Corte Suprema confirma condena de ex suboficial de Ejército por secuestro calificado de ex detective en Angol

La Corte Suprema declaró inadmisible el recurso de casación en el fondo interpuesto en contra de la sentencia que condenó a suboficial de Ejército en retiro, por su responsabilidad en el delito de secuestro calificado del detective Patricio Fernando Rivas Sepúlveda. Ilícito cometido en agosto de 1975, en la comuna de Angol.

Por Darío Núñez

En fallo unánime (causa rol 152.443-2023), la Segunda Sala del máximo tribunal -integrada por los ministros y ministras Jean Pierre Matus, María Soledad Melo, Hernán Crisosto, el abogado (i) Ricardo Abuauad y la abogada (i) Pía Tavolari- descartó error en la determinación de la pena de 8 años de presidio efectivo que deberá cumplir el sargento primero del Ejército a la época de los hechos, Juan Carlos Balboa Ortega, en calidad de autor del delito en carácter de lesa humanidad.

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Detective allendista desaparecido

Patricio Rivas Sepúlveda, de 31 años de edad, militante socialista, era un ex detective que había ejercido en la ciudad de Angol y que fue dado de baja de la Policía de Investigaciones el 17 de diciembre de 1973 por su afinidad con el depuesto gobierno de Salvador Allende. Era casado, tenía tres hijos, vivía en Santiago, y se dedicaba junto a su madre al comercio en el rubro de peletería, razón por la que viajaba frecuentemente a Angol a comprar cueros.

En la investigación judicial y sentencia de primer grado dictada por el ministro Álvaro Mesa Latorre han quedado acreditados los hechos que culminan con el secuestro y desaparición del ex policía. 

En la época en que fue cometido el delito, funcionaba en la comuna de Angol un organismo represivo denominado CIRE (Centro de Inteligencia Regional) que lo conformaban integrantes de las diversas fuerzas armadas y policiales con presencia en la zona. Éste aparato represor estaba compuesto por los sargentos de Ejército Juan Carlos Balboa Ortega y Edmundo Sandoval Torres, por los ya fallecidos sargento de Carabineros Juan Segundo Torres Rivas, y el subcomisario de Investigaciones Pedro Ibarra, entre otros. Este grupo operativo funcionaba principalmente en dependencias de la Gobernación de Angol y de la Policía de Investigaciones de la ciudad; realizaban detenciones en conjunto e interrogatorios o entrevistas a diferentes personas que estaban siendo investigadas.

Fotografía: Valentina Luza

El 28 de agosto de 1975, Patricio Rivas llegó a Angol a comprar materiales para su negocio familiar. En la ocasión visitó amistades que había hecho en su tiempo de permanencia en la comuna como funcionario de Investigaciones. El día 31 de agosto se dirigió a tomar un bus que lo llevaría a la comuna de Collipulli para la compra de insumos, siendo acompañado por un amigo quien lo vio abordar el vehículo y vio como pocos instantes después fue bajado de éste por agentes del Estado, entre los que identificó a Juan Torres Rivas, Juan Carlos Balboa Ortega y otro funcionario del Ejército.

Enseguida el detenido fue subido a una camioneta, siendo esta la última vez que el testigo vio a Patricio Rivas Sepúlveda. Incluso, el conductor del bus, recuerda hasta el día de hoy la detención de Rivas Sepúlveda a quien ubicaba como funcionario de la Policía de Investigaciones de Chile y sus viajes frecuentes en los buses de la empresa en que trabajaba.

El amigo del joven detenido y testigo de la detención llamó telefónicamente a la madre de Patricio Rivas Sepúlveda, para informarle que su hijo había sido detenido en Angol por personal del CIRE. La señora madre viajó de inmediato a dicha comuna, recorriendo distintos recintos para saber el paradero de Rivas, no obteniendo ninguna información, recibiendo la advertencia por parte de algunas personas que mejor no hiciera nada, para evitarse posibles detenciones en su contra. En ésta búsqueda también participaban la esposa y una hermana del detenido desaparecido y persistieron en sus esfuerzos a pesar de las amenazas.

A raíz de todas las averiguaciones efectuadas por sus familiares, el domicilio de Patricio Rivas ubicado en la ciudad de Santiago fue constantemente vigilado por agentes de seguridad de la dictadurasiendo incluso amenazados y hostigados telefónicamente durante varios años posteriores.

Fotografía principal: Memoria Viva

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