supe el nombre del hombre que me torturó, porque otro tipo llegó ahí y me dijo: 'Ah, estuviste con el Rosauro Martínez'. Después supe que lo habían designado guardaespalda de Pinochet. Por ahí se decía: 'este va a ser el que va a acompañar a mi general hasta para ir al baño'. Creo que era de mucha confianza de Pinochet".
De los relatos de este testigo se puede colegir uno de los sustratos de los mentados pactos de silencio. No existen tales pactos. Lo que existe es un sometimiento logrado por la vía del terror y del amedrentamiento de los subordinados, quienes durante la "instrucción" ya tienen una idea clara de lo que les ocurrirá cuando no cumplan con proteger al poder y la criminalidad de los jefes superiores. Por lo demás, han tenido muestras suficientes de cómo han sido eliminados otros agentes que han tenido deslices o cometido imprudencias que irriten a los mandos. La tortura y la muerte es lo que sustenta los silencios, no hay pactos sino terror.
Esta es solo una muestra de lo que Rosauro Martínez le hacía a los subordinados. Es de imaginarse lo que le hacía a quienes considera sus enemigos. Una imagen aproximada de este comportamiento "bélico" lo pudimos apreciar en los relatos que en marzo de 2014 hacían anónimos ex soldados de Rosauro Martínez en otro reportaje publicado por CIPER. Allí los ex conscriptos relatan al investigador detalles de la cacería criminal:
"Al inicio de esta investigación, parecía improbable que ese hombre muerto de un tiro en la cabeza, al que los jefes exhibían a fines de junio del '81 cuando los soldados iban llegando a la montaña, hubiera existido. Porque los militares demoraron 63 días hasta lograr atrapar el 29 de agosto a dos de los miristas: René Bravo y Julio Riffo, y sólo el 13 de septiembre acribillaron al primer guerrillero.
Durante ese lapso los militares acosaron a los pobladores de la zona y los torturaron para que revelaran el paradero de los buscados: creían que el grupo del MIR había hecho contacto con ellos y se sostenían arriba enmontañados gracias a la ayuda de éstos. Es probable entonces que ese muerto exhibido por los jefes a los conscriptos haya sido un campesino al que nadie nunca reclamó y que, por esa misma razón, no figura ni en las nóminas de víctimas del Informe Rettig ni en las listas de detenidos desparecidos.
Al cabo de las entrevistas con cinco soldados, nos asiste la certeza de que ese muerto no coincide con ninguno de la lista de miristas abatidos en esa operación. Todos lo vieron. Verlo era el bautismo para comenzar la acción del Operativo Machete. A medida que se cotejan los testimonios de los soldados, surgen nuevas víctimas. Al contar los caídos, sobran muertos".
No por nada, en noviembre de 1981, Rosauro Martínez concurría lleno de gloria al comando sur de la Escuela de las Américas que tienen los yanquis en Panamá, a dictar charlas y dar cátedra sobre cómo hacer la guerra anti subversiva. Así consta en su hoja de vida, donde sus jefes criminales lo premian y felicitan por el hecho.
La guerra interna, el pueblo como enemigo, la población como adversario, fue la lógica de vida de este individuo de uniforme. De civil, su lógica sigue siendo la misma, pero ahora con el aval y el consentimiento de sus mandamases de RN y con la complicidad y miseria moral de la clase política que, por lo visto, no se hace ningún problema en compartir la política formal con criminales, así como no se hacen ningún problema en ser financiados por otros nefastos personajes.
La carrera de uniforme de Rosauro Martínez la suspende en 1987. En medio dejó una estela de terror de la que parecía querer librarse impunemente. Es de esperar que la justicia no tarde tanto como en otras muchas causas, ni haga vista nublada como en tantas otras. Ni busque subterfugios de impunidad como la supuesta demencia o la vejez de los criminales. Cuando cometieron sus crímenes estaban rozagantes de vida y exultantes de poder; es culpa y responsabilidad de la propia justicia haber sido cómplice de los crímenes de la dictadura, o haber hecho vista gorda durante la barbarie, y sigue siendo su responsabilidad la tardanza en llegar a la verdad y establecer algo de justicia. La desnudez de Rosauro Martínez, desnuda también la podredumbre de nuestra legalidad y la mentira de nuestra democracia.