Corte de Antofagasta confirma condena de uniformado por delito de tortura contra civiles cometido en el marco del Estallido Social

La Corte de Apelaciones de Antofagasta confirmó la sentencia que condenó al cabo primero del Ejército, José Andrés Cuevas Meliñir, a la pena de 4 años de presidio efectivo, en calidad de autor del delito consumado de tortura, perpetrado en abril de 2020, en la ruta que conduce al poblado de Chiu-Chiu.

Por Darío Núñez

En fallo unánime (causa rol 788-2022), la Segunda Sala del tribunal de alzada -integrada por los ministros "scar Clavería Guzmán, Juan Opazo Lagos y Claudia Lewin Arroyo- descartó falta de acreditación de los hechos que dio por establecido la sentencia dictada el 24 de junio del presente año por el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Calama.

Los demás implicados y procesados en este hecho criminal fueron absueltos por el Tribunal Oral y dicha absolución no fue modificada por la Corte.

En el fallo de primera instancia quedó acreditado que el día 17 de abril de 2020, entre las 22:30 y 23:30 horas, una patrulla de uniformados del Ejército pertenecientes a la Brigada Motorizada N°1 "Calama", a cargo del suboficial Mauricio Esteban Zamorano Marambio, comandante de escuadra de la Primera Sección de dicha unidad, y conformada además por los funcionarios José Cuevas Meliñir, Miguel Martínez Díaz, Konrad Lahr Varela, Arturo Pinto Ponce, Joaquín Peña Maril y Juan Pablo Valenzuela, procedió a la detención de ocho ciudadanos civiles, siendo ellos Patricio de Jesús Sepúlveda Urrutia, Patrick George Inarejo Maluenda, Mauro Elías Vicencio Pereira, Pedro Miranda Pérez, Cristopher Alan Torres Araya, Cristián Alejandro Moyo Llipa, Luis Johani Sepúlveda Milla y Juan Jesús Romero Aracena, quienes fueron subidos a la fuerza al camión institucional por el personal militar y ubicados en el piso del vehículo en posición de semiflexión, debiendo mantener sus manos en la cabeza y la mirada gacha, siendo posteriormente trasladados a la primera Comisaría de Calama.

En el trayecto, los detenidos fueron obligados a mantener la posición indicada, siendo advertidos por algunos uniformados que los custodiaban en la parte posterior del camión, que debían mantener la mirada hacia el piso o en caso contrario serían golpeados. En la época de los hechos, Chile se encontraba bajo un estado de excepción constitucional impuesto por el gobierno de entonces, y el Ejército estaba desplegado cumpliendo funciones represivas en virtud de esa disposición.

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Al llegar a la comisaría, los civiles descendieron del camión y debieron esperar en el lugar cerca de una hora para ser ingresados. Sin embargo, debido a que el detenido Pedro Miranda se encontraba tosiendo, el carabinero a cargo del ingreso solicitó al cabo primero Zamorano Marambio que llevara a los detenidos a constatar lesiones al hospital para poder ingresarlos a la comisaría. En vista de lo anterior, Zamorano, en su calidad de comandante de escuadra, ordenó a su subordinado, el cabo primero Cuevas Meliñir, que trasladara a los civiles a constatar lesiones al hospital Carlos Cisternas y que luego los "dejara por ahí".

Acatando dicha orden, José Cuevas Meliñir, conductor del vehículo militar, ordenó a los restantes integrantes de la patrulla que subieran a los detenidos individualizados al camión, luego de lo cual no los conduce al hospital sino que los trasladó por cerca de 25 minutos hasta llegar a un sector indeterminado de la ruta que une Calama con el poblado de Chiu-Chiu, en donde se desvió unos 600 metros hacia el interior del desierto.

En el trayecto, los detenidos iban sentados en el piso del camión, con sus manos en la cabeza, siendo molestados, agredidos y amenazados por algunos de los funcionarios que iban junto a ellos en la parte posterior del camión, quienes les señalaban que debían mirar al piso en todo momento y que si miraban hacia arriba lo lamentarían.

Al detenerse el camión, los funcionarios de la patrulla, por orden de Cuevas Meliñir, desembarcaron forzadamente a los civiles, les entregaron sus pertenencias y los posicionaron delante del camión, que tenía las luces encendidas, quedando los miembros del ejército detrás de los detenidos.

Acto seguido, Cuevas Meliñir alertó a los detenidos que tenía tiros en su arma de servicio, para inmediatamente después empezar a 'contarles tiempos', al término de cual los detenidos debían 'desaparecer'. Cuevas realizaba ruidosamente la preparación de su arma de fuego, lo que fue escuchado por los civiles, quienes asustados por la amenaza salieron corriendo del lugar en diversas direcciones. Sucedido esto, el personal militar abordó el camión y se retiró del lugar rumbo a la primera comisaría de Calama, dejando abandonadas a las víctimas a su suerte en el frío y la noche del desierto.

Después de que los militares desaparecieron, los civiles caminaron en la oscuridad, desorientados y en ese contexto Pedro Miranda utilizó su teléfono celular y se comunicó vía mensajería con su hermana a quien le informó lo sucedido y luego le compartió la ubicación en la que se encontraba a través de la referida aplicación. Con esta información, la familia concurrió a la primera comisaría de Calama y denunció lo sucedido, señalando a la policía que Pedro les había enviado un mensaje en el cual manifestaba haber sido detenido por una patrulla de militares y luego abandonado en un sitio eriazo camino a Chiu Chiu.

Se inició entonces un procedimiento de búsqueda por personal de Carabineros. Fue así que alrededor de las 05.30 horas, los civiles fueron finalmente encontrados por carabineros cerca de la ruta a Chiu Chiu, en el sector denominado Las Marmoleras, ubicado a 7 kilómetros de la ciudad de Calama.

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